?Todos y todas? ?C¨®mo lo escriben ellas?
Alerta el autor que se debe reaccionar ante los intentos descabellados de ciertas comisarias del feminismo hispano.
Ni los m¨¢s severos detractores de los placeres carnales de la Espa?a nacional-cat¨®lica podr¨ªan haberse imaginado que el sexo acabar¨ªa desapareciendo como t¨¦rmino del lenguaje oficial, gracias al empe?o de cierto feminismo militante. Sus portavoces m¨¢s combativas empezaron sustituy¨¦ndolo por la palabra g¨¦nero, que es el vocablo que se ha acabado imponiendo. Ahora, en una nueva vuelta de tuerca, arremeten contra lo que consideran lenguaje sexista, cayendo en manifiesta contradicci¨®n: porque, si lo que hay, seg¨²n la jerga al uso, es s¨®lo g¨¦nero, masculino y femenino, los prejuicios en el uso de la lengua, de haberlos, tendr¨ªan que ser generistas.
Por lo que he podido leer en las ¨²ltimas semanas, algunas militantes (?o habr¨ªa que decir militantas?) del feminismo hispano se han embarcado en una ofensiva ideol¨®gica, para desterrar del uso de la lengua espa?ola lo que entienden por machismo. Y, de esta forma, ya no s¨®lo arremeten contra la masculinidad del plural gen¨¦rico, a favor de un cansino y atosigante desdoblamiento hecho de "todos y todas, padres y madres, ni?os y ni?as...". Adem¨¢s, tratan de promocionar palabras y palabros nuevos y nuevas, para que las mujeres puedan sentirse representadas, y no s¨®lo representados. Palabras y palabros como pueden ser, por ejemplo, cancillera o jueza.
Si fuera chica y me llamaran jueza, recibir¨ªa el t¨¦rmino como un insulto propio de alg¨²n machista resabiado
Yo, la verdad, si fuera chica y me llamaran jueza, recibir¨ªa el t¨¦rmino como un insulto propio de alg¨²n machista resabiado que s¨®lo trata de humillar. Me sentir¨ªa tan insultada como, si, al ser hombre (porque nadie es perfecto), alguien pudiera decir de m¨ª que soy un periodisto. Porque hay palabras que se resisten a operaciones arbitrarias de cambio de sexo. Por eso, no hay ni habr¨¢, espero, telefonistos, ascensoristos, electricistos, bedelas, j¨®venas y personos. Como no hay ni comunistos, ni socialistos, ni anarquistos, ni tampoco terroristos. Ni izquierdos (como hombres de izquierda) ni derechos (como hombres de derecha).
S¨ª, ya sabemos que las normas sobre el uso del idioma las ha fijado una instituci¨®n como la Real Academia Espa?ola de la Lengua, integrada por hombres en su abrumadora mayor¨ªa. Pero tal hecho no las desacredita, como se empe?an en mantener sus detractoras. Porque tambi¨¦n es verdad que fue un hombre quien formul¨® la Ley de la Gravedad y nadie, que yo sepa, ha cometido la tonter¨ªa de decir que se trata de una ley machista. Sorprende, por ello, que, en algo tan serio como es la conservaci¨®n y el buen uso del idioma se puedan aplicar criterios distintos a los que imperan en otras disciplinas. ?O tal vez se considera que el lenguaje, a diferencia de la F¨ªsica, es una cuesti¨®n tan de segundo orden que lo que hoy es cuchillo ma?ana puede ser denominado tenedor porque a uno (o una) se le acaba de ocurrir? Y a todo esto, ?qu¨¦ piensan las mujeres m¨¢s directamente implicadas en esta pol¨¦mica? Me refiero a aqu¨¦llas que tienen por oficio trabajar con las palabras. ?Qu¨¦ piensan las mujeres escritoras de este lenguaje indigesto, propio ¨²nicamente de instancias administrativas, pero que no tiene nada que ver ni con el habla corriente de la calle ni con el que emplean ellas en su literatura, como la experiencia nos ense?a de manera apabullante? Hagan, si no, la prueba, amigos lectores. Cojan un libro cualquiera, o cualquier art¨ªculo de prensa, escritos por mujeres y comprueben que lo que digo es cierto.
Yo lo tengo ampliamente comprobado. Escojo al azar y leo (La voz dormida, Dulce Chac¨®n): "Se abre paso entre los familiares, que contin¨²an gritando, mientras se empujan unos a otros para ocupar el espacio que ha dejado libre junto a la valla met¨¢lica". De acuerdo con las nuevas reivindicaciones de quienes quieren acabar con el lenguaje sexista, la novelista recientemente desaparecida tendr¨ªa que haber escrito. "Se abre paso entre los y las familiares, que contin¨²an gritando, mientras se empujan unos a otros y unas a otras para ocupar el espacio que ha dejado libre junto a la valla met¨¢lica". Como, sin duda, deber¨ªa corregirse Luisa Etxenike cuando en su art¨ªculo Derecho de decisi¨®n (El PA?S del 17 de diciembre) hablaba de "la manipulaci¨®n informativa que nos infligen nuestros eternos gobernantes", cuando, en rigor, seg¨²n lo que se lleva, tendr¨ªa que haber hablado de "nuestros y nuestras eternos y eternas gobernantes y gobernantas".
?Se imaginan desprop¨®sitos semejantes y lo que pueden dar de s¨ª, reproducidos hasta el infinito? No, ?verdad? Pues esto es lo que se nos viene encima. Y creo que va siendo hora de que se nos abran las carnes y ericen los cabellos, a todos (y, por supuesto, a todas), ante los intentos descabellados de ciertas comisarias del lenguaje pol¨ªticamente correcto, que atentan de una manera muy directa contra la libertad de creaci¨®n y de expresi¨®n de las propias mujeres. Me extra?a, por ello, que todav¨ªa no hayan reaccionado. Porque el peligro les afecta a ellas, igualmente. Y ellas son tambi¨¦n parte interesada en que se recupere al menos unas ciertas dosis de sentido com¨²n que nos salve de las agresiones al idioma. Porque puedo asegurar, y aseguro, que el sentido com¨²n, aunque sea gramaticalmente masculino, suele funcionar.
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