Una tertulia silenciosa
S¨®lo puede ponderarse cabalmente la grandeza de Juan Ram¨®n contemplando su escritura como un proyecto integral; esto es, como una Obra completa, que no es lo mismo que unas "obras completas" entendidas como yuxtaposici¨®n de creaciones sucesivas (algo que, de todas formas, en JRJ es una enso?aci¨®n de S¨ªsifo). En su idea editorial de la Obra reserv¨® siempre el poeta una secci¨®n para el epistolario, formada al menos por tres bloques: cartas p¨²blicas, cartas particulares, de las que guard¨® borradores manuscritos o copias mecanografiadas, y cartas no enviadas.
Aunque a?os atr¨¢s Francis
co Garfias hab¨ªa editado varios tomos con ep¨ªstolas de Juan Ram¨®n, el Epistolario I (1898-1916) preparado por Alfonso Alegre Heitzmann es, en rigor, un edificio de nueva planta. Se trata del primer volumen de los tres previstos, correspondientes a otros tantos tramos creativos en que el poeta maduro estructura su escritura, separados por dos viajes transoce¨¢nicos: el que lo traslad¨® a Nueva York para casarse con Zenobia en 1916, y el que lo alej¨® definitivamente de Espa?a en 1936. El tercer volumen tendr¨¢ m¨¢ximo inter¨¦s, pues recoger¨¢ el di¨¢logo con grandes nombres de la literatura del siglo XX, de Robert Lee Frost o Ezra Pound a los americanos de la otra orilla del idioma (Lezama, Ballagas, Borges, Girondo...), ello sin contar con la colonia mexicana de los exiliados, y sus contactos con quienes, como Juan Guerrero Ruiz, fueron el ombligo que lo mantuvo unido a la Espa?a del interior. Y qu¨¦ decir del volumen segundo, donde se retratar¨¢ el bullebulle de sus relaciones con el veintisiete.
Las 420 cartas de esta primera entrega, ordenadas cronol¨®gicamente e in¨¦ditas muchas de ellas, nos permiten asistir a la formaci¨®n del poeta desde antes de la publicaci¨®n de Ninfeas y Almas de violeta. Para entonces Juan Ram¨®n no era a¨²n el eximio creador que sabemos, pero ya era el Juan Ram¨®n fervoroso, puntilloso, exigente. En carta de agradecimiento a su admirado Timoteo Orbe (2 de octubre de 1900) por una rese?a de ¨¦ste sobre sus dos primeros libritos, tras manifestarse "en todo conforme con usted", apostilla: "Medio art¨ªculo se va en hablar de may¨²sculas o di¨¦resis, y despu¨¦s, el resto parece hecho deprisa, como para salir del paso; eso es s¨®lo lo que me ha disgustado un poco". Chinchorrer¨ªa, s¨ª; pero tambi¨¦n lecci¨®n moral, que alcanza alturas admirables en el repudio de las componendas y elogios de compromiso que sacrifican la poes¨ªa en el altar de la conveniencia o la convenci¨®n.
En el epistolario hay mu
chas cartas s¨®lo superficialmente informativas, pero hasta los hechos intrascendentes son una epidermis de cristal que deja ver la ebullici¨®n de un genio humillado por el cuerpo: neurastenias, depresiones, premoniciones de muerte...
"Celebro que haya dejado usted el suicidarse para el oto?o pr¨®ximo", ironiza la espl¨¦ndida Mar¨ªa Lej¨¢rraga, esposa de Gregorio Mart¨ªnez Sierra, ante el en¨¦simo anuncio de un suicidio que decide retrasar para concluir unos libros pendientes. Y nada se diga de las cartas a su futura suegra, contraria a las relaciones amorosas del poeta con su hija, y cuya sensatez y cruda sinceridad, por no hablar de su excelente prosa, la convierten en personaje imprescindible del epistolario. Nadie deber¨ªa llamar insensible a do?a Isabel Aymar, que recibi¨® una carta donde el pretendiente, chantajista emocional ante las negativas y desv¨ªos, le aseguraba que cuatro m¨¦dicos (?cuatro!) le hab¨ªan diagnosticado una enfermedad incurable.
L¨¢stima que no se incluyan
las cartas de amor a Zenobia, al cabo meta biogr¨¢fica de este viaje epistolar. Alfonso Alegre, meticuloso y preciso como un microcirujano, se limita esta vez a apelar al deseo de JRJ de publicar un volumen exento con la correspondencia cruzada entre ellos. ?Se har¨¢? Contrapesan esta ausencia las ep¨ªstolas a los Mart¨ªnez Sierra, a Rub¨¦n, a D¨ªez, al desdibujado Antonio Machado... Destacan entre todas las dirigidas a su madre y a su hermano Eustaquio. Correlato art¨ªstico de ¨¦stas son los poemas juanramonianos que J. A. Exp¨®sito Hern¨¢ndez ha recogido con el t¨ªtulo Ellos. Aunque este libro de familia, con pulcro aparato cr¨ªtico, sigue prop¨®sitos expl¨ªcitos de Juan Ram¨®n, en un sentido estricto es una obra del editor, in¨¦dita en cuanto tal por m¨¢s que buena parte de sus componentes haya visto ya la luz. La fiesta juanramoniana se cierra, por ahora, con un documento de excepci¨®n: el volumen que re¨²ne las traducciones que hizo de poetas extranjeros: de Verlaine a Yeats pasando por Emily Dickinson, Mallarm¨¦, Blake, Baudelaire, Leopardi, T. S. Eliot, Rosal¨ªa de Castro y los sonetos de Shakespeare. Eso s¨ª, no se recogen las m¨¢s c¨¦lebres, las de Tagore, trabajadas mano a mano con Zenobia.
Juan Ram¨®n Jim¨¦nez. Epistolario I (1898-1916). Edici¨®n de Alfonso Alegre Heitzmann. Residencia de Estudiantes. Madrid, 2006. LXXXI + 678 p¨¢ginas. 40 euros. Ellos. Edici¨®n de Jos¨¦ Antonio Exp¨®sito Hern¨¢ndez. Linteo. Ourense, 2006. 220 p¨¢ginas. 24 euros. M¨²sica de otros. Traducciones y par¨¢frasis. Edici¨®n biling¨¹e de Soledad Gonz¨¢lez R¨®denas. Ilustraciones de Eduardo Arroyo. Galaxia Gutenberg/C¨ªrculo de Lectores. Barcelona, 2006. 640 p¨¢ginas. 25 euros.
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