Calles de moda en Brooklyn y Manhattan
Paseo por Williamsburg, Dumbo y otras zonas en auge junto a los puentes de Nueva York
Como tantas cosas en la vida, hace falta un poco de distancia para poder apreciar las muchas dimensiones de la ciudad de Nueva York. Y caminar sobre un delgado sendero suspendido encima de uno de los dos r¨ªos que abrazan Manhattan es tal vez la mejor forma de hacerlo. Cruzar un puente en Nueva York a pie resulta especialmente m¨¢gico porque los paisajes urbanos son m¨ªticos, de pel¨ªcula; pero tambi¨¦n porque los puentes son una parte integral del traj¨ªn neoyorquino de todos los d¨ªas. Y un d¨ªa soleado, al ver los rascacielos brillando bajo el sol de mediod¨ªa; los buques que suben y bajan por las corrientes del puerto; los coches, ciclistas y peatones dirigi¨¦ndose a infinitos lugares de la metr¨®poli, uno se siente suspendido en el aire, casi en un sue?o. Durante gran parte del siglo XX el sue?o de muchos era llegar a Manhattan y abrirse camino all¨¢, y para eso en gran parte se construyeron los grandes puentes de Brooklyn, Manhattan, Williamsburg y George Washington. Pero como la vida es c¨ªclica, para finales del mismo siglo, esos puentes sirvieron para que la gente emprendiera el viaje inverso, a repoblar barrios olvidados al otro lado. Para el viajero son una fuente inagotable de descubrimientos y redescubrimientos.
Cruzar el puente de Brooklyn a pie tiene algo de majestuoso. Por algo Jack Kerouac, Vlad¨ªmir Mayakovsky, Marianne Moore y Hart Crane lo inmortalizaron en verso. A diferencia de los otros puentes, ¨¦ste privilegia a peatones y ciclistas, que cruzan el r¨ªo Este por la pasarela central
BROOKLYN BRIDGE Puente de poetas
El puente de Brooklyn, estrenado en 1883 despu¨¦s de 13 a?os de construcci¨®n, siempre ha sido m¨¢s que una mera v¨ªa de transporte o monumento urbano. Con la suave curva de sus gruesos cables de acero, suspendidos entre dos flamantes torres neog¨®ticas dominando el puerto de Nueva York a m¨¢s de 84 metros de altura, ha sido c¨®mplice de momentos trascendentales: propuestas de matrimonio, maratones y, un d¨ªa de 2001, un ¨¦xodo. Y aunque ahora Brooklyn est¨¢ de moda, durante muchos a?os este puente simboliz¨® los deseos de una multitud de gente que s¨®lo so?aba con cruzar el puente y dejar atr¨¢s Brooklyn para abrirse camino en Manhattan. Un proyecto so?ado durante d¨¦cadas, con decenas de bocetos rechazados e interminables negociaciones. El puente se cobr¨® la vida de 20 obreros, adem¨¢s de su arquitecto, John Roebling, cuyo hijo ingeniero acab¨® termin¨¢ndolo; todo un testamento de una ciudad y un pa¨ªs en pleno esplendor y crecimiento. Tras su inauguraci¨®n, la revista Harper's Weekly public¨®: "La obra ser¨¢ probablemente nuestro monumento m¨¢s duradero".
Cruzar este puente a pie tiene algo de majestuoso. Por algo Jack Kerouac, Vlad¨ªmir Mayakovsky, Marianne Moore y Hart Crane lo inmortalizaron en verso. A diferencia de los otros puentes, el de Brooklyn privilegia a los peatones y los ciclistas, que entran desde Centre Street y cruzan el r¨ªo Este por la pasarela central, una especie de alfombra roja hecha de tablas de madera por encima de los coches con vistas panor¨¢micas. Un d¨ªa soleado, no hay nada m¨¢s grato que divisar, m¨¢s all¨¢ del delicado encaje de cables, el Brooklyn industrial y la silenciosa geometr¨ªa de los edificios de Lower Manhattan. La caminata, larga y cuesta arriba hasta la mitad, termina en el cruce de las desoladas calles Adams y Tillary. Sin embargo, a unos cinco minutos, doblando hacia la derecha, est¨¢ el pintoresco barrio residencial de Brooklyn Heights. Bajando por las calles Henry o Hicks, la primera parada es el Promenade, un paseo al borde del r¨ªo donde el downtown de Manhattan es una fantas¨ªa de metales pesados y cristales transparentes. El barrio, a sus espaldas, es acogedor y elegante, con brownstones decimon¨®nicos en calles arboladas con nombres dulces como Cranberry, Orange y Pineapple (ar¨¢ndano, naranja y pi?a). Los residentes adoran su barrio, y miran a los manhattanianos con altaner¨ªa, misericordia y un toque competitivo, alegando que se vive mucho mejor en Brooklyn.
