Memoria y miedo en Euskadi
Guti¨¦rrez Arag¨®n rueda en las calles de San Sebasti¨¢n la historia de un profesor amenazado y un etarra desmemoriado
"Me ha dado un vuelco el coraz¨®n. Por un momento he pensado que hab¨ªamos empezado otra vez", murmur¨® un profesor de Derecho Constitucional una ma?ana del pasado mes de noviembre cuando lleg¨® a su trabajo en la Universidad de San Sebasti¨¢n. Esa ma?ana, la Facultad de Filosof¨ªa hab¨ªa amanecido plagada de pancartas amenazadoras, junto a pintadas alusivas a ETA y los presos. "Legazpi, carcelero". En un cartel, el rostro de un hombre en el centro de una diana. Una patrulla de la Ertzaintza vigilaba la entrada. Con miradas y gestos retadores, un grupo de alumnos esperaba en los jardines la salida de Xavier Legazpi, el profesor al que momentos antes le hab¨ªan dejado pr¨¢cticamente solo ante la pizarra del aula.
"Me encontr¨¦ con el escritor Ra¨²l Guerra Garrido y su sempiterno escolta"
El abogado Bandr¨¦s le cont¨® al director una historia real parecida a la de un protagonista
Lo que esa ma?ana de octubre no sab¨ªa ese profesor de Derecho Constitucional es que se rodaba all¨ª una pel¨ªcula, tan real y cercana que le hizo recordar momentos tr¨¢gicos y dolorosos. "Qu¨¦ sobresalto me he llevado al ver esas pancartas, esas protestas". Se lo confesaba, ya m¨¢s tranquilo, a Manuel Guti¨¦rrez Arag¨®n, director de Todos estamos invitados. Y se anim¨®: "Ya es hora de que se hagan este tipo de pel¨ªculas. Todav¨ªa las cosas est¨¢n mal. Conozco a un profesor de Bilbao que a¨²n lleva cuatro guardaespaldas". No es el ¨²nico. Ah¨ª siguen los amenazados y sus escoltas. "Filmando en las calles de San Sebasti¨¢n", confiesa Guti¨¦rrez Arag¨®n, "me encontr¨¦ con el escritor Ra¨²l Guerra Garrido y su sempiterno escolta. Una escena real en medio de la ficci¨®n que la retrata. Hablamos un rato, me regal¨® su ¨²ltimo libro y sigui¨® su paseo seguido del escolta. La vida cotidiana de un amenazado".
Todos estamos invitados habla de amenazas, miedos y memoria. Con gui¨®n del propio Guti¨¦rrez Arag¨®n y de ?ngeles Gonz¨¢lez Sinde, el filme trata de Xavier Legazpi, un profesor de Universidad amenazado por ETA (Jos¨¦ Coronado) y su vida cotidiana en las calles de su ciudad, San Sebasti¨¢n, en su trabajo, con sus amigos. El profesor tiene una relaci¨®n sentimental con una psicoterapeuta italiana (Vanesa Incontrada). La amenaza interfiere en su vida ¨ªntima y la desestabiliza. Por otro lado, aparece un joven etarra, Josu Jon (?scar Jaenada), que resulta herido en un atentado y pierde la memoria. Cuando sale del hospital penitenciario no sabe qui¨¦n es, si un luchador por Euskadi libre o un ciudadano que no se mete en l¨ªos.
"Los procesos de la memoria siempre me han interesado", dice Guti¨¦rrez Arag¨®n. Fue el abogado Juan Mari Bandr¨¦s quien le cont¨® hace a?os una historia real parecida a la de este etarra, a la que uni¨® la del profesor amenazado por la violencia de ETA. "Me seduce mucho esa historia del etarra sin personalidad y me hiere la vida de los amenazados", dice el director.
Sabedor de que lo que rueda es un tema m¨¢s que delicado en Euskadi -algunos actores han rechazado su presencia "alegando motivos que todos se pueden imaginar"-, y m¨¢s en estos momentos de equilibrios y de dudas en torno al proceso de paz, este director, cuya filmograf¨ªa est¨¢ siempre muy cercana a la realidad, asegura que no va a entrar en las "miserias" de la pol¨ªtica y de los partidos. "Creo que va a ser un filme pol¨ªticamente incorrecto para todos. Hay que tener una habilidad especial para que no te coloquen en ninguno de los dos lados. Espero tenerla". "Aqu¨ª haces la pel¨ªcula y te asalta la realidad. Me han escandalizado los silencios y las miradas hacia otro lado cuando me encontr¨¦ con Guerra Garrido. No es lo mismo que te lo cuenten que observar la vida diaria de tanta gente amenazada y escoltada", dice el realizador, quien recuerda que ¨¦l vivi¨® en San Sebasti¨¢n durante la anterior tregua de ETA. "La frase m¨¢s com¨²n entonces es que nada pod¨ªa ser como antes, y todos sabemos lo que pas¨®. Ahora no hay atentados, espero que esta tregua sea de verdad definitiva".
