Tripartito 'expr¨¦s' ?y ahora qu¨¦?
Siempre afirm¨¦ que las pasadas elecciones al Parlamento catal¨¢n iban a ser muy decisivas para Catalu?a, pero tambi¨¦n para Espa?a. M¨¢s all¨¢ de las pasiones a favor o en contra del tripartito, me atrevo a afirmar, con pretensi¨®n de ser objetivo, que sus tres primeros a?os de Gobierno no fueron buenos para Catalu?a, pero tampoco para Espa?a. Alguien podr¨¢ acotar mi aseveraci¨®n. No es cierto, se dir¨¢, que hayan sido negativos para el conjunto de Catalu?a o de Espa?a. No fueron buenos, se matizar¨¢, para los partidos integrantes del tripartito o para el PSOE. Respeto ese disenso, pero digamos que no lo acato. Sigo pensando que ha sido un trienio negro para todos.
Precisamente por estar convencido de que esto es as¨ª, consideraba muy importante lo que la ciudadan¨ªa de Catalu?a decidiera en las urnas. Las elecciones pasaron ya y Convergencia i Uni¨® las gan¨®. ?O no es ganar las elecciones ser la fuerza con mayor apoyo en las urnas (928.511 votos, el 31,5%), obtener 48 esca?os (dos m¨¢s que en 2003), y ganar en todas y en cada una de las circunscripciones (Barcelona, Tarragona, Lleida y Girona), en sus capitales (ciudad de Barcelona, por tanto, incluida) y en 38 de las 41 comarcas de Catalu?a? Y esas mismas elecciones ganadas por CiU fueron perdidas por los socialistas. ?O no es perder las elecciones tener un apoyo popular mucho menor que CiU (789.767 votos, el 26,8%), obtener 37 esca?os (cinco menos de los que obtuvieron en 2003) y bajar en todas las circunscripciones y comarcas de Catalu?a?
"CiU ya no puede imponerse como reto simplemente ser decisiva en la pol¨ªtica espa?ola, influir en el Gobierno de Espa?a. Debe, cuando sea posible, formar parte de ¨¦l"
"Tras la desaparici¨®n del presidente Pujol de la primera escena pol¨ªtica, ser¨ªa un error pensar que la CiU actual puede aspirar a hegemonizar todo el espacio que ¨¦l represent¨® en su d¨ªa"
Se dir¨¢ que lo importante no es ganar, sino gobernar. Se a?adir¨¢, adem¨¢s, con toda la raz¨®n, que en un sistema parlamentario un Gobierno nacido de acuerdos que le procuren mayor¨ªa tiene toda la legitimidad. Es decir, que una suma de perdedores en las urnas, orillando al ganador en ¨¦stas, puede transformarse, leg¨ªtimamente, en una suma que engendre un Gobierno ganador. Unos ganan en las urnas y otros lo hacen en el Parlamento. Nada que objetar. ?sas son las reglas del juego de nuestro sistema constitucional, al que desde luego se adapta nuestro marco estatutario.
M¨¢s all¨¢, no obstante, de su legitimidad, una mutaci¨®n de este g¨¦nero deber¨ªa, como m¨ªnimo, originar una seria reflexi¨®n. Antes y despu¨¦s de producirse. Es obvio que antes no la hubo. La calificaci¨®n que, en sectores del PSOE, se le da al nuevo Gobierno de Catalu?a como "tripartito expr¨¦s" habla por s¨ª sola. Las pocas horas que pasaron entre el cierre de las urnas y el anuncio del tripartito -curiosamente por boca de Carod Rovira- evidencian que la reflexi¨®n previa a su constituci¨®n se limit¨® a poner en com¨²n el deseo, leg¨ªtimo, de las fuerzas que lo integran de alcanzar el poder por el poder.
