La segunda juventud de Giggs
Guiado por los consejos de Cantona, el gal¨¦s deja los coches de lujo y se convierte, a los 33 a?os, en la clave del United, l¨ªder de la 'Premier'
Cuando David Beckham era un desconocido, un futbolista an¨®nimo cedido en el Preston, Ryan Joseph Wilson ya le marcaba el camino: jugaba pegado a una banda en el Manchester United. Ten¨ªa novias c¨¦lebres y despampanantes, como la presentadora de televisi¨®n Dani Behr. Le reclamaban todas las revistas, nombr¨¢ndole heredero del genial George Best. Y gozaba del afecto y la protecci¨®n incondicional de sir Alex Ferguson, el entrenador del United. Ryan Joseph Wilson, sin embargo, nunca lleg¨® en proyecci¨®n internacional y respeto de los ejecutivos comerciales a lo que David Beckham. Ten¨ªa, tiene, un problema: odiaba ser el centro de atenci¨®n. Era un hombre t¨ªmido, de perfil bajo. Y de su actitud ten¨ªa la culpa su padre, jugador de rugby y "un verdadero granuja, un mat¨®n con una naturaleza agresiva", en sus propias palabras. Con esos antecedentes, Ryan Joseph Wilson decidi¨® abandonar los apellidos paternos y adoptar los de su madre. Se convirti¨® en Ryan Joseph Giggs, extremo izquierdo del United. Consolid¨® una carrera brillante e intermitente. Y sent¨® las bases para sorprender esta temporada a toda Inglaterra, convertido junto a Rooney, Scholes y Carrick en la clave de la buena marcha del Manchester United, el l¨ªder de la Premier y el ¨²nico equipo en disposici¨®n de competir con los millones del Chelsea.
A sus 33 a?os, la segunda juventud de Giggs se mide con n¨²meros, comparaciones y an¨¢lisis en primera persona. Giggs, desplazado al centro del campo, ha marcado dos goles en 12 partidos, en los que tambi¨¦n ha regalado cinco asistencias y 51 centros. Robben, al que se ha se?alado como el mejor zurdo de la Premier desde el debut del propio Giggs, ha jugado con el Chelsea un partido menos, no ha marcado, ha centrado 31 veces y s¨®lo ha dado dos asistencias. Queda el an¨¢lisis en primera persona: "No soy tan r¨¢pido como cuando era joven, ¨¦sa es la gran diferencia", ha admitido Giggs; "por eso soy m¨¢s selectivo a la hora de correr e intento ser m¨¢s efectivo. He necesitado adaptarme: juego de extremo y no soy tan r¨¢pido como era hace diez a?os. Quiero seguir adapt¨¢ndome, pero no me veo jugando hasta tan tarde como Teddy Sheringham. Es un ¨¦xito incre¨ªble que siga jugando en la Premier a los 41 a?os".
El impacto de Giggs en el Manchester United fue inmediato. Debut¨® en un entrenamiento en The Cliff, los viejos campos del equipo, con 15 a?os. Fue la peor tarde que recuerda Viv Anderson, entonces lateral titular. Aquello desat¨® las alarmas: por fin hab¨ªa nacido el sucesor de George Best, el mago norirland¨¦s fallecido el a?o pasado, dijeron los tabloides. Y Giggs desapareci¨®. Y le acos¨® la prensa. Y le persiguieron los cazaut¨®grafos. Y se hundi¨®. El cambio fue radical: de heredero del quinto beatle, como se conoc¨ªa a Best, pas¨®, en ir¨®nica alusi¨®n a su inconstancia y falta de garra, a ser el quinto Take That, el grupo preferido de las adolescentes brit¨¢nicas de la ¨¦poca.
"Todo fue gradual", suele contar Giggs, o Giggsy, como le canta la afici¨®n. "A los 14 a?os estaba en los infantiles y jugando en Old Trafford. A los 16 todos hablaban de m¨ª. A los 17 ya estaba en el primer equipo. Y a los 18 ya me daban m¨¢s partidos: cuanto m¨¢s estaba bajo la luz p¨²blica, m¨¢s me parec¨ªa como si nada pasara. El entrenador nos dio un gran consejo: 'No le¨¢is los peri¨®dicos, especialmente las portadas".
Giggs reaccion¨® al desaf¨ªo de la fama impulsado por Ferguson -"cuando era un aprendiz, realmente se lanzaba sobre ti si hab¨ªas tenido una mala actuaci¨®n. Los tiempos han cambiado y eso ya no ocurre: los j¨®venes ya no tienen trabajos que hacer, ya no tienen que limpiar las botas"- y Cantona, su ¨ªdolo, gu¨ªa y modelo -"me impresion¨® un mont¨®n; era silencioso en el vestuario; no hablaba como Steve Bruce o Paul Ince; simplemente, aprend¨ªas de sus acciones, de c¨®mo jugaba y se entrenaba"-. El franc¨¦s, decisivo en la historia reciente de los reds, vivi¨® sus ¨²ltimos a?os en el club diciendo que ten¨ªa un entendimiento "telep¨¢tico" con Giggs. Y, desde que sus caminos se cruzaron, Giggsy, ganador de ocho Ligas, tres Copas y una Champions, tiene una mentalidad de hierro: "Por su bien, espero que sea bueno", dijo cuando se enter¨® de que le buscaban sustituto.
El United, sin embargo, ha parado la b¨²squeda. Ferguson cree que a Giggs le quedan dos o tres a?os de f¨²tbol. El gal¨¦s coincide. Claro, ha roto la costumbre que m¨¢s le acercaba a Beckham, ex compa?ero y amigo: el extremo, un fan¨¢tico de los coches de lujo, ha tenido que aparcar su BMW, su Jeep Cherokee y sus dos Ferraris. Ahora conduce un Porsche y un Audi A8 de transmisi¨®n autom¨¢tica. La raz¨®n: su carrera estaba y¨¦ndose por el desag¨¹e de los a?os y de sus constantes lesiones en los tendones. El diagn¨®stico: demasiados coches de lujo para un hombre con fama de t¨ªmido e inexpresivo. Lo dijo ¨¦l mismo cuando le acusaron de celebrar un tanto sin pasi¨®n, casi con cara de p¨®ker: Giggs, imperturbable, dijo que estaba intentando patentar "la celebraci¨®n que no es una celebraci¨®n".
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