La nostalgia del infierno
Liliana Cavani desmitifica su controvertida 'El portero de noche'
La velada los volvi¨® a juntar a los tres. En la pantalla, Charlotte Rampling con su vestidito salm¨®n y Dirk Bogarde con su elegante y amenazador uniforme de las SS, eternizados ambos por la magia del celuloide. En la platea, Liliana Cavani, la directora de El portero de noche (1974). "En Italia la censura lo simplific¨® todo en una cuesti¨®n de sexo. '?Por qu¨¦ ha puesto a la mujer encima del hombre al hacer el amor?'. S¨®lo les preocupaba eso, la escena del bote de mermelada". Cavani mov¨ªa la cabeza, a¨²n incr¨¦dula, durante el coloquio sobre su c¨¦lebre y controvertido filme -relaci¨®n sadomaso entre una v¨ªctima del Holocausto y su captor nazi- la noche del jueves, tras la proyecci¨®n en la Filmoteca de Catalu?a. "Charlotte, Dirk y yo quedamos muy sorprendidos por el ¨¦xito del filme. Pens¨¢bamos que era una pel¨ªcula para minor¨ªas".
Fue una velada te?ida de nostalgia. Una nostalgia que no era s¨®lo la irracional, terrible, morbosa que sienten en el filme los dos protagonistas por el infierno del campo nazi donde vivieron su historia de negro amor. Ni la que se le supone a Cavani, aunque en el coloquio se mostrara como una mujer dura, correosa y desmitificadora, ante su pel¨ªcula. En el mismo cine que alberga la filmoteca, el antiguo Aquitania, se pasaba hace 30 a?os El portero de noche y ah¨ª la vieron entonces algunos de los que asist¨ªan anteayer al pase. Entre ellos, quien firma estas l¨ªneas, quedando tan impactado -19 a?os, COU, escaso conocimiento a¨²n del masoquismo; la Rampling la primera mujer completamente desnuda a toda pantalla-, que a¨²n hoy la recuerda casi fotograma a fotograma, pegada absurdamente a la memoria como esos caramelos imposibles de desenganchar de la suela del zapato.
Empez¨® la proyecci¨®n sin la Cavani, todav¨ªa en el Liceo donde ensaya Manon Lescaut. Son¨® la m¨²sica amarga y decadente de Daniele Paris, apareci¨® el hotel Zur Oper, la Viena demacrada. La superviviente Lucia (Rampling, con 28 a?os), llegada por un malicioso capricho del destino al hotel donde se esconde haciendo de porte-ro su antiguo verdugo, el ex obersturmf¨¹hrer Max (un hombre de Kaltenbrunner que jugaba al m¨¦dico en el mismo campo que la chica), cruza la mirada con ¨¦l. Flash-back de ella, andr¨®gina, en la fila de selecci¨®n, ante la c¨¢mara del nazi... Seguir¨¢ la impactante secuencia del oficial SS homosexual Bert danzando ballet en tanga en las fr¨ªas dependencias del campo y, m¨¢s tarde, la escena central (la primera que se film¨®) en la que la Rampling baila l¨²bricamente con la gorra de la calavera y los senos al aire, icono de la pel¨ªcula, mientras canta una canci¨®n de Marlene Dietrich. En el coloquio, Cavani neg¨® que se refocilara en la aparatosa est¨¦tica nazi -Susan Sontag se refiri¨® con respecto a su pel¨ªcula a la "erotizaci¨®n del fascismo"- . "No hay fascinaci¨®n alguna. Los nazis eran as¨ª, no iba a disfrazarlos de orientales". El uso de La flauta m¨¢gica en la pel¨ªcula fue s¨®lo porque "daba la emoci¨®n justa" y no debe verse en ello ninguna f¨¢cil alusi¨®n sexual (aunque suene un aria mientras un SS sodomiza a un preso y Bogarde introduce -valga la palabra- a Rampling en los arcanos de la felaci¨®n).
La directora record¨® el origen del filme. "Hice un documental sobre la Resistencia y entrevist¨¦ a mujeres supervivientes de los campos, entre ellas una maestra del Piamonte que estuvo en Dachau. Vi en la relaci¨®n entre v¨ªctimas y verdugos un tema poco investigado y que se pod¨ªa explicar a trav¨¦s de una historia. La escrib¨ª yo misma en una tarde, aunque luego hubo muchas variaciones durante el rodaje".
"Cada uno debe sacar su impresi¨®n de la pel¨ªcula", continu¨®. "Un filme es s¨®lo un filme. Y ¨¦ste un grano de arena en un tema enorme". Cavani acab¨®: "No s¨¦ si est¨¢ llamado a perdurar".
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