Empate a casi nada en San Mam¨¦s
Athletic y Zaragoza exprimen sus posibilidades f¨ªsicas pero huyen del f¨²tbol
San Mam¨¦s so?aba con tres partidos consecutivos ganados. Lo de menos era que enfrente tuviera al Zaragoza, un equipo que aspira a la Champions, aunque viniera de perder contra el Valencia. Lo de menos era todo, porque San Mam¨¦s sue?a con Man¨¦, que le ha devuelto el triunfo, aunque el f¨²tbol viva con las altibajos naturales. Ayer, por ejemplo, Man¨¦ se permiti¨® el lujo de escorar a Javi Mart¨ªnez a la banda derecha. Porque cre¨¦ en el, como todo San Mam¨¦s, porque le sobra pundonor y actitud, porque tiene recorrido, pero un galgo necesita pista para correr y en la banda hab¨ªa demasiadas vallas. No es que el chico lo hiciera mal, es que San Mam¨¦s so?aba con lo que pudieran dar de si sus pulmones en pleno esplendor. All¨ª, en la banda, se mor¨ªa de pena. Y Man¨¦ rectific¨® en el descanso. Meti¨® en el campo a Etxeberria y adelant¨® a Javi Mart¨ªnez a la media punta. El chico vale para todo, pero no siempre vale igual. Seg¨²n, seg¨²n.
ATHLETIC 0 ZARAGOZA 0
Athletic: Aranzubia; Exp¨®sito, Luis Prieto, Sarriegi, Casas; Murillo (Garmendia, m. 61), Iraloa; Javi Mart¨ªnez, Yeste, Gabilondo (Etxeberria, m. 45); y Urzaiz (Aduriz, m. 74) No utilizados: Alcalde; Amorebieta, Da?obeitia y Llorente.
Zaragoza: C¨¦sar; Diogo, Farque, Gabi MIlito, Juanfran; D'Alessandro (?scar, m. 78), Celades, Zapater, Aimar; Ewerthon (Sergio Garc¨ªa, m. 64) y Diego Milito. No utilizados: Miguel; Herrero, Ponzio y Movilla.
?rbitro: Gonz¨¢lez V¨¢zquez. Amonest¨® a Piqu¨¦, Murillo, Sarriegi, C¨¦sar, Luis Prieto y Diogo.
Unos 35.000 espectadores en San Mam¨¦s.
El Athletic respetaba en exceso al Zaragoza, un equipo sorprendente, en el sentido literal de la palabra. Tanto, que le entreg¨® al Athletic 41 minutos antes de que Ewerthon rematara a puerta tras un pase de D'Alessandro. Hasta entonces jug¨® el Athletic, atacando, poseyendo el bal¨®n, intent¨¢ndolo todo frente a un C¨¦sar que sorprendi¨® a la Catedral con un pantal¨®n rosa que quiz¨¢s confundi¨® a los delanteros rojiblancos. As¨ª fall¨® Yeste en un bal¨®n franco al borde del ¨¢rea y luego en un exceso de control por la man¨ªa de los zurdos de acomodarse a su costado, incluso sin necesidad.
As¨ª que, habiendo pelea -que la hab¨ªa- el partido resum¨ªa una languidez s¨®lo rota por alg¨²n acceso de rabia o por alguna situaci¨®n circunstancial. Jugadas hab¨ªa pocas, accidentes varios.
El descanso cambi¨® la adrenalina. El Zaragoza, desaparecido en combate, decidi¨® hacerse un par de fotos. Combinaron Aimar y D'Alessandro, lleg¨® Ewerthon, maquin¨® algo de f¨²tbol un Zaragoza tan t¨ªmido que por momentos pareci¨® un convidado de piedra. En la segunda mitad, fue otra cosa, con m¨¢s jugadores activos, con Diogo desplegando su potencia f¨ªsica, con Aimar, por fin metido en el partido, aunque sin capacidad de intimidar a un Athletic que s¨®lo pensaba en s¨ª mismo.
Peleaba Urzaiz, con su corpach¨®n y su experiencia hasta sacarle un penalti al inexperto Piqu¨¦. Lo malo para ¨¦l, es que el ¨¢rbitro no lo vio, o lo vio distinto, o no se sabe que, pero el partido era tan simpl¨®n que quiz¨¢s no merec¨ªa mayores ¨¦xitos. Si acaso por Iraola, el ¨²nico futbolista en el campo que utiliz¨® a la vez, la cabeza, el coraz¨®n y la t¨¦cnica. Pero uno no hace cuadrilla. Como no la hac¨ªa Aimar, y todo quedaba a expensas de una genialidad o de una fatalidad. No ocurri¨® ni lo uno ni lo otro. En realidad no ocurri¨® casi nada.
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