Las bolas negras de Franco

La primera mujer que fue doctora de la Iglesia fue Santa Teresa de Jes¨²s (en los setenta), y tambi¨¦n la primera que tuvo un honoris causa en la Universidad de Salamanca. Luego lleg¨® la dictadura de Primo de Rivera y don Miguel quiso darse un ba?o acad¨¦mico: honoris causa en 1926. En 1954, Franco debi¨® de pensar que ¨¦l no iba a ser menos. Si Unamuno hab¨ªa sido rector, qu¨¦ menos que ¨¦l fuera honoris causa. Por entonces, se utilizaban bolas negras y blancas para mostrar acuerdo o desacuerdo en la elecci¨®n de los honoris. A Franco le salieron dos negras. Una de ellas, por cuestiones de forma. "La otra fue de Fernando Gal¨¢n, un catedr¨¢tico de gen¨¦tica, un hombre bueno y pac¨ªfico, que no estaba de acuerdo por cuestiones pol¨ªticas", explica el actual rector de la instituci¨®n salmantina, Enrique Battaner.

Tama?a osad¨ªa le cost¨® al genetista unos d¨ªas de destierro. Con semejantes vacaciones, a nadie extra?ar¨¢ que el caudillo aunara tanto consenso acad¨¦mico. A las universidades m¨¢s antiguas les pasaron cosas como ¨¦sas. En el listado de la Complutense, por aquellos a?os Universidad Central, tambi¨¦n se colaron algunos malos: el portugu¨¦s Oliveira Salazar tuvo su doctorado all¨ª y tambi¨¦n se coloc¨® el honorable birrete otro portugu¨¦s con parecidos m¨¦ritos, Marcelo Caetano.

La Complutense cuenta seis mujeres entre sus 224 honoris (Elena Aceves Pastrana y Teresa Berganza, entre ollas). Dos de 93 tiene la Aut¨®noma de Madrid (Lynn Margulis y Rigoberta Mench¨²), una de 60 la de C¨¢diz (Margarita Salas), dos de 48 la de Oviedo (Margarita Salas y Sheila Sherlock), dos de 88 la de Granada (sor Cristina de Arteaga y Rachel Arie), dos de 57 la de Barcelona (Emma Martinell y Victoria de los ?ngeles), tres de 23 la Aut¨®noma de Barcelona (Marta Mata, Carmen Balcells y Estela Barnes) y una de 55 la de Sevilla (Rigoberta Mench¨²) y una entre 60, Santiago de Compostela (N¨¦lida Pi?¨®n).