No se tuvo en cuenta que la lista m¨¢s votada con mayor n¨²mero de esca?os fuese la de CiU, contraponiendo as¨ª esta actitud a la que mantuvo Rodr¨ªguez Zapatero en las legislativas de 2004, cuando afirm¨® que s¨®lo gobernar¨ªa en el caso de ser, la suya, la lista m¨¢s votada. Ahora, al menos, ya sabemos que el PSOE acepta que se configuren gobiernos (sin haber prevenido de ello a los electores) cuyo eje principal no lo constituya la fuerza con m¨¢s esca?os. Habr¨¢ que tomar buena nota de ello de cara al futuro.
Y refiri¨¦ndome al PSOE, observo que, tampoco despu¨¦s de la constituci¨®n del nuevo Gobierno tripartito en Catalu?a, ha habido reflexi¨®n alguna en sus ¨®rganos de direcci¨®n. Ni en el PSOE, ni en el PSC. No la ha habido en el PSOE porque, m¨¢s all¨¢ de lo que sus dirigentes digan en privado, lo cierto es que su comit¨¦ federal sald¨® su ¨²ltima sesi¨®n sin ninguna voz cr¨ªtica, ni tan siquiera un solo canto a la reflexi¨®n sobre la reedici¨®n del tripartito. Como tampoco la ha habido en el PSC en lo que ata?e a la desafecci¨®n democr¨¢tica que producen sus actitudes, ni en lo que de perjudicial puede tener el tripartito expr¨¦s para Catalu?a, para Espa?a y particularmente para el socialismo espa?ol.
Desde el d¨ªa en el que fue investido presidente del Gobierno Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero, el PSOE ha podido elegir entre varias opciones de apoyo parlamentario. Eso ya de por s¨ª supone, al menos aparentemente, una ventaja. Incluso ha tenido el milagroso m¨¦rito de obtener para algunas de sus leyes apoyos tan distintos y tan distantes como los de IU y de CiU, como fue el caso de la LOE, o m¨¢s recientemente del PP y IU, en una ley tan claramente antiauton¨®mica e intervencionista como la Ley de Dependencia, que establece un modelo social caduco y se orilla a la familia como principal garante y motor -que lo es- de la sociedad del bienestar, especialmente en materias de dependencia. Pero, a pesar de esta calidosc¨®pica proyecci¨®n de los apoyos legislativos del Gobierno socialista, lo cierto es que han sido, y son, IU-ICV y ERC los que sustentan al Gobierno de Rodr¨ªguez Zapatero, desde el debate de investidura hasta los ¨²ltimos presupuestos generales del Estado, todav¨ªa en tr¨¢mite parlamentario. As¨ª lo ha querido el PSOE y as¨ª lo han dispuesto ERC e IU-ICV.
Parec¨ªa que las elecciones catalanes pod¨ªan cambiar el signo de los apoyos parlamentarios del Gobierno de Rodr¨ªguez Zapatero. Se dec¨ªa que si CiU ganaba las elecciones y gobernaba en Catalu?a, la federaci¨®n catalanista podr¨ªa dar un mayor apoyo permanente al Gobierno socialista e, incluso, se apuntaba la idea, que nunca negamos, de que Convergencia i Uni¨® estar¨ªa dispuesta a participar en el Gobierno de Espa?a en la pr¨®xima legislatura. Si se hubiese producido ese nuevo escenario, ¨¦ste habr¨ªa tenido efectos positivos para muchos. No para el PP, claro est¨¢. Ni tampoco para ERC o para IU. Catalu?a habr¨ªa recuperado un Gobierno s¨®lido, estable y centrado. Espa?a habr¨ªa tenido un Gobierno con apoyos parlamentarios, como el de CiU o incluso el del PNV, que tradicionalmente han garantizado centralidad y eficacia a la gobernabilidad del conjunto del Estado. El PSOE habr¨ªa acabado, pues, su legislatura, sin la pesada carga del apoyo de ERC, que tanta vida ha dado al PP en las anchas Castillas, Andaluc¨ªa, Extremadura..., en fin, en buena parte de Espa?a. De paso, ERC tambi¨¦n habr¨ªa dejado de beneficiarse de ese proceso de retroalimentaci¨®n que, desde los ¨²ltimos a?os de Aznar, el PP le ha servido en bandeja.
