La encrucijada de Bush
?En qu¨¦ medida George W. Bush va a hacer caso de las recomendaciones del reciente informe Baker-Hamilton sobre Irak, primero en hacerse p¨²blico de los tres encargados sobre la situaci¨®n del pa¨ªs invadido? El documento bipartidista viene a destruir la pol¨ªtica de seguridad impulsada desde hace a?os por la Casa Blanca, pero es un hecho que el calado ideol¨®gico de la Administraci¨®n republicana disminuye tras el desastre electoral de noviembre, como lo muestran la crudeza sobre Irak esta semana en el Senado del pr¨®ximo ministro de Defensa, Robert Gates, o la salida del halc¨®n Bolton de la ONU. Bush tiene ahora los pretextos, si se atreve, para variar in extremis el rumbo del mayor desastre exterior de su presidencia.
El presidente no quiere o¨ªr hablar por el momento de una retirada precipitada de tropas, pues a eso viene a equivaler la recomendaci¨®n para que las fuerzas de combate abandonen el pa¨ªs ¨¢rabe en poco m¨¢s de un a?o. La situaci¨®n de Irak hoy, desesperada seg¨²n todos los par¨¢metros, desembocar¨ªa presumiblemente en un conflicto de mayor alcance si no se maneja con sumo cuidado la presencia de los 140.000 soldados estadounidenses, pese a que su permanencia como fuerza de choque se hace cada vez m¨¢s dif¨ªcil, con incidentes como la muerte ayer de varios ni?os y mujeres en un ataque contra extremistas armados.
La mayor virtud del documento Baker-Hamilton ha sido poner negro sobre blanco una verdad obvia: Washington no gana la guerra y su pol¨ªtica en Irak se derrumba por momentos. Por eso ha sido bien acogido por los aliados europeos de EE UU m¨¢s reticentes ante la aventura iraqu¨ª y por algunos Gobiernos ¨¢rabes. Pero si el informe no es una panacea, Bush s¨ª deber¨ªa asumir su recomendaci¨®n central de dialogar con Ir¨¢n y Siria para que contribuyan a estabilizar Irak. Al margen de la influencia real que Damasco y Teher¨¢n puedan tener sobre los acontecimientos, mayor de lo que muchos suponen en el cerrado entorno de la Casa Blanca, resulta alarmante la ceguera de una Administraci¨®n que considera Irak un tubo de ensayo aislado de una tr¨¢gica realidad regional. Es el mismo punto de vista que pretende sostener Israel respecto de su conflicto con los palestinos. Bastar¨ªa que Olmert escuchase lo que se dice en Teher¨¢n con motivo de la visita del primer ministro Haniyeh para sacarle de su insostenible apreciaci¨®n. Bush sigue haciendo todav¨ªa la pol¨ªtica en Irak. Pero ni siquiera el presidente de EE UU puede abstraerse de los abrumadores signos de los tiempos. Tras su conferencia de prensa conjunta con Tony Blair, algo sugiere que se otea por primera vez la posibilidad de evitar a su pa¨ªs la m¨¢s amarga de las herencias. Estados Unidos afronta una derrota hist¨®rica de consecuencias inmensas, y desde cualquier punto de vista la salida de Irak va a ser mucho m¨¢s dolorosa que la decisi¨®n de invadir adoptada en 2003. Las pr¨®ximas semanas dar¨¢n la medida de hasta qu¨¦ punto Bush escucha el mensaje de sus conciudadanos.
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