?sa es una cuesti¨®n subjetiva, pero el barrio s¨ª tiene su encanto. En su calle principal, Montague Street, hay una librer¨ªa de ocasi¨®n buen¨ªsima, Heights Books (en el n¨²mero 109); una tienda de cer¨¢mica kitsch importada desde Manhattan, Fish's Eddy (en el 122); un diner polaco con blintzes (una especie de panqueques) excepcionales (Teresa's, en el 80); en la cercana Henry Street est¨¢ Tazza (n¨²mero 311), donde sirven vinos y paninis ricos; en el 50, Caf¨¦ el Cubanito sirve un respetable mojito.
Un poco m¨¢s all¨¢, en Atlantic Avenue, est¨¢n los locales de toda la vida como el Long Island Restaurant, en el 168, un lugar que parece congelado en el tiempo, con taburetes a?os cincuenta, Wurlitzer, reloj Budweiser y trofeos del desaparecido due?o, campe¨®n local del bowling. M¨¢s arriba, en el 187, est¨¢ Sahadi's, gran emporio de productos ¨¢rabes, y al frente, en el 170, el menos conocido pero m¨¢s ecl¨¦ctico Oriental Pastry & Grocery, que tiene todo lo anterior m¨¢s DVD de pel¨ªculas egipcias y el Cor¨¢n en casete. Para degustar comida ¨¢rabe est¨¢n el Fountain Caf¨¦, en el 183, y el cavernoso y delicioso Tr¨ªpoli, en el 156.
MANHATTAN BRIDGE El s¨ªndrome del hermano menor
Pobre Manhattan Bridge: siempre ha vivido a la sombra de su ilustre hermano mayor, al sur. Inaugurado en 1909, este puente no tiene la gracia del Brooklyn (es una mara?a de cables en azul y blanco, est¨¢ revestido por una alambrada francamente carcelaria, el paseo peatonal est¨¢ al costado sur, no en el centro, y hay que soportar ruidos y temblores del metro), pero tiene sus ventajas. Primera: su ubicaci¨®n en pleno Chinatown. Despu¨¦s de una comida en New York Noodle Town (28 y medio Bowery), all¨ª mismo, en la esquina de Bowery y Canal, est¨¢n las escaleras que dan acceso al puente. En cuesti¨®n de minutos se disfrutan el maravilloso paisaje y la vista del Brooklyn Bridge.
Despu¨¦s de caminar una media hora, bajas otra serie de escaleras y en cinco minutos m¨¢s est¨¢s en Down Under Manhattan Bridge Overpass (DUMBO). Hace una d¨¦cada, cuando los artistas se instalaron en sus antiguos galpones y f¨¢bricas, algunos dec¨ªan que era demasiado siniestro all¨ª debajo del puente Manhattan, y que nunca se podr¨ªa crear un ambiente de barrio; pero all¨ª est¨¢, con cada vez m¨¢s gente guapa, galer¨ªas, restaurantes y tiendas. De dise?o se destacan Prague Kolektiv (143 Front Street), meca de muebles checos del siglo XX; Baxter & Liebchen (33 Jay Street), con piezas danesas de Jacobsen, Henningsen y otros, y Wonk (68 Jay Street), mobiliario funcional e hipermoderno. En Loopy Mango Front (117 Front Street) te vestir¨¢n de vintage; en Pomme (81 Washington Street) pondr¨¢n a tus hijos a la ¨²ltima moda, y en Jacques Torres Chocolate (66 Water Street) encontrar¨¢s una raz¨®n para abandonar esa dieta neoyorquina de ensaladas y Coca- Cola light. Para comer est¨¢n el brunch tranquilo en Dumbo General Store (en 111 Front Street); cocina fusi¨®n hind¨²-tailandesa en Rice (81 Washington), y comida americana cl¨¢sica en Bubby's (1 Main), donde por la noche a veces tocan m¨²sica. As¨ª que de pariente pobre, nada: este oto?o pasado, un penthouse d¨²plex en Washington Street se vendi¨® por 3,3 millones de d¨®lares.