Pero, como lo que pudo ser no ha sido, no se trata de recrearnos ahora en las "utop¨ªas regresivas" de las que estos d¨ªas ha hablado el ex presidente brasile?o, Fernando Henrique Cardoso. Todos deber¨ªamos reflexionar sobre lo sucedido y procurar no encontrarnos de nuevo con soluciones que no han servido en el pasado. De momento, una cosa s¨ª queda bien clara: hace seis meses pocos pod¨ªan pensar que Mariano Rajoy y el PP podr¨ªan ganar las pr¨®ximas elecciones. Hoy eso es posible. La derivada pol¨ªtica de las alianzas de Gobierno en Catalu?a act¨²a en su favor. El PP es el gran beneficiado del nuevo tripartito catal¨¢n. Si a eso se le a?aden una gradual, pero clara y generalizada, percepci¨®n de que no es el talante condici¨®n suficiente para gobernar (m¨¢s all¨¢ del impacto por el contraste con su antecesor de los primeros tiempos de Rodr¨ªguez Zapatero) y un posible fracaso en el proceso de paz (que el PP constata en cada una de sus pulsaciones como delatadora expresi¨®n de lo que en el fondo desea), habr¨¢ que convenir que no es el mejor de los momentos para Rodr¨ªguez Zapatero, para su Gobierno, ni para el PSOE. Y adem¨¢s, si Mariano Rajoy tiene ¨¦xito en el empe?o de centrar su oferta pol¨ªtica, hoy la victoria del PP, que parec¨ªa imposible hace muy poco tiempo, incluso se presenta como probable.
?Son s¨®lo el PSC y el PSOE los que deben reflexionar? Por supuesto que no. CiU debe tambi¨¦n resituarse en el nuevo escenario. Debe hacerlo con serenidad, sin prisas pero sin pausas, y con la m¨¢xima inteligencia pol¨ªtica de la que seamos capaces. De entrada, hemos hecho bien en remontar nuestro desenga?o, nuestro des¨¢nimo, y canalizar la rabia e indignaci¨®n que lo sucedido ha originado en nuestras bases, traduci¨¦ndolas en energ¨ªa positiva para el futuro m¨¢s cercano, empezando por los pr¨®ximos comicios locales. Habr¨ªa sido nefasto para nuestros intereses empe?arnos en lamer diariamente nuestras heridas o en hacer de pla?ideras por la reedici¨®n del tripartito.
Tampoco ser¨ªa realista, a mi juicio, encarar el futuro sin reflexionar sobre lo sucedido. Algo habr¨¢, por supuesto, que no hayamos hecho bien del todo. Incluso, ?por qu¨¦ no? algo habremos hecho mal. Hacer autocr¨ªtica es algo que siempre se espera del adversario. No ser¨¦ yo, pues, quien d¨¦ gusto a quienes, extramuros de Convergencia i Uni¨®, la aguardan como un man¨¢. Pero es evidente que, sin la pretensi¨®n de buscar responsables, y mucho menos de satisfacer a nuestros adversarios, CiU tiene que darle una vuelta al pasado. Aunque s¨®lo sea para no repetir posibles errores en el futuro.
El primero de noviembre conseguimos ganar -y ganar bien-. Pero no logramos sumar los suficientes votos y esca?os para evitar la suma de los grupos que integran la nueva edici¨®n del tripartito. ?Por qu¨¦ CiU no sum¨® m¨¢s? ?O por qu¨¦ la suma de los dem¨¢s era tan segura? Son cuestiones para la reflexi¨®n. Se ha hablado mucho de nuestra campa?a. Como secretario general de la federaci¨®n, asumo mi parte de responsabilidad, que no es poca, pero no creo sinceramente que la campa?a influyera en la certeza de la suma de los componentes del tripartito. ?Pudo influir en nuestro propio resultado? Tendremos que pensarlo. Estos d¨ªas, en M¨¦xico, en torno a una mesa convocada por la embajadora espa?ola, Cristina Barrios, presidida por el Pr¨ªncipe de Asturias, con la asistencia de Felipe Gonz¨¢lez y un grupo de intelectuales mexicanos, me qued¨¦ con una expresi¨®n mexicana que consider¨¦ id¨®nea para alguna de estas reflexiones: "nadar de muertito". Como diciendo que, cuando las cosas te van bien, procura chapotear lo menos posible. Nadar s¨ª, pero de muertito.
