Gigante
Vivimos un agigantamiento a prop¨®sito de todo, ahora de las luces de Navidad, cada a?o m¨¢s luces, un total de 8.265.530 bombillas en siete provincias. El Ayuntamiento de Almer¨ªa, que no da cifras, se limita al anuncio de un gasto en luz navide?a bastante superior al del a?o pasado. Se encender¨¢n 3.500.000 bombillas en M¨¢laga, 1.557.000 en Sevilla, 290.000 en Huelva. Granada y C¨¢diz pasar¨¢n del mill¨®n. Ja¨¦n y C¨®rdoba rebasar¨¢n las 300.000. La Navidad es una conmemoraci¨®n, una monumental tarta de cumplea?os por las navidades de toda la vida, otra vez resucitadas. Estos d¨ªas la calle parece m¨¢s habitable que las casas.
La tradici¨®n era parte de la educaci¨®n religiosa. Pero ahora la educaci¨®n tiende al entretenimiento de los ni?os, y lo m¨¢s distra¨ªdo es comprar. La luz es oro: estos racimos de luces callejeras son una brillante invocaci¨®n. Los alquimistas valoraban el oro porque era recept¨¢culo del fuego elemental, el sol, la luz. Las bombillas navide?as son ristras de monedas tintineantes. Es una enso?aci¨®n que nos ata a la tierra: la nube luminosa que en Navidad sube al cielo sobre M¨¢laga impide que los telescopios del Instituto de Astrof¨ªsica de Andaluc¨ªa lleguen a los astros. Hoy los Reyes Magos no ver¨ªan la estrella.
El agigantamiento de la luz iguala el agigantamiento de las ciudades. N¨ªjar, de 25.000 habitantes, construir¨¢ 60.000 viviendas nuevas. Antas, de 3.000 habitantes, al norte de N¨ªjar, tendr¨¢ 60.000 viviendas m¨¢s que ahora. Los 6.000 habitantes de Moj¨¢car ver¨¢n crecer 10.000 viviendas nuevas en su pueblo. Se multiplicar¨¢n las poblaciones aunque cada vez nazcan menos ni?os. Tambi¨¦n Las Vegas americanas surgieron en un desierto y ahora son casinos, el universo de los sue?os tur¨ªsticos, lagos italianos, Venecia, la Torre Eiffel, el Coliseo, el Tah Mahal, el puente de Brooklyn, la Alhambra en Nevada. En los pueblos andaluces multiplicados bastar¨ªa con copiar la arquitectura razonable del mundo, casas de buenas ventanas y paredes, tejados s¨®lidos y buen alcantarillado, ¨¢rboles. Pero es m¨¢s dif¨ªcil imitar lo pr¨¢ctico que lo fant¨¢stico.
Tambi¨¦n se agiganta la noci¨®n de pobreza. La cuarta parte de los andaluces son pobres, dec¨ªa el teletexto de Canal Sur el viernes por la noche. Ser pobre es ganar menos de 6.347 euros por persona al a?o. Esto es ser pobre europeo. Espa?a es pobre en la vieja Uni¨®n Europea de quince miembros. Andaluc¨ªa es pobre en Espa?a. Un pobre espa?ol gana menos de 530 euros mensuales en su pobreza con seguro m¨¦dico, ense?anza gratuita y ciertos derechos sociales. Hay quienes protestan contra estas estad¨ªsticas y argumentan que aqu¨ª no hay pobres: ser pobre, dicen, es ganar un euro al d¨ªa como en algunas regiones africanas o asi¨¢ticas.
Nuestra riqueza de pobres en Europa genera una extraordinaria cantidad de basura hecha de envoltorios de regalos, sobras y ¨¢rboles navide?os difuntos, el bot¨ªn final de la diversi¨®n. Un ecologista le dec¨ªa a F. J. P¨¦rez en este peri¨®dico que los 3,5 millones de bombillas malague?as emitir¨¢n media tonelada de di¨®xido de carbono por hora a la atm¨®sfera. Suena a colosalismo catastr¨®fico, pero quiz¨¢ sea verdad. Un comerciante ve¨ªa en las luces de Navidad una inversi¨®n francamente buena y necesaria. La luz es venta y atracci¨®n, y donde hay luz hay vida.
Me ha recordado un cuento de Scott Fitzgerald. Un cura, el padre Schwartz, medita en voz alta despu¨¦s de confesar a un ni?o. Le recuerda al chiquillo las luces de los parques de atracciones. Cuando la gente se re¨²ne en un buen sitio, las cosas resplandecen. Hay luz. "Pero no te acerques mucho, porque si te acercas demasiado s¨®lo sentir¨¢s el calor, el sudor y la vida", dice el padre Schwartz. El viernes por la noche o¨ª por casualidad la meditaci¨®n de una ni?a ante una mesa adornada con hojas de abeto artificiales, troncos, cintas, candelas, y un Pap¨¢ Noel, con sus barbas y su traje rojo y espeso, en su carro de renos. Era un mundo vegetal y animal, de bosque cerrado, luminoso. "Pap¨¢ Noel tiene que oler mal", dijo la ni?a.
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