WILLIAMSBURG BRIDGE El 'Puente de los Jud¨ªos'
En 1903, cuando se inaugur¨® este puente, un art¨ªculo de Scientific American dijo que era "un puente por y para el ingeniero... No hay ning¨²n detalle, de dise?o o forma, que sugiera otro impulso que la utilidad pura y dura". No destaca por su belleza, pero es bien ¨²til, especialmente para el viajero que quiere optimizar su tiempo. Conectando dos barrios en plena efervescencia -el Lower East Side de Manhattan y Williamsburg-, esta estructura es un excelente nexo entre dos paseos agradables.
Hacia fines del siglo XIX, el Lower East Side era un barrio insalubre de inmigrantes jud¨ªos, y Williamsburg, un barrio de alemanes. Cuando se abri¨® el puente, tantos fueron los jud¨ªos que migraron a Brooklyn para escaparse de la miseria que el Williamsburg Bridge adquiri¨® el apodo de Puente de los Jud¨ªos. Aunque tomado desde hace tiempo por la fauna art¨ªstica, el barrio ha logrado conservar elementos de su pasado m¨¢s humilde, y en eso reside mucho de su encanto.
Se accede desde el cruce de Delancey y Clinton Street, frente al Clinton Papaya. La caminata es larga para llegar al r¨ªo, pero la panor¨¢mica, impagable: ofrece vistas despejadas hacia el norte de Manhattan (y edificios como el Empire State, el Chrysler, Citicorp...). Pasando a la otra orilla, hay que tomar o Driggs Avenue o Bedford Avenue hacia arriba para llegar a Williamsburg.
En Southside Guitars (742 Driggs) podr¨¢s comprar guitarras vintage, y m¨¢s arriba, en 115 North 6th Street, muebles exc¨¦ntricos de Future Perfect, un punto de referencia de dise?o en Brooklyn. Noisette (46B North 6th), Otte (218 Bedford) y Yoko Devereaux (338 Broadway) ofrecen paradigmas de la moda Williamsburg: na?f, femenina, y con onda vintage. Para vintage de verdad est¨¢n Amarcord (223 Bedford), Adele-twig (105 Berry,) y otros lugares por Bedford y las calles vecinas.
Es curioso: por un lado, Williamsburg es el gran ejemplo de un barrio ordinario-deprimente que se resucit¨® gracias a los artistas. Y por otro, eso mismo puede ser un poco sofocante; tanta onda agota. Cuando pasa eso hay que buscar el lado B, por ejemplo, en la gran sucursal del Ej¨¦rcito de la Salvaci¨®n, en 118 Bedford, con ropa usada (no vintage). Luego, en 223 Bedford, est¨¢ JS Pastry Polska Cukierna, y en 149 North 8th, Old Poland Foods, dos panader¨ªas que venden babka, pan negro, y peri¨®dicos polacos. A la vuelta, en 172 Bedford, est¨¢n las ricas kielbasas de Polska Masarnia, y para comer sentado, Relish (225 Wythe) es un diner reconvertido pero con precios sin onda, y Supercore (305 Bedford) tiene un ambiente relajado y agradable. En Baci and Abbracci (204 Grand Street) hay pizzas y personal sin pretensiones. Todo esto a unos quince minutos de Manhattan en el tren L, y se nota: si no fuera por la vista lejana de la isla, podr¨ªa parecer el Lower East Side o el East Village.
GEORGE WASHINGTON El deleite del arquitecto
Poco celebrado por los residentes de Manhattan, tal vez por conectar la ciudad al Estado a veces despreciado de Nueva Jersey, el GW Bridge es una de las perlas desconocidas de la construcci¨®n civil neoyorquina. Inaugurado en 1931, fue consagrado por Le Corbusier como "el puente m¨¢s bello del mundo, el ¨²nico elemento de gracia en toda esa ca¨®tica ciudad; las dos torres se proyectan a una altura que te produce una sensaci¨®n de felicidad".