Pero, como lo que m¨¢s me interesa es el futuro, a eso voy. Espero que se entienda, adem¨¢s, que el futuro que me ocupa es especialmente el nuestro, el de CiU. El PSOE, el PP y el tripartito ya se las arreglar¨¢n. All¨¢ cada cual, si cree que lo sucedido entre el 1 y el 5 de noviembre en Catalu?a no les incumbe. En Catalu?a, CiU estar¨¢ en la oposici¨®n y, al margen de c¨®mo ha llegado a ella, de hecho en s¨ª no es ning¨²n drama. Forma parte de la grandeza de la democracia. No sabemos por cu¨¢nto tiempo estaremos en ella y no conviene confiar en que ¨¦ste ser¨¢ necesariamente breve.
Desde luego, el nuevo tripartito es distinto del anterior. No est¨¢ Maragall y est¨¢ Montilla, y eso marca diferencias en todos los sentidos. Pero ERC y ICV siguen all¨ª donde estaban. ?Han aprendido la lecci¨®n, sobre todo ERC, de lo que realmente significa gobernar? Puede que algo, pero no suficiente. Motivos para las turbulencias no van a faltar. ?E ICV o la propia ERC han corregido sus posiciones en el ¨¢mbito de pol¨ªticas de infraestructuras, medio ambiente, seguridad, inmigraci¨®n, etc¨¦tera, para evitar pasividad, ineficacia y disfunciones en la acci¨®n de Gobierno? No, en absoluto. Que Puigcerc¨®s (secretario general de ERC) arr¨ªe la bandera de Espa?a de su consejer¨ªa, incumpliendo la ley, es una muestra de ello. Que parlamentarios de ERC e ICV, e incluso del PSC, se manifiesten contra la infraestructura del Cuarto Cintur¨®n es otra.
O que dirigentes de ICV y de ERC lo hagan tambi¨¦n contra la conexi¨®n el¨¦ctrica con Francia, que apoyan los socialistas, es una elocuente evidencia de los primeros d¨ªas del nuevo Gobierno catal¨¢n. Eso sin hablar de la posici¨®n p¨²blica m¨¢s favorable al di¨¢logo que aplicar la ley con los okupas de dirigentes de ICV, cuyo presidente tiene el Departamento de Interior.
Por otra parte, conviene no olvidar aquello que tambi¨¦n ha facilitado la existencia misma del tripartito, es decir, excluir de la acci¨®n de Gobierno todos aquellos ¨¢mbitos, que aun siendo importantes, imprescindibles en algunos casos, provoquen confrontaci¨®n entre ellos. As¨ª de claro, mejor no tomar decisiones en ciertos ¨¢mbitos, que resucitar el elefantismo que demostraron ERC y ICV en sus visitas a las cristaler¨ªas del Gobierno. Antes que nada, se trata de salvar la cristaler¨ªa, aunque permanezca en la vitrina. Lo de menos es que el Gobierno sea eficaz, lo importante es que dure. Cuidado, pues. Tan err¨®neo puede ser pensar que se acab¨® el alboroto gubernamental en Catalu?a, como excederse en la confianza sobre la pronta caducidad de su Gobierno.
Converg¨¨ncia i Uni¨® deber¨¢ ejercer su funci¨®n parlamentaria de control del Gobierno, desde el primero hasta el ¨²ltimo de sus diputados. El presidente Montilla tiene una cierta alergia al Parlamento. Lo demostr¨® en su etapa de ministro. Sus virtudes principales no destacan precisamente en el debate. Pero habr¨¢ que forzarle a que lo afronte y Artur Mas es quien mejor podr¨¢ hacerlo. Su liderazgo en el Parlamento catal¨¢n como dirigente del mayor grupo parlamentario le va a permitir ejercer tal funci¨®n. S¨®lo ¨¦l debe, puede y lo har¨¢ con ¨¦xito. Es el ¨²nico, por otra parte, que tiene la aceptaci¨®n para ello de los dos partidos que integran Converg¨¨ncia i Uni¨®. S¨®lo ¨¦l y nadie m¨¢s que ¨¦l.
