Aconfesional, no laicista

Creo que conviene aclarar algunos t¨¦rminos que resultan confusos ante quienes defienden una Espa?a constitucionalmente laica. Porque resulta incoherente que, a la vez que definen la supuesta laicidad del Estado espa?ol como un marco de libertad que asegura la democracia y la convivencia pac¨ªfica entre los espa?oles, unos pocos impongan de hecho un pensamiento ¨²nico con una nota esencial: el ataque a la dimensi¨®n religiosa de la persona y a sus manifestaciones p¨²blicas.

Sin embargo, en la Constituci¨®n espa?ola no se nombra en ning¨²n momento el t¨¦rmino laico, laicidad como garantes de la democracia, sino que se subraya el car¨¢cter aconfesional del Estado ("Ninguna confesi¨®n tendr¨¢ car¨¢cter estatal", art¨ªculo 16.3). Es decir, el Estado no impondr¨¢ ninguna creencia pero s¨ª garantizar¨¢ la libertad individual de cada uno a vivir seg¨²n sus propias convicciones y a que sus hijos se eduquen en ellas (art¨ªculo 27.3). ?Por qu¨¦ se intenta ahora contraponer las creencias a la vida p¨²blica? ?Por qu¨¦ este ataque cada vez m¨¢s radical a todo lo que suene a religi¨®n haci¨¦ndolo incompatible con lo democr¨¢tico, lo plural?

Todos, independientemente de nuestro credo o ideas, buscamos lo mismo: el bien com¨²n y el progreso de la sociedad, y no creo que la manera de conseguirlo sea expulsar del ¨¢mbito social la dimensi¨®n espiritual de la persona que todos tenemos y manifestamos de diferentes modos. Hacerlo as¨ª significa imponer un modo de pensar un¨ªvoco que, adem¨¢s de atentar contra la conciencia de muchos y su libertad religiosa y de pensamiento, empobrece a la sociedad porque elimina el rico legado cultural y religioso que cada uno s¨®lo por el hecho de haber nacido en Espa?a llevamos impreso.