La estrategia del ruido
Nada hay en la decisi¨®n del juez de la Audiencia Nacional, Juan del Olmo, de enviar a la c¨¢rcel a seis implicados (tres de ellos agentes de polic¨ªa) en un intrincado montaje de tr¨¢fico de drogas y explosivos, que no se ajuste a las conclusiones que cabe obtener del auto, conocido el martes, y a los delitos que se imputan a los encarcelados.
En s¨ªntesis, la trama, montada inicialmente por el polic¨ªa Jos¨¦ Luis Gonz¨¢lez Clares y el supuesto narcotraficante Manuel Romero, implic¨® en principio un delito de tr¨¢fico de drogas -para acusar falsamente a una ciudadana rusa y arrebatarle la custodia de sus dos hijos, en beneficio de un abogado, su suegro y otro de los detenidos- y despu¨¦s la falsificaci¨®n de una confidencia de tr¨¢fico de explosivos a la polic¨ªa con los que se pretend¨ªa influir para que el padre de Romero, encarcelado en Galicia, fuese trasladado a Madrid. Como remate de esta cadena de simulaciones, dos agentes, Celestino Rivera -que intent¨® suicidarse el martes- y Jes¨²s Parrilla, seg¨²n est¨¢ acreditado en el sumario, colocaron la informaci¨®n sobre la investigaci¨®n del tr¨¢fico de explosivos al diario El Mundo, que acab¨® vincul¨¢ndola a la delirante conspiraci¨®n que pretende conectar la masacre del 11-M con ETA.
La sarta de embustes y presuntos delitos cometidos por los polic¨ªas y su confidente merecer¨ªan una atenci¨®n limitada, la que corresponde a un desgraciado caso de corrupci¨®n policial, de no mediar la circunstancia de que los delincuentes intentaron disfrazar sus fechor¨ªas, y al mismo tiempo rentabilizarlas, recurriendo al fantasma de esa conspiraci¨®n sobre la autor¨ªa del m¨²ltiple atentado del 11-M que viene defendiendo un sector del Partido Popular sobre la base de las exclusivas que administran El Mundo y sus alrededores. Aunque las conclusiones judiciales conocidas, adoptadas despu¨¦s de investigaciones amplias y contrastadas, rechazan cualquier conexi¨®n de ETA con la masacre, y aunque las supuestas investigaciones period¨ªsticas han incurrido en rid¨ªculos tan estrepitosos como el de la mochila cambiada o atribuir un veh¨ªculo a ETA porque aparec¨ªa una cinta de la orquesta Mondrag¨®n, los partidarios de la fantasmal conspiraci¨®n insisten en exigir que jueces y polic¨ªas no cejen en la b¨²squeda de pruebas que confirmen sus disparatadas hip¨®tesis.
Era de esperar que esa conducta tuviera consecuencias para la justicia. Una de ellas es que los delincuentes acudan ahora a protegerse en el burladero de la conspiraci¨®n, en el que todo es posible, hasta lo m¨¢s estramb¨®tico, para borrar los rastros de sus desmanes. "La vamos a liar" y "ma?ana vamos a hacer mucho ruido" se jactaba el redactor del diario ante el complaciente polic¨ªa que le hab¨ªa filtrado la noticia. Tanto l¨ªo y tanto ruido buscan sin embargo un siniestro e inadmisible objetivo: desprestigiar el sumario contra los autores probados de la masacre del 11-M.
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