'Copycat'
De las casi flatulentas pompas f¨²nebres que el ej¨¦rcito chileno dedic¨® al dictador Augusto Pinochet Ugarte cabe deducir que gran parte de los integrantes de dichas fuerzas armadas estaban deseando verle muerto para montarse un autohomenaje, forzosamente aplazado a lo largo de estos a?os de dif¨ªcil equilibrio democr¨¢tico en el pa¨ªs andino. Esos militares se reivindicaron en una ceremonia presumiblemente calculada y dise?ada desde hace tiempo, proclamando de forma m¨¢s que impl¨ªcita la pervivencia del golpe de Estado como instrumento contra los enemigos de la patria, militarmente designados, faltar¨ªa m¨¢s. No nos extra?e. En ¨¦poca de retrocesos, de neocolonialismo salvaje, de inseguridad y paranoia equiparables a las que alentaron la guerra fr¨ªa, y de vuelta oficial de la tortura, ?por qu¨¦ no deshacerse en elogios del golpismo m¨¢s rancio?
Qu¨¦ garbo guerrero, qu¨¦ gravidez de ardorosos cascos, qu¨¦ hist¨¦ricos discursos. Y qu¨¦ castrense, el capell¨¢n. Espero que los j¨®venes de todos los pa¨ªses del mundo, pero muy en especial los europeos, contemplaran el ritual en sus televisores, mp3 o lo que sea que ahora usen. Que hayan visto, al menos, las fotos. Porque lo que presenciamos no fue el entierro del ¨²ltimo dictador de la derecha latinoamericana, sino la ¨²ltima cabalgada de las walquirias del ¨²ltimo dictador de escuela europea y, m¨¢s concretamente, franquista, con ligeros toques prusianos. Para completar la semejanza, el caballero reposaba en su ata¨²d de gala sin las gafas negras que, ellas s¨ª, le confer¨ªan un punto asesino y traidor m¨¢s del terru?o. Pues bien, fundamos esas im¨¢genes con las del Valle de los Ca¨ªdos y sepamos, de una vez por todas, que Pinochet no fue sino el mejor copycat del Centinela de Occidente mantenido por Estados Unidos. He aqu¨ª una lecci¨®n de Historia.
El propio Wall Street Journal reconoc¨ªa en su editorial el importante papel que tanto Pinochet como Franco jugaron para detener el avance del comunismo en el mundo. Por eso ech¨¦ en falta, detr¨¢s del t¨²mulo, el trote del caballo predilecto del general, aquel que le sostuvo desde el principio de su andadura. Pero es que Henry Kissinger galopa hoy en otra cuadra, ech¨¢ndole una mano a Bush en Irak.
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