Convergencia i Uni¨® tiene un proyecto de Gobierno, un modelo de sociedad y as¨ª debe visualizarlo, sin esperar errores o aciertos del tripartito. ?ste, adem¨¢s de haberse erigido sobre los d¨¦biles cimientos del poder por el poder, pretende dividir a la sociedad en dos bloques: la izquierda y la derecha. Por supuesto, la izquierda es progreso, y all¨ª est¨¢n ellos, y los dem¨¢s estamos al otro lado.
Podemos y debemos demostrar a este tripartito expr¨¦s que nuestro catalanismo no es un simple caparaz¨®n que da cobertura a la defensa de la realidad cultural, ling¨¹¨ªstica, etc¨¦tera, nacional de Catalu?a. Nuestro proyecto puede y debe formularse desde un catalanismo humanista y social que no tiene por qu¨¦ tener complejo alguno ante un tripartito otorgante de licencias de progresismo. No nos bastan los lugares comunes y las posiciones defensivas en este terreno. El tripartito ha representado y representa un modelo de sociedad fr¨ªvolamente progre. En cambio, CiU tiene en su haber los mimbres sobre los que se ha edificado el progreso econ¨®mico, social y nacional de Catalu?a en los ¨²ltimos 20 a?os. Y tambi¨¦n, en buena medida, del progreso pol¨ªtico, econ¨®mico y social de Espa?a, en el interior y en el exterior (definan ustedes Espa?a como quieran, como Estado plurinacional, o simplemente como Estado, como naci¨®n de naciones o como naci¨®n).
Es cierto, en otro orden de factores, que CiU no debe abandonar su voluntad de abanderar el catalanismo. Y lo es tambi¨¦n que la hipoteca que paga ERC por estar, en las condiciones que est¨¢, en el gobierno tripartito deja m¨¢s espacio electoral a Convergencia i Uni¨®. Es decir, no podemos renunciar a acoger a sus defraudados electores. Pero nunca a base de dejar de ser lo que somos, ya que ser¨ªa, a mi juicio, nuestra ruina pol¨ªtica. CiU debe hacer de lo que sabe hacer: de CiU. Por tanto, debe pensar en esa porci¨®n de electores hu¨¦rfanos de referente pol¨ªtico que ERC ha dejado, pero sin olvidar a los que le votan por ser lo que es, ni a los que, en la ¨²ltima y en anteriores elecciones, no nos votaron por entender que no ¨¦ramos ya exactamente lo que hab¨ªamos sido.
Tras la desaparici¨®n del presidente Pujol de la primera escena pol¨ªtica, ser¨ªa un error pensar que la CiU actual puede aspirar a hegemonizar todo el espacio que ¨¦l represent¨® en su d¨ªa. Jordi Pujol era un poco todo: conservador, liberal, democratacristiano, socialdem¨®crata, autonomista, independentista, espa?ol del a?o, etc¨¦tera. Pero si pod¨ªa ser todo eso a la vez era, sobre todo, porque era Pujol. As¨ª de verdad de Perogrullo, pero as¨ª de cierto. No creo que en muchos a?os pueda haber en Catalu?a otra vez mayor¨ªas absolutas. Y no est¨¢ de m¨¢s no olvidar que el asentamiento de las mayor¨ªas de Pujol, si bien se deben a sus cualidades excepcionales, coinciden con la desaparici¨®n de UCD de la escena pol¨ªtica catalana -tambi¨¦n y fundamentalmente de Espa?a, claro est¨¢- y al saldo positivo que en Catalu?a dej¨® para CiU la operaci¨®n reformista de Miquel Roca.