Felicidad es una cuesti¨®n personal, pero despu¨¦s de subir las escaleras en la calle West 179th con Pinehurst Avenue (tomar el tren A hasta la calle 181), la tranquilidad es palpable en el aire sobre el r¨ªo Hudson. All¨¢, unas 135 calles al norte de Times Square, Manhattan se vuelve peque?a y lejana. La mejor hora aqu¨ª es al atardecer, cuando el sol poniente vierte tonos pastel y plateado sobre el horizonte y el puente se ilumina. Las vistas de los edificios Chrysler y Empire State son bonitas, pero la verdadera atracci¨®n son los palisades de New Jersey, una serie de acantilados que bordean la orilla, convirtiendo al Hudson en un singular ca?¨®n urbano. La gracia de esta caminata es hacerla de ida y vuelta, para apreciar tambi¨¦n, a la vuelta, el curioso panorama del norte de Manhattan, los parques Fort Washington y Fort Tryon, un rinc¨®n arbolado y tranquilo que parece pertenecer a cualquier ciudad menos a Nueva York.
Pero es muy de Nueva York. En Fort Washington Avenue o Cabrini Boulevard, cualquier viernes de verano, entre los s¨®lidos edificios de los a?os treinta con sus fachadas e interiores art d¨¦co, est¨¢n los vecinos dominicanos descansando en sillas de playa, chismorreando o tirando piropos, mientras los jud¨ªos ortodoxos corren al shul antes de que anochezca. Aqu¨ª no hay prisa, ni tiendas fashion, ni artistas ambiciosos montando lofts en f¨¢bricas abandonadas. Es un barrio en auge, pero su distancia del centro lo protege, haciendo de ¨¦l un peque?o pueblo aparte.
Los monumentos y museos abundan, entre los Cloisters, en Fort Tryon Park, con su colecci¨®n de arte medieval y sus vistas al r¨ªo y los palisades, y el High Bridge, entre las calles 172 y 173 sobre el Harlem River, una joya de puente (el primero en todo Manhattan, de 1848) con arcos de aire rom¨¢nico. Por no decir nada del mismo Fort Tryon Park, con sus 27 hect¨¢reas de espacio verde y el elegante New Leaf Caf¨¦. Para alimentaci¨®n m¨¢s urbana est¨¢n el Malec¨®n (4.141 Broadway), donde no hay que hablar ingl¨¦s para pedir pollo al horno, y Coogan's (4.015 Broadway), un bar irland¨¦s frecuentado por vecinos y polic¨ªas.
Cuatro puentes, cuatro destinos inolvidables. Requiere un poco de planificaci¨®n, mucha energ¨ªa y una botella de agua, pero la recompensa es infinita: descubrir un nuevo ¨¢ngulo sobre la ciudad.
GU?A PR?CTICA
C¨®mo ir- Iberia (902 400 500; www.iberia.com) tiene una tarifa de oferta para volar, ida y vuelta, a Nueva York desde Madrid (en vuelo directo) y Barcelona (con una escala) por 464 euros, tasas y gastos incluidos.- Air Plus Comet (900 99 54 99; www.airpluscomet.com) vuela directo a Nueva York desde Madrid, ida y vuelta, a partir de 386,23 euros, tasas y cargos incluidos.- Delta (delta.com; 917 49 66 30) vuela directo a Nueva York desde Madrid y Barcelona, ida y vuelta, desde unos 569 y 571 euros, respectivamente, precio final.Viajes combinados- Muchas mayoristas ofrecen paquetes de vuelos m¨¢s noches de hotel para viajar a Nueva York. Tres ejemplos: Kuoni (en agencias; www.kuoni.es) ofrece en su folleto vuelos m¨¢s tres noches desde 727 euros (noche extra desde 82 euros); Marsans (www.marsans.es; 902 30 60 90) tiene ofertas puntuales en su web desde 537 euros por persona y tres noches ampliables, y Transrutas (en agencias; www.transrutas.com) ofrece el paquete de tres noches ampliables desde 574 euros por persona.Informaci¨®n- Oficina de turismo de Nueva York (www.nycvisit.com; 001 212 484 12 00). La web tiene un buscador de alojamiento con reservas on line.- Otras webs interesantes para buscar informaci¨®n tur¨ªstica, entradas a espect¨¢culos y hoteles en la ciudad: www.nyc.com, www.newyork.com, www.nyctourist.com, www.villagevoice.com, www.timeout.com/newyork y www.nymag.com.- www.usatourist.com.
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