Amor y l¨¢grimas
Ante la dificultad de encontrar ideas teatrales estimulantes en la puesta en escena de Nicolas Joel para Los cuentos de Hoffman, de Offenbach, que se estren¨® ayer en el Teatro Real de Madrid, lo m¨¢s aconsejable es refugiarse en algunas de las voces. A Joel -pr¨®ximo director art¨ªstico de la ?pera Nacional de Par¨ªs- se le escap¨® de principio a fin la posibilidad de crear un clima po¨¦tico en esta obra de "escepticismo sin amargura", como le gusta decir a Jos¨¦ Luis T¨¦llez, en la que el coro final canta esas frases tan hermosas de "el amor nos hace grandes y m¨¢s grandes nos hacen las l¨¢grimas". Lo que hace el director de escena franc¨¦s es previsible, rampl¨®n. Aporta poco a la historia y ni siquiera se aprovecha de la solidez escenogr¨¢fica de Ezio Frigerio, con tendencia a la frialdad en su abuso mecanicista, y del siempre eficiente vestuario de Franca Squarciapino.
Los cuentos de Hoffman
De Jacques Offenbach. Director musical: Emmanuel Villaume. Director de escena: Nicol¨¢s Joel. Escenograf¨ªa: Ezio Frigerio. Figurines: Franca Squarciapino. Con Marcus Haddock, Ekaterina Gubarova, Giorgio Surian, Desir¨¦e Rancatore, Inva Mula y Nadja Michael. Coro y Orquesta Sinf¨®nica de Madrid. Teatro Real, 4 de diciembre.
Desgarro y entrega
Son las voces las que contribuyeron al deshielo, y en particular la de la soprano albanesa Inva Mula (Antonia), cada d¨ªa m¨¢s parecida a la m¨ªtica Renata Scotto, incluso en el aspecto f¨ªsico. Ayer cant¨® con desgarro, con entrega, a la antigua usanza, fraseando con poder¨ªo, dej¨¢ndose la piel en el escenario. Y con ella llegaron las emociones, que, al fin y al cabo, es de lo que se trata en la ¨®pera. Un crack esta chica, que ya nos dej¨® boquiabiertos hace un mes en Bilbao con su Gilda de Rigoletto. Tambi¨¦n D¨¦sir¨¦e Rancatore estuvo magn¨ªfica en el personaje de Olimpia, resolviendo con soltura las agilidades y mostrando en todo momento una sutil musicalidad. El tenor Marcus Haddock cant¨® mejor que compuso el personaje protagonista que da t¨ªtulo a la obra, y Giorgio Surian se desenvolvi¨® con dominio en su cu¨¢druple cometido.
Las voces triunfaron, pero tambi¨¦n la orquesta, a las ¨®rdenes de un animoso Emmanuel Villaume, cuyo trazo grueso en ocasiones queda disculpado por el mantenimiento de la tensi¨®n y continuidad de la obra. No fue una lectura refinada, pero s¨ª con fuerza, a la que respondieron con energ¨ªa y buenas maneras la orquesta y el coro.
La representaci¨®n funcion¨® mejor musical que teatralmente. La verdad es que con los repartos anunciados era de esperar que as¨ª fuese. El p¨²blico, en cualquier caso, qued¨® satisfecho.
Babelia
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