En la nevera est¨¢ el ¨¦xito
La escritora cubana Teresa Dovalpage ha escrito una novela sobre Cuba. Se suma as¨ª a la larga lista de escritores cubanos que han hecho de la infinita situaci¨®n social y pol¨ªtica de su pa¨ªs un argumento literario. Con estos antecedentes, no cabe duda de lo que podemos encontrar: pobreza (con todos los mecanismos psicol¨®gicos para disimularla, a los otros, como cualquiera que haya viajado a Cuba pudo comprobar, y, en un rasgo de imprescindible dignidad, a uno mismo) y corrupci¨®n. Adem¨¢s tambi¨¦n de incertidumbre y resignaci¨®n. Dovalpage nos ahorra el tr¨¢mite pol¨ªtico. Eso ya lo conocemos bien. Una buena cocina literaria permite con circunstancias como la cubana hacer peque?as radiograf¨ªas, muchas veces m¨¢s eficaces y certeras que cualquier ensayo sobre la materia. Incluso esa misma cocina nos puede aleccionar con la necesaria distancia narrativa sobre temas tan en boga como el turismo sexual o la caza del turista para lograr emigrar a la a?orada y opulenta Europa. La autora nos lo demuestra con esta buena novela. Buena y llena de un fino sentido del humor.
MUERTE DE UN MURCIANO EN LA HABANA
Teresa Dovalpage
Anagrama. Barcelona, 2006
189 p¨¢ginas. 15 euros
Muerte de un murciano
en La Habana est¨¢ estructura en cuatro actos. No porque emule a una obra de teatro sino a una conocida zarzuela. Es una voz omnisciente la que narra, pero lo que subraya los acontecimientos narrados es una voz interior. Llega a La Habana P¨ªo Ponce de Le¨®n, un alto ejecutivo de una empresa espa?ola al que se env¨ªa a Cuba para gestionar una sucursal. P¨ªo es murciano, tiene sesenta a?os, est¨¢ divorciado y tiene muchas ganas de hacer bien su trabajo. Pero en medio, al llegar a La Habana, se encuentra con Maricari, una jovencita veintea?era, que aspira un d¨ªa a hablar como B¨¦cquer escrib¨ªa poes¨ªa y a la que una codiciosa madre (codicia avalada, todo hay que decirlo, por la sempiterna pobreza estructural de la Revoluci¨®n) empuja a esa ambigua soluci¨®n econ¨®mica y social en que se puede convertir un matrimonio por conveniencia. La situaci¨®n se complica con la aparici¨®n de un tercero en discordia. Se trata de Te¨®filo, un travest¨ª que oficia de santero y que de pronto se convierte en un inesperado amante de Maricari. Las cosas se complican. No puedo decir m¨¢s. Y no porque se trate de una novela negra (aunque a veces el tr¨ªo formado por Maricari, P¨ªo y Te¨®filo nos parezca una parodia del celebre tr¨ªo de El cartero siempre llama dos veces). La novela de Teresa Dovalpage da para un rato de risa de buena calidad narrativa, pero el asunto que trata es muy serio. En la p¨¢gina 107 hay una inteligente descripci¨®n de una suculenta nevera, la de una Maricari que ya ha logrado engatusar al pobre P¨ªo. Esa descripci¨®n ense?a meridianamente dos cosas: que en Cuba la pobreza es selectiva (en el mismo sentido en que en la granja de Orwell algunos eran m¨¢s iguales que otros) y que no hay como una nevera para medir el ¨¦xito o el fracaso de algunas revoluciones.
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