Quiero decir, con ello, que CiU tiene otro frente de futuro que no puede descuidar. Me refiero al de su presencia en la pol¨ªtica espa?ola. No puede renunciar a ella, como no puede renunciar a su utilidad. Forma parte de nuestros activos: CiU como fuerza pol¨ªtica ¨²til para Catalu?a en la pol¨ªtica espa?ola, pero ¨²til tambi¨¦n para el conjunto espa?ol. Aunque, en estos momentos, debe medir y administrar mejor que nunca su colaboraci¨®n con las fuerzas pol¨ªticas espa?olas. Hoy no se puede colaborar con un PP que, cuando nos recuerda que quiere centrarse, pone de relieve su ubicaci¨®n en la derecha-derecha. Ni por esto, ni por su actitud frente al Estatuto de Catalu?a, recurrido por sus parlamentarios ante el Tribunal Constitucional ni, ni qu¨¦ decir tiene, por su inadmisible propuesta de reforma constitucional, aut¨¦ntica carga explosiva contra el T¨ªtulo VIII de las autonom¨ªas. Adem¨¢s, de poco sirve (excepto en el Senado, y no lo rechazamos) colaborar con quien est¨¢ en la oposici¨®n y no en el Gobierno.
?Puede hoy colaborar CiU con el PSOE tras la actitud de los socialistas catalanes y la bendici¨®n de los acuerdos con ERC y ICV por parte de su Comit¨¦ Federal? Puede y debe, siempre y cuando la colaboraci¨®n lleve a pactos concretos, con frutos tambi¨¦n precisos para el modelo de Estado y de sociedad que debe defender Converg¨¨ncia i Uni¨®. Ser¨ªa una solemne barbaridad que nos atrincher¨¢ramos tras la t¨¢cita o expresa (me da igual) responsabilidad que el PSOE tiene en lo acontecido en Catalu?a. Nuestra obligaci¨®n es defender nuestros compromisos electorales y eso pasa por el di¨¢logo y, si es posible, por el acuerdo con quien gobierna. ?O alguien conoce una alternativa mejor? ?O es que realmente hay alguien que piense de veras que CiU debe encerrarse en Catalu?a, echarse al monte y automarginarse de la pol¨ªtica espa?ola? Y por supuesto, el Gobierno actual va a encontrar siempre en CiU su apoyo para los grandes asuntos de Estado, como puede ser ahora el proceso de paz y las negociaciones con ETA. Con eso, a diferencia de muchos, que no se espere de CiU otra actitud que no sea la acorde con su profundo sentido de Estado.
Pero, no solamente no debemos atrincherarnos, ni subirnos al monte, ni automarginarnos, sino que debemos perseguir el objetivo de participar claramente en el Gobierno de Espa?a. CiU ya no puede imponerse como reto de futuro simplemente ser decisiva en la pol¨ªtica espa?ola, influir en el Gobierno de Espa?a. Debe, cuando sea posible, formar parte de ¨¦l. No s¨¦ cu¨¢ndo ser¨¢ viable, pero s¨ª creo sinceramente que, el d¨ªa que eso llegue, Catalu?a y Espa?a saldr¨¢n beneficiadas. Ahora mismo, Converg¨¨ncia i Uni¨® es la fuerza m¨¢s seria, centrada, central y centrista de cuantas campan en la pol¨ªtica espa?ola, con los arrestos necesarios para defender los intereses de Catalu?a cuando haga falta, pero con la vocaci¨®n propia del catalanismo pol¨ªtico de participar desde el Gobierno en la transformaci¨®n de Espa?a.
Insisto: no s¨¦ cuando llegar¨¢ esta posibilidad, ni si llegar¨¢. Pero pienso trabajar para que llegue (aun a expensas de que siga dici¨¦ndose que es para mi beneficio personal, como rid¨ªculamente se tiende a simplificar). Simplemente por estar convencido, como he dicho antes, de que ser¨¢ bueno para todos. Para Catalu?a y para Espa?a.
Josep A. Duran Lleida, secretario general de CiU y presidente del comit¨¦ de gobierno de Uni¨® Democr¨¢tica de Catalunya.
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