Vamos al turr¨®n
La pol¨ªtica se hace grande cuando resuelve problemas de la gente. Los ciudadanos suelen verla como algo ajeno, como un asunto que tan s¨®lo interesa a unos pocos trajeados que viven profesionalmente del asunto. De vez en cuando van a cumplir con el voto y perciben las disputas pol¨ªticas como un conflicto lejano, como un ruido inevitable. Todas esas cosas que les resulta importantes a unos pocos, los pol¨ªticos y los periodistas, son insignificantes para la mayor¨ªa. Hace un a?o por estas fechas parec¨ªa que el mundo se iba a acabar. Est¨¢bamos en pleno debate sobre el Estatuto catal¨¢n y parec¨ªa que de un d¨ªa para otro Espa?a se iba a romper en medio de la cat¨¢strofe y la calamidad. Ha pasado el tiempo y Espa?a no se ha roto. Se arregl¨® el desaguisado, ha habido elecciones y el nuevo gobierno se dedica a los problemas de la gente. Desde hace un tiempo parece que no hay m¨¢s asunto en Espa?a que el proceso de paz, y en realidad no hay nada concreto, tan s¨®lo escritos que se llevar¨¢ el viento, palabras que se llevar¨¢ el aire, como cantaba Alberti. Lo ¨²nico real es que ETA lleva a?os sin matar. Todo lo dem¨¢s son ganas de enredar. El PP sigue con su ret¨®rica subida de todo, alguno incluso han convertido en una profesi¨®n su lejana relaci¨®n familiar con una v¨ªctima y han hecho un negocio de todo esto.Los obispos, por su parte, siempre dispuestos a echar una mano cuando se trata de escandalizar al personal. Pero Espa?a no se rompe. La gente tiene que seguir levant¨¢ndose temprano para trabajar, ajustando sus cuentas para llegar a final de mes y pendientes de la vida de sus familias, mientras fuera sigue el ruido.
En medio de esta situaci¨®n es de agradecer que la pol¨ªtica salga de las c¨¢maras a la vida, que los pol¨ªticos bajen a lo cotidiano. Ejemplo ha sido buscar soluci¨®n a los problemas de las personas dependientes, a la marginaci¨®n de los homosexuales, a la desigualdad de las mujeres con respecto a los hombres, a poner la ciencia al servicio de la gente sin trabas religiosas. Son asuntos que entran en la vida diaria de miles de personas. Est¨¢ bien, por ejemplo, que el Estado acuda en socorro de los inmigrantes abandonados por Air Madrid.
De vez en cuando suceden cosas que hacen que la gente sencilla pueda creer que la pol¨ªtica es ¨²til. Anteayer se iniciaron los vuelos directos Madrid-Gibraltar que va a suponer una mejora en la vida cotidiana de muchos ciudadanos y unas expectativas de bienestar para el Campo de Gibraltar. Esto es la pol¨ªtica de lo cotidiano. Los pensionistas del Pe?¨®n ver¨¢n revalorizadas sus pensiones y los gibraltare?os tendr¨¢n una mejora en sus l¨ªneas de tel¨¦fono. En el futuro se encontrar¨¢n f¨®rmulas para que los llanitos sean atendidos en hospitales andaluces y los j¨®venes gibraltare?os puedan ir a universidades de la zona, con el consiguiente ahorro y mejora en la vida de muchos. Poco a poco la frontera se ir¨¢ diluyendo y dejar¨¢ de tener sentido, como ocurre con la de otros pa¨ªses europeos. La soberan¨ªa ser¨¢ una tonter¨ªa lo mismo en Gibraltar que en Catalu?a o el Pa¨ªs Vasco, mientras la gente se integra con sus vecinos y ve mejorar su vida. Eso es la gran pol¨ªtica. Hace 300 a?os del Tratado de Utrech, 70 de la construcci¨®n del aeropuerto, algo menos de 40 del cierre de la verja y 24 de la reapertura. Ya es hora de dejar las grandes palabras, los s¨ªmbolos y las banderas e ir a lo concreto. Ya hemos soportado mucha palabrer¨ªa. Los acuerdos que han permitido avanzar no deben ser tan malos cuando el PP apenas ha hablado y los medios que le son pr¨®ximos no han abierto la caja de los truenos con las supercher¨ªas de costumbre. Debe ser que cuando se llega a la mejora directa, al contacto con la gente, se acaban los argumentos grandilocuentes. A lo m¨¢s que se ha llegado es a criticar que se vaya a abrir un Instituto Cervantes en el Pe?¨®n. El mismo d¨ªa que comenzaban los vuelos Madrid-Gibraltar se inauguraba un tramo del AVE de C¨®rdoba a Antequera, que tambi¨¦n va a mejorar la vida de mucha gente. Menos rollo y como se dice en C¨¢diz, vamos al turr¨®n.
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