Michoac¨¢n experimenta el 'efecto cucaracha'
La operaci¨®n militar en este Estado mexicano pone en fuga a los jefes del narcotr¨¢fico
"Nosotros no vamos a la guerra si no estamos seguros de ganar", ha dicho en tono triunfalista el general mexicano Manuel Garc¨ªa Ruiz, jefe supremo de las fuerzas conjuntas -7.000 militares y polic¨ªas- que participan desde el 11 de diciembre en un gigantesco operativo antidroga en el Estado de Michoac¨¢n, donde han muerto 556 personas en 2006.
El optimismo del Gobierno de Felipe Calder¨®n a la hora de hacer balance de la misi¨®n contrasta con las voces que piden cautela. Un ejemplo: seg¨²n el general Garc¨ªa, el grupo Los Zetas, desertores del Ej¨¦rcito que se convirtieron en sicarios del narcotr¨¢fico, ya no existe como tal. Un informe de la Procuradur¨ªa (Fiscal¨ªa) General de la Rep¨²blica (PGR), contradice la versi¨®n y advierte que Los Zetas, brazo armado del c¨¢rtel del Golfo, siguen siendo una amenaza.
La mayor¨ªa de los polic¨ªas municipales est¨¢n implicados en la droga, dice un fiscal
Los Zetas est¨¢n acabados porque han sido asesinados por organizaciones rivales o est¨¢n detenidos, ha asegurado el general Garc¨ªa, mando ¨²nico de la Operaci¨®n Conjunta Michoac¨¢n. "Si se habla del grupo original de Los Zetas que trabaj¨® en el noroeste de la Rep¨²blica, ya no hay ninguno". La informaci¨®n que maneja la PGR reconoce que aquel contingente de militares convertidos en sicarios ha sido diezmado y que no quedan m¨¢s de 11 jefes, que han reclutado a nuevas generaciones de delincuentes. Advierte que por su nivel de entrenamiento, siguen siendo el grupo de sicarios mejor equipado de cuantos act¨²an al servicio del narcotr¨¢fico. De sus cabecillas el m¨¢s buscado por las fuerzas desplegadas en Michoac¨¢n es Julio C¨¦sar Rosales Morales, se?alado como jefe de Los Zetas y uno de los presuntos l¨ªderes de La Familia, una organizaci¨®n que se arroga el derecho de velar por la seguridad e impartir justicia en Michoac¨¢n a sangre y fuego. A lo largo del a?o que termina, los mensajes de este grupo siniestro aparecieron junto a una veintena de personas decapitadas en el Estado.
Las autoridades aseguran que en 13 d¨ªas han sido detenidas 60 personas, entre ellas Alfonso Barajas, principal operador del cartel del Golfo, se han incautado importantes arsenales y destruido unas 3.000 plantaciones de marihuana. "Nos sentimos mejor porque hay m¨¢s seguridad", dice un residente de Uruapan, ciudad donde la violencia de los narcotraficantes ha golpeado con fuerza. El mismo interlocutor advierte que ocho d¨ªas antes de que llegara el Ej¨¦rcito, los capos m¨¢s destacados hab¨ªan huido. "La mayor¨ªa de detenidos son pinches vendedores de droga", se?ala. Es lo que los especialistas llaman "efecto cucaracha": ante un operativo militar, los narcotraficantes se diseminan por otros territorios menos vigilados. Ocurri¨® hace tres d¨¦cadas con la Operaci¨®n C¨®ndor del Ej¨¦rcito en Sinaloa. Los grandes capos de la ¨¦poca se desplazaron hacia otros Estados como Jalisco, donde instalaron nuevas bases. Seg¨²n ha declarado el ombudsman (Defensor del Pueblo) sinaloense, ?scar Loza Ochoa, las incursiones de los militares provocaron el desplazamiento de miles de campesinos a zonas urbanas y la aparici¨®n de la coca¨ªna como droga m¨¢s rentable.
La Operaci¨®n Conjunta Michoac¨¢n ha entrado en una segunda etapa, seg¨²n anuncian los responsables, en la que las fuerzas militares y de la Polic¨ªa Federal llegan a zonas rurales y urbanas con el objetivo de recuperar espacios para la ciudadan¨ªa. Pero