David Bronstein, maestro de ajedrez
Su creatividad e independencia lo marginaron del r¨¦gimen sovi¨¦tico
"Bobby, ?por qu¨¦ lloras por una partida? A m¨ª me obligaron a perder el Campeonato del Mundo". El sensible David Bronstein trataba de consolar a un inconsolable Bobby Fischer despu¨¦s de que el campe¨®n estadounidense perdiese una partida con el ruso Bor¨ªs Spasski en el torneo de Mar del Plata de 1960. Quien as¨ª hablaba hab¨ªa sufrido en sus carnes los peores a?os del estalinismo, con un padre detenido por actividades antisovi¨¦ticas y en el que el protegido del sistema era Mija¨ªl Botv¨ªnnik, el camarada que hab¨ªa recuperado para la URSS el t¨ªtulo mundial en 1946.
Adem¨¢s, este artista insaciable, uno de los mayores genios que dio el ajedrez en el siglo XX, fue el ¨²nico gran maestro sovi¨¦tico que se neg¨® a firmar una carta de condena de su colega disidente y "desertor" V¨ªktor Korchn¨®i, cuando ¨¦ste decidi¨® no volver a la URSS tras el torneo de Amsterdam de 1976. Como le dijo Bronstein a su amigo asturiano Antonio Arias, ¨¦l se negaba a formar parte del engranaje sovi¨¦tico. Bronstein, que hablaba bien el castellano, pas¨® varias temporadas en Asturias a partir de 1992, seg¨²n informaba ayer el diario ovetense La Nueva Espa?a.
La ¨²nica forma que tuvo Bronstein, jud¨ªo y nacido en Ucrania, de luchar contra el sistema fue con su ajedrez original, rom¨¢ntico, totalmente diferente al que la Escuela Sovi¨¦tica hab¨ªa impuesto, basado en el estudio casi matem¨¢tico de las aperturas y los finales, con una t¨¦cnica m¨¢s propia de una computadora que de un humano. En definitiva, una racionalizaci¨®n del ajedrez del que Bronstein trat¨® de huir con su imaginaci¨®n, y a punto estuvo de conseguirlo el 8 de mayo de 1951 si no hubiera perdido la 23? partida del encuentro por el t¨ªtulo mundial con Botv¨ªnnik. Unas tablas hubieran cambiado la historia del ajedrez, pero la derrota signific¨® un duro golpe psicol¨®gico para Bronstein. En varias ocasiones estuvo cerca de volver a lucha por el t¨ªtulo mundial, pero siempre quedaba a las puertas en una maldici¨®n, s¨®lo comparable a la de otro talento del ajedrez, el jugador estonio Paul Keres, a quien la II Guerra Mundial sorprendi¨® en el bando equivocado.
David I¨®novich Bronstein, fallecido el martes en Minsk (Bielorrusia), naci¨® el 19 de febrero de 1924 en Belaia Ts¨¦rkov (Ucrania). A los 6 a?os aprendi¨® a jugar, y a los 16 fue el m¨¢s joven ajedrecista de la URSS que llega a conseguir el t¨ªtulo de gran maestro. El ajedrez imaginativo de Bronstein pronto cautiv¨® a los aficionados de todo el mundo y sus resultados no se hicieron esperar: subcampe¨®n del mundo en 1951, campe¨®n de la URSS en 1948 y 1949, ganador de los interzonales (clasificatorios para el Mundial) de 1948 y 1955... Pero al margen de esto, Bronstein amaba el milenario juego las 24 horas del d¨ªa, con una curiosidad intelectual que le llev¨® a crear un sistema de medici¨®n del tiempo para el ajedrez que todav¨ªa hoy perdura, a experimentar con computadoras cuando ¨¦stas eran un lejano sue?o, all¨¢ por 1963, y a escribir libros maravillosos y cl¨¢sicos desde el primer d¨ªa como Z¨²rich 1953, sobre el hist¨®rico interzonal que se disput¨® en esa ciudad.
Era un genio muy humilde, capaz de dar todas las explicaciones necesarias para que nadie le acusase de divo. Por ejemplo, una vez tard¨® 40 minutos en realizar el primer movimiento de una partida. Cuando Boleslavski, su rival, le pregunt¨® el motivo, Bronstein respondi¨®: "Hasta que logr¨¦ recordar d¨®nde hab¨ªa dejado las llaves de mi casa no pude lograr la concentraci¨®n necesaria para mover mi pe¨®n de rey". Se nos ha ido uno de los campeones sin corona que ha producido la historia, pero nos quedan sus maravillosas partidas.
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