Limusina adolescente
En Al l¨ªmite (1999), interesant¨ªsima pel¨ªcula de Martin Scorsese considerada de forma restrictiva como una obra menor, el conductor de ambulancias protagonista deb¨ªa atender en una de sus guardias a una adolescente latina que estaba a punto de dar a luz mientras gritaba a los cuatro vientos que no pod¨ªa ser porque ella era virgen. Esa chica del filme de Scorsese podr¨ªa ser perfectamente la protagonista de Quincea?era, cinta de corte independiente en la que tambi¨¦n se produce un embarazo por obra y gracia del azar, de lo sobrenatural o de qui¨¦n sabe qu¨¦.
Ambientada en uno de esos barrios de Los ?ngeles en los que pueden vivir pared con pared unos elitistas profesionales del arte y unos trabajadores inmigrantes a los que el mercado inmobiliario pretende desplazar, la pel¨ªcula tiene algunas de las virtudes y de los defectos que tambi¨¦n pose¨ªa la reciente Las mujeres de verdad tienen curvas (2002): sencillez, credibilidad a la hora de mostrar las caracter¨ªsticas esenciales de sus personajes y tendencia al t¨®pico en las situaciones mostradas. As¨ª, Quincea?era se atreve a entrar en el vedado tema de la homosexualidad en ambientes chicanos y lo hace con desparpajo y atrevimiento, aunque puesto el tema sobre la mesa, nunca llega a establecerse una reflexi¨®n que huya del lugar com¨²n.
QUINCEA?ERA
Direcci¨®n: Richard Glatzer y Wash Westmoreland. Int¨¦rpretes: Emily R¨ªos, Jesse Garc¨ªa, Chalo Gonz¨¢lez, J. R. Cruz. G¨¦nero: drama. EE UU, 2006. Duraci¨®n: 90 minutos.
Como en la excelente trama del traje de comuni¨®n al que la familia no puede acceder econ¨®micamente en la brit¨¢nica Lloviendo piedras (Ken Loach, 1993), aqu¨ª tambi¨¦n tiene lugar un acto que la estirpe no puede permitirse celebrar con todo el lujo que otros predican: la quincea?era, festejo pagano nacido de la tradici¨®n azteca del paso de la ni?ez a la edad adulta. Donde all¨ª hab¨ªa un simulacro de traje de novia para cr¨ªas imposible de financiar, aqu¨ª hay nada menos que una limusina que alquilar, con la que aparecer radiante ante la habitual chismosa vecindad. La pena es que la pel¨ªcula se ve con soltura, con agrado, pero nunca hurga en la herida, resulta demasiado epid¨¦rmica.
Desde hace un tiempo, los productores y distribuidores estadounidenses buscan proyectos con los que alimentar (y de paso alimentarse) a la amplia comunidad hispana del pa¨ªs. Productos cercanos que, como ocurre desde hace tiempo con los afroamericanos, sean devorados en las salas por gente que se identifique con sus historias. Quincea?era, Gran Premio del Jurado en Sundance, es una de las primeras tentativas v¨¢lidas. Pero de ah¨ª a que sea una gran pel¨ªcula hay un trecho.
Babelia
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