El laberinto de las flores

Chiang Mai, la ciudad m¨¢s alta de Tailandia, a 800 kil¨®metros de Bangkok, celebra en estos momentos -desde el 1 de noviembre de 2006 hasta el 31 de enero de 2007- una de las m¨¢s fastuosas exposiciones de jardines.

La fama floral de Tailandia y la ub¨¦rrima promiscuidad en orqu¨ªdeas ("test¨ªculos", en griego) habr¨ªa bastado para atraer a los casi tres millones de especies reunidas en las 80 hect¨¢reas de la Royal Flora. Pero, por si faltaba algo, se a?ade la particular afici¨®n del rey. Bhumidol Adulyaded, que cumplir¨¢ 80 a?os en 2007, celebra en estos meses el 60? aniversario de su ascenso al poder, precisamente un lunes, lo que no es balad¨ª a efectos de la ambientaci¨®n crom¨¢tica.

Cada d¨ªa de la semana tiene atribuido un color que los ni?os aprenden en la po¨¦tica de la escolaridad tailandesa. En la actualidad, acaso una quinta parte de los habitantes que pululan por las calles visten de amarillo en honor del aniversario del monarca.

Blusas, polos, camisas amarillas ti?en las calles en homenaje a un dirigente venerado y muy querido, que, de su parte, manifiesta su cari?o y sensibilidad por los s¨²bditos a trav¨¦s de su amor por la horticultura, puesto que todav¨ªa en el campo residen las dos terceras partes de la poblaci¨®n. Es conocido oficialmente en el reino como Padre de la Innovaci¨®n, al atribu¨ªrsele la invenci¨®n de m¨¢s de un millar de proyectos para desarrollar los cultivos y el desarrollo agr¨ªcola sostenible, la restauraci¨®n del suelo, la reforestaci¨®n general o la selecci¨®n de las semillas. Todo ello evidentemente para beneficio de su pueblo, al que trata simult¨¢neamente con ademanes de patriarca y de divinidad.

Paisajismo y piedad

Un magn¨ªfico pabell¨®n de dos pisos, The Royal Pavillon, est¨¢ dedicado a la exhibici¨®n de sus invenciones para beneficio del campesinado, pero tambi¨¦n el edificio se halla destinado a evocar otras de sus inquietudes humanas, intelectuales o cient¨ªficas, se trate de la mec¨¢nica, la ling¨¹¨ªstica, el paisajismo, la piedad o la ¨®ptica.

El rey es el centro del equilibrio pol¨ªtico y social tailand¨¦s, resistente -como se vio hace poco- a los s¨²bitos golpes de Estado y al vaiv¨¦n modernizador del pa¨ªs, que ha conocido el delirante desarrollo correspondiente a los excitados dragones asi¨¢ticos.

La Royal Flora Ratchaphruek actual (siendo ractchaphruek el nombre del ¨¢rbol con frutos del color mostaza del budismo y del color real del lunes) se presenta como la ambici¨®n tailandesa a concederse notabilidad ante el mundo. Treinta y dos pa¨ªses de cinco continentes han acudido a la convocatoria, s¨®lo cuatro europeos, pero entre ellos se encuentra Espa?a, que est¨¢ planeando hacerse m¨¢s presente en esta regi¨®n del mundo. Antes que en este pa¨ªs, la feria de las flores tuvo lugar en Holanda (Floriade, en 2002) y en la ciudad alemana de Rostock (IGA, 2003).

El primer premio para las obras expuestas en esta Royal Flora recay¨® en Jap¨®n. Pero obviamente, puesto que Jap¨®n resulta ser el primer inversor en la econom¨ªa tailandesa. El segundo premio se ha concedido a Holanda en reconocimiento, muy probablemente, al denodado esfuerzo desplegado sin desmayo para sustituir los tulipanes que han ido sec¨¢ndose d¨ªa tras d¨ªa. A Espa?a no le han otorgado galard¨®n alguno, pero, a ojos vista, constituye el pabell¨®n donde se advierte mejor la voluntad de estilo.

La inspiraci¨®n (?c¨®mo no?) procede de trazos mironianos, pero, aun as¨ª, la ocupaci¨®n del espacio, el circo de cipreses, los cantos rodados en el pavimento y la mezcla de trigo y amapolas, entre ense?a nacional y foto campesina t¨®pica, redondea una idea que no se encuentra en otro lugar del recinto. El estudio navarro de los arquitectos Capilla y Vallejo es el autor de la obra, que ni espanta ni entusiasma, pero posee la fuerza de su coherencia, superior a cualquiera de los suaves competidores del vecindario, y la unidad suficiente para distinguirse dignamente. Si las amapolas aut¨¦nticas han sido reeemplazadas por el rojo de las poinsettias es debido al recelo que en ese "tri¨¢ngulo del oro del opio" despierta la morfolog¨ªa de nuestra planta.

Orqu¨ªdeas a miles

Unos 6.000 visitantes se acercan diariamente a curiosear la creaci¨®n espa?ola, y en total, al final de la muestra, el recuento para Royal Flora en conjunto puede rebasar los dos millones. Dos millones de ambulantes que van de aqu¨ª para all¨¢ de asombro en asombro. S¨®lo las orqu¨ªdeas se muestran en una variedad de 10.000 clases y el conjunto llega a superar los 50.000 ejemplares.

La flor constituye la formaci¨®n narcisista por excelencia: nace y se perfecciona para atraer al ojo, el olfato, el gusto o el tacto de los animales que contribuyen hechizados a la traslaci¨®n del polen y al bullicio de la reproducci¨®n.

La gran org¨ªa de la sexualidad vegetal se experimenta, pues, por todas partes y con una extra?a particularidad adicional. Porque as¨ª como la flor fue el objeto a mirar, los millones de flores se comportan a su vez como retadoras mironas de los espectadores. Ocurre en la Royal Flora el fen¨®meno parad¨®jico y propio de las modelos publicitarias que siendo, en cuanto objetos, tan fotografiadas por la c¨¢mara, son ellas al cabo las que nos miran y captan el objetivo que pretend¨ªa apresarlas.

?Una feria de jardines? Todas las ferias tratan de amenizarse mediante la jardiner¨ªa, pero siendo todo el espacio enjardinado, ?c¨®mo liberarse del laberinto floral? ?C¨®mo no ponderar la visita como una experiencia de excepci¨®n en el v¨¦rtigo m¨¢s delicado de la belleza sin carne?

En enero, del 26 al 30, se celebrar¨¢ la Semana de Espa?a con un pasacalles del grupo teatral Caleidoscopio, con un concierto de campanas a cargo del genial Loren? Barber y una cumplida intervenci¨®n flamenca de Eva Hierbabuena. El 31 se efect¨²a la gran clausura.

Hasta entonces, tanto en los jardines de Chiang Mai como en sus entornos tailandeses, cunde el aliciente de un pa¨ªs cuajado de diferencias gastron¨®micas o audiovisuales de todo g¨¦nero. Sin olvidar, por supuesto, el embrujo de la aut¨¦ntica, barata e irresistible copia pirata, de noche y en abigarrados mercadillos a cielo abierto.