La casa de la esperanza y del cari?o
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A primera vista parece un club juvenil. Es la hora del almuerzo y una treintena de chicas charlan bulliciosamente. Pa?uelos de colores, pantalones cargo, batas isl¨¢micas cort¨ªsimas. Nada que no se vea en cualquier cafeter¨ªa del norte de Teher¨¢n, donde se halla este centro de d¨ªa para muchachas de la calle. La fundaci¨®n Omid-e-Mehr (Esperanza de Cari?o) trata de darles una oportunidad para reintegrarse en la sociedad.
Huidas de casa, abandonadas o explotadas por su familia, la mayor¨ªa ha terminado en una comisar¨ªa de polic¨ªa, cuando no en la c¨¢rcel. Las acusaciones de prostituci¨®n son habituales. Luego, las autoridades las env¨ªan al centro de reinserci¨®n Behzisti, conocido como la Casa de la Compasi¨®n, pero all¨ª "no tienen medios suficientes", se?ala Mahin Halati, prima de la fundadora de Omid-e-Mehr, Marjaneh Halati, y miembro de la junta directiva.
Ni medios, ni programa. Omid-e-Mehr no enfoca sus problemas como un asunto de seguridad, sino de falta de oportunidades. "Trabajamos mucho la autoestima", explica la directora, Eshrat Gholipur. "La mayor¨ªa de las chicas llegan con depresi¨®n, algunas no piensan m¨¢s que en suicidarse, y s¨®lo tras recibir tratamiento est¨¢n en condiciones de implicarse en los cursos de capacitaci¨®n".
Adultas antes de tiempo
Pero no son las clases de inform¨¢tica, ingl¨¦s o costura lo m¨¢s importante que les ofrece esta casa de la esperanza, sino el cari?o. Una veintena de empleados y otros tantos voluntarios, profesoras, psic¨®logos, enfermeras o simples amigas que como Mahin, una maestra jubilada, van cada d¨ªa a pasar un rato con ellas, han transformado el universo de estas j¨®venes a las que hicieron adultas antes de tiempo. "Les capacitamos, les damos libertad y les ense?amos a moverse en la sociedad", resume Gholipur.
A su llegada, muchas rechazan la presencia de un hombre. S¨®lo conocen un tipo de relaci¨®n con el otro sexo: la fuerza. Poco a poco, ganan confianza. "Les ense?amos que son mujeres, no mercanc¨ªas; que tienen derecho a elegir, y conocen a hombres que no se relacionan con ellas por su cuerpo", explica la directora. A diferencia del centro oficial, aqu¨ª no se les proh¨ªbe que tengan novio. Incluso les animan a traerlos a la casa para conocerles. Algunas piensan por primera vez en formar una familia.
Nazla, 18 a?os, simpatiqu¨ªsima y locuaz, se est¨¢ preparando para ser recepcionista. "Lo importante es lograr un trabajo con el que ser independiente", asegura despu¨¦s de 13 meses en Omid-e-Mehr. Mitra, 17, gordita, sin velo, parece m¨¢s t¨ªmida. Quiere ser documentalista para reflejar alg¨²n d¨ªa las experiencias y dificultades de las mujeres. Tambi¨¦n hay varias afganas, como Mina, cuyos padres emigraron desde Bamiy¨¢n. Todas tienen algo en com¨²n: quieren dejar atr¨¢s el pasado.
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