El club Askatuak es un lugar de encuentro de aficionados al baloncesto y de festejos culinarios de cuadrillas. Est¨¢ junto al estadio de Anoeta y para llegar all¨ª hay que atravesar la plaza Aita Donostia, con una paloma de la paz en el centro, obra de N¨¦stor Basterretxea, lugar emblem¨¢tico desde siempre de encuentros y manifestaciones en contra de la violencia etarra. Una tarde, a finales del pasado mes de noviembre, el club Askatuak planeaba un gran fest¨ªn. Se rodaba una reuni¨®n de 10 amigos para saborear las exquisiteces preparadas por uno de ellos, el abogado Iribar (I?aki Miram¨®n). Es un encuentro m¨¢s de una pe?a gastron¨®mica para charlar, comer y beber entre conocidos. Hay profesores, abogados, hasta un cura. Una mesa llena de suculentos alimentos. Y un plato estrella: las cocochas de merluza. Iribar, con mandil blanco, recibe uno a uno a los comensales. Fuera debe de hacer fr¨ªo. Cuelgan sus abrigos y bufandas mientras van oliendo y quiz¨¢s ya saboreando las exquisiteces que les esperan. "Huele a bacalao". "Lubina al horno". "Sea lo que sea, es un pilpil". El ¨²nico que acierta es el ¨²ltimo en llegar. "Que bien huelen las cocochas", dice el profesor Legazpi. "T¨² lo has dicho, son cocochas. Buen olfato. Pasa, pasa", le invita Iribar.
Sin embargo, a pesar de las risas y el vino, hay algo que no va bien. A Legazpi se le ve preocupado, fuera ha dejado a sus guardaespaldas, y hace d¨ªas, unas valientes declaraciones suyas por televisi¨®n -"?Qui¨¦n puede olvidar los muertos de Santa Pola, o de Hipercor...? La pregunta es ?qui¨¦n ser¨¢ el pr¨®ximo? O ?qu¨¦ nos tienen preparado para esta noche?"- han levantado polvareda. Iribar, irritado, salta a la m¨ªnima con inusitada violencia. Se termina la cena, los efectos del alcohol se notan e Iribar susurra el o¨ªdo de Legazpi, mientras le sirve un chupito, el mensaje que ha estado esperando darle durante toda la velada.
Iribar: "?Qu¨¦? ?Estaban buenas las cocochas?".
Legazpi: "S¨ª. Felicidades. Las mejores que he comido nunca".
Iribar: "Me alegro. Porque son las ¨²ltimas que vas a comer en tu vida".
La amenaza se ha hecho realidad y Legazpi no sale de su asombro. El resto de los amigos parece no haber o¨ªdo nada.
Legazpi: "?Le hab¨¦is o¨ªdo? ?Le hab¨¦is o¨ªdo? ?S¨ª o no?".
Nadie contesta, el profesor se levanta con ira. En el cuarto de ba?o, mientras se despeja la cara con agua, se le nota el miedo. Detr¨¢s de ¨¦l aparece Azcoaga, el viejito simp¨¢tico de la cuadrilla de comensales. "Yo s¨ª lo o¨ª, Xavier. O¨ª a Iribar", le dice mientras saca la cartera del bolsillo y le muestra una foto: "Mira, ¨¦stos son mis nietos. Mi hija es viuda y s¨®lo me tienen a m¨ª. Si no fuera por ellos, yo s¨ª habr¨ªa o¨ªdo a Iribar".
"De comprometido, sin ser extremista", califica el actor Jos¨¦ Coronado (Madrid, 1957) el personaje que interpreta. "Es un hombre que se atreve a decir lo que piensa, con grandes dosis de dignidad. No es un radical, es un hombre que cree en el di¨¢logo y que debe existir el perd¨®n y poder pasar p¨¢gina. Su propio entorno, sus amigos, le dan la espalda y ah¨ª empieza su aut¨¦ntico calvario. Vive siempre bajo la sombra del miedo", explica Coronado. Ha hablado con muchos amenazados en el Pa¨ªs Vasco, entre ellos Fernando Savater, y ha visto el miedo y la impotencia, y, sobre todo, esas miradas y ese silencio al que les tienen sometidos amigos y vecinos. Coronado no tuvo ninguna duda de aceptar el papel, porque, dice, "la pel¨ªcula est¨¢ llena de realidad". Tambi¨¦n ?scar Jaenada (Barcelona, 1975) ha buscado testimonios para su personaje del etarra Josu Jon. Pero lo ha hecho en las herriko tabernas y en c¨ªrculos cercanos a Herri Batasuna. Se ha trabajado bien el euskera y ha indagado en la vida vasca. "Josu Jon es un buen gudari de ETA", asegura el actor, quien ha hablado mucho con Guti¨¦rrez Arag¨®n sobre lo que le pasa por la cabeza al etarra despu¨¦s del accidente, que le provoca un cuadro de amnesia severa. "Le plante¨¦ si Josu Jon utilizaba esa supuesta p¨¦rdida de memoria como excusa para salir de ETA", explica Jaenada. La inc¨®gnita se mantendr¨¢ hasta el final de Todos estamos invitados.
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