Sobre la excelencia educativa
Hoy en Catalu?a el servicio p¨²blico educativo tiene dos retos principales: la igualdad social y la calidad. ?sta es una de las principales conclusiones que se pueden desprender al poner en perspectiva comparada algunos de los resultados de nuestro sistema educativo con los equivalentes de los sistemas educativos de pa¨ªses de nuestro entorno. En algunos de ellos se demuestra que calidad e igualdad pueden ir de la mano y darse con mayor intensidad que en Catalu?a se vienen dando. Es decir, no se neutralizan entre ellos (lo que uno gana no lo pierde el otro) y en estas cuestiones hay modelos educativos m¨¢s eficaces que el nuestro. No es la nuestra una situaci¨®n desastrosa, pero s¨ª objetivamente mejorable a ra¨ªz de los datos de que disponemos sobre nuestra realidad y tambi¨¦n de la que otros han alcanzado.
La educaci¨®n p¨²blica debe establecer garant¨ªas de que no habr¨¢ escollos econ¨®micos, argucias legales, discriminaci¨®n religiosa o dificultades en el acceso por el ideario del centro
Si nos comparamos con los otros pa¨ªses de la OCDE, podemos observar que en igualdad y calidad no estamos lejos de la media de todos ellos. Ni nuestra realidad educativa es la m¨¢s socialmente injusta, ni la que peor resultados ofrece en calidad. Todo esto es cierto. Pero, sin caer en falsos derrotismos, tampoco nuestro escenario educativo alcanza una situaci¨®n como para lanzar mensajes de optimismo. En educaci¨®n, como en tantas otras cosas, no somos referentes de nada ni de nadie, y esto no es buena se?al. La nuestra es una discreta posici¨®n de mediocridad donde hay un gran margen para mejorar. Este margen es el que nos debe incentivar a recorrer el trayecto que separa la discreta mediocridad de ser una potencial referencia.
Alguien podr¨ªa darse por satisfecho simplemente por el hecho de no ocupar ninguna plaza entre los pa¨ªses que est¨¢n a la cola. No ser de lo peorcito no puede ser nunca un consuelo, a no ser que se tenga una desconfianza absoluta en las potencialidades y aptitudes de uno mismo. El objetivo que debemos perseguir como naci¨®n es que Catalu?a ocupe los m¨¢ximos niveles de igualdad y calidad. No se trata de evitar estar entre el grupo de cierre de las estad¨ªsticas oficiales, simplemente porque estar en el pelot¨®n de los torpes no es bonito. No, no debemos tener una visi¨®n competitiva con nadie m¨¢s que con nosotros mismos. Mejorar nuestra propia realidad en nada perjudica a terceros. Tanto la calidad educativa como la igualdad no son resultados de suma cero en el intercambio permanente que la globalizaci¨®n nos impone a diario con buena parte de otros pa¨ªses. Pero lo que s¨ª debemos tener muy claro es que no mejorar la nota en los ¨ªndices que nos informan sobre la calidad de la educaci¨®n es perder posiciones y expectativas de ¨¦xito como pa¨ªs en el mercado global. No mejorar nota en los ¨ªndices que nos informan sobre la igualdad social en nuestro sistema educativo es poner en la picota los cimientos de la cohesi¨®n en nuestro pa¨ªs, empezando por el de la movilidad social. Y todo ello ser¨¢ bien visible en los a?os venideros si no se pone remedio ahora.
Se est¨¢n empezando a o¨ªr voces que reclaman de nuestro sistema educativo la excelencia. Es ¨¦ste un buen concepto al que el propio consejero Maragall ha dedicado algunas de sus primeras palabras tras acceder al cargo. Pero seamos prudentes. La excelencia s¨®lo es socialmente beneficiosa si se da en un contexto de m¨¢xima calidad, donde la adquisicion de la misma no sea patrimonio de unos pocos y donde el sistema educativo no sea tampoco un territorio hostil a la pr¨¢ctica de la igualdad social. Para alcanzar la excelencia, hay que cumplir antes con otros requisitos, por ejemplo el de incrementar notablemente el porcentaje de nuestra poblaci¨®n de entre 20 y 24 a?os que ha finalizado la ense?anza secundaria obligatoria. En esta cuesti¨®n, detr¨¢s de nosotros, por la cola, s¨®lo tenemos el resto de Espa?a, Portugal y Malta. ?ste es uno de los m¨²ltiples ejemplos posibles que ilustran que la excelencia, entendida como una cualidad colectiva m¨¢s que como una posici¨®n individual de unas pocas decenas o escasos centenares de personas, pasa ante todo por impulsar pol¨ªticas de calidad educativa y de igualdad social a lo largo de la escolarizaci¨®n.
Hay que empezar desde el inicio de la escolarizaci¨®n y tambi¨¦n desde lo que es nuclear y neur¨¢lgico del sistema educativo. Dos ejemplos nos ilustran. El primero nos lleva a la afirmaci¨®n de que la exigencia de plazas para ni?os de hasta tres a?os no es s¨®lo una medida que busque favorecer la incorporaci¨®n de las madres al mercado laboral, sino tambi¨¦n una apuesta para reducir el impacto negativo que la pertenencia a determinados grupos sociales tiene en los resultados educativos. Es decir, es una apuesta que deber¨ªa permitir incrementar los resultados acad¨¦micos (calidad) y disminuir el peso de las desigualdades sociales en la escuela. Los datos de que hoy disponemos as¨ª lo corroboran. La escolarizaci¨®n de cero a tres a?os es mucho mayor en las clases pudientes y el ¨¦xito escolar se correlaciona positivamente con aquellos que han sido escolarizados en ese periodo. El segundo ejemplo nos sit¨²a en la necesaria reducci¨®n de la dualizaci¨®n social que el sistema educativo catal¨¢n viene desarrollando en los ¨²ltimos a?os, patentizada en la confrontaci¨®n de resultados y realidades entre la escuela p¨²blica y la concertada.
La definici¨®n del servicio p¨²blico educativo es un paso muy importante en la direcci¨®n correcta, pero ahora hay que desarrollarlo de acuerdo con las directrices del Pacto Nacional para la Educaci¨®n. Hay que avanzar hacia una confluencia de derechos -tambi¨¦n financieros- y de obligaciones, en el sentido de la no exclusi¨®n de ningun alumno por ninguna raz¨®n en ning¨²n centro sostenido con dinero p¨²blico. El servicio p¨²blico educativo debe establecer garant¨ªas suficientes para los centros en materia de financiaci¨®n, pero tambi¨¦n garant¨ªas suficientes a los padres de que no se van a encontrar ningun escollo econ¨®mico, argucia legal, discriminaci¨®n por motivos de creencias religiosas propias o dificultades en el acceso por el ideario del centro. El servicio p¨²blico educativo es la ¨²nica oportunidad razonable que permite contar con la aportaci¨®n del 99% de los centros educativos existentes en el pa¨ªs para corregir tendencias observadas en los ¨²ltimos a?os que nos alejan del principio de igualdad de oportunidades, sin el cual la cohesi¨®n social en el futuro corre peligro. Y sin cohesi¨®n social, la excelencia pierde todo el sentido.
Jordi S¨¢nchez es polit¨®logo.
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