La figura del 4

El mayor riesgo de las derrotas que ha encajado el Bar?a durante la temporada es el efecto desmoralizador que puedan tener entre su hinchada, m¨¢s que nada por el mensaje optimista que se hab¨ªa vendido desde el entorno y tambi¨¦n por la urticaria que provoca el nombre de sus ganadores. A juzgar por el enunciado de la presentaci¨®n, el objetivo de este curso no era superar a ning¨²n rival sino batir al propio Bar?a, al equipo de Les cinc Copes y al dream team, con la carga parricida que tal reto supone, empe?ado como est¨¢ el barcelonismo en hacer historia. As¨ª que desde entonces no se cuentan los trofeos ganados -la Supercopa espa?ola- sino que se descuentan los perdidos -la Supercopa de Europa y el Mundial de clubes. Imposible, por tanto, alcanzar ya al plantel m¨¢s laureada de los cincuenta mientras que el de los noventa le lleva dos Ligas de ventaja y una final europea en Atenas, el escenario al que precisamente aspira a llegar el barcelonismo para vengarse del rid¨ªculo ante el Milan.

Aunque el equipo est¨¢ segundo en la Liga, con un partido menos, y se ha clasificado para los octavos de la Copa de Europa, todav¨ªa escuece, por otra parte, la incapacidad para vencer al Chelsea y la derrota en Madrid, un club que, a diferencia del Bar?a, hoy no necesita seducir a nadie sino que le alcanza con conquistar cada partido, circunstancia que explicar¨ªa su solvencia en cancha ajena y sus dificultades en la propia.

De la misma manera que est¨¢ justificado que la mejora de los rivales pueda provocar entre los aficionados azulgrana un punto de inseguridad sobre los t¨ªtulos a conseguir, no ser¨ªa razonable que desconfiaran de su equipo. M¨¢s que renegar de la muchachada de Rijkaard se impone revisar su comportamiento en las finales. Tanto en La Liga de Campeones como en la Supercopa europea y la Copa del Mundo se ha dado la coincidencia de que el entrenador ha cambiado al medio centro durante el encuentro. El punto de partida siempre ha sido un volante defensivo, Motta o Edmilson, y sin embargo, ha acabado jugando un 4 como Xavi o Iniesta cuando el marcador estaba en su contra. Los cambios funcionaron en Par¨ªs y no tuvieron efecto en Montecarlo ni en Yokohama. De la gesti¨®n de los tres partidos se convino, en cualquier caso, de que el Barcelona necesita ir a por el partido desde la salida y no especular con el resultado porque en caso contrario traiciona su estilo. La ventaja para el entrenador es que puede combinar las dos formas, la de Edmilson o Iniesta, sin olvidar, en cualquier caso, la singularidad del equipo, que cuenta con un ¨²nico medio centro y tiene la figura d el 4 como marca registrada, una declaraci¨®n de intenciones inequ¨ªvoca.

Aunque precisa de equilibrio, el Bar?a es un equipo parido para atacar y lucir sus delanteros, por m¨¢s que Eto'o y Messi est¨¦n de baja. Le conviene al equipo reivindicar a sus futbolistas de ataque porque en caso contrario se empieza por perder los trofeos individuales y se acaba por ceder los colectivos.