La casa donde naci¨® 'Yo, Claudio'
Abierta como museo la residencia de Robert Graves en Dei¨¤
La uni¨®n de Robert Graves (1895-1985) y Dei¨¤ es tan esencial, tan ¨ªntima y honda al mismo tiempo, que los dos, escritor y pueblo mallorqu¨ªn, han corrido una suerte semejante en su proyecci¨®n planetaria. De ah¨ª la importancia de inaugurarse la casa que habit¨® Graves, salvo el par¨¦ntesis de la Guerra Civil, desde 1932 hasta su muerte.
El autor de El vellocino de oro sigui¨® el consejo de Gertrude Stein: "Mallorca es el para¨ªso, siempre y cuando puedas soportarlo". Esa paz que arredraba a la escritora era justo el elemento nutricio que demandaba don Roberto.
Lo confes¨® abiertamente en Por qu¨¦ vivo en Mallorca: "Buscaba sol, mar, fuentes, ¨¢rboles umbrosos y poca pol¨ªtica". Dado por muerto en la I Guerra Mundial, separado de su primera esposa, reciente a¨²n la tentativa de suicidio de su musa en ese momento, la poetisa Laura Riding... todo coadyuv¨® a poner tierra de por medio con la Gran Breta?a de los a?os veinte. No contento con alumbrar la autobiogr¨¢fica Adi¨®s a todo eso, justific¨® su t¨ªtulo, al igual que sus paisanos Gerald Brenan, el autor de Al sur de Granada, y Paul Bowles, refugiado en T¨¢nger y autor de El cielo protector.
Buen pescado, y barato
Ya en Palma, un pintor callejero coment¨® al mit¨®logo la baratura del pescado en cierto pueblo enclavado en la sierra de Tramontana. Y en Dei¨¤ dio Robert Graves con sus huesos. A un kil¨®metro en direcci¨®n a S¨®ller fue donde mand¨® levantar en 1932 Ca n'Alluny -casa alejada, en mallorqu¨ªn-, tras lo cual financi¨® el camino de acceso a la cala, donde se ba?aba a diario. Este ruinoso desembolso fue acicate para la redacci¨®n de la celeb¨¦rrima Yo, Claudio.
"Mi padre podr¨ªa aparecer por la puerta en cualquier momento", apunta William, uno de los cuatro hijos que tuvo Graves con Beryl, y fact¨®tum de esta casa que quiere retrotraerse a 1934. Las apreciaciones de William han sido cruciales a la hora de perge?ar algo tan brit¨¢nico como la recreaci¨®n de ambientes pasados, en este caso, merced al mobiliario y decoraci¨®n originales.
No hace falta haber le¨ªdo a Graves para disfrutar de su casa-museo. La mejor introducci¨®n al personaje es sin duda el soberbio v¨ªdeo de 14 minutos dirigido por Antoni Capell¨¤.
Al caser¨®n en piedra y teja, levantado por el maestro de obras local (no intervino arquitecto alguno), lo rodea un huerto con ¨¢rboles frutales bien recuperado, sin olvidar el dulce vagabundeo a que nos invitan los caminillos dise?ados en los a?os treinta.
Tachaduras colegiales
El tramo entre la cocina y el despacho concita el mayor inter¨¦s. La llama de su recuerdo se perpet¨²a en sus gafas, su plum¨ªn, folios manuscritos con esas tachaduras colegiales que piden a gritos la invenci¨®n de la inform¨¢tica. La abundancia y la cercan¨ªa de los enseres nos hacen sentir profundamente esa extinguida realidad cotidiana.
En la segunda planta se han derribado tabiques para habilitar una exposici¨®n. Detr¨¢s de las vitrinas se acumulan primeras ediciones, monedas, cartas, hasta la rectificaci¨®n en The Times de su muerte en combate.
El interior nos desvela aspectos ¨ªntimos, insospechados, del autor. Como la exigua cama de matrimonio para un intelectual de casi dos metros de altura, o su lectura en multimedia del poema Mi rostro ante el espejo al tiempo que aparece afeit¨¢ndose frente a la c¨¢mara.
Se ha recuperado la imprenta Crown Albion con la que Robert y Laura ejerc¨ªan de editores. Y tampoco falta el cuadro original que sirvi¨® de car¨¢tula a la novela hist¨®rica Belisario y Antonia. Borges, Ava Gardner, Alec Guinness, un Stephen Hawking de 10 a?os, la lista de invitados es interminable. C¨®mo no, la visita es una excelente ocasi¨®n para adquirir, en castellano y en ingl¨¦s, sus obras.
Graves -que significa tumbas en ingl¨¦s- sol¨ªa deambular por el cementerio de su patria de adopci¨®n para cargarse de la energ¨ªa que -todos los artistas aseguran- proyecta el macizo de Teix.
Qu¨¦ decir de la decepci¨®n que puede que invada a algunos mit¨®manos llegados del Reino Unido y de otros lugares. Buscaban un fastuoso pante¨®n con estela funeraria, y poco menos que tienen que pedir ayuda para encontrar la l¨¢pida de barro donde el enterrador Antonio Jim¨¦nez, con preciosa caligraf¨ªa, sign¨® bajo el nombre de Graves una sola palabra, tan grandiosa como humilde: "Poeta".
GU?A PR?CTICA
Informaci¨®n- Ca n'Alluny (971 63 61 85; www.fundaciorobertgraves.com).De martes a s¨¢bado, de 10.00 a 17.00; domingos, hasta las 15.00. 5 euros.- Ayuntamiento de Dei¨¤ (971 63 90 77; www.deia-mallorca.com).Comer- Es Rac¨® des Teix (971 63 95 01). Vi?a Vieja, 6. Dei¨¤. Una estrella Michelin. Men¨² degustaci¨®n con vinos, 120 euros. Abre el 2 de febrero.Dormir- Villaverde (971 63 90 37). Ramon Llul, 19. Dei¨¤. Doble, 50 euros.j:/hedata/archive/graphic/8/1/1/23/20061209//GRAVES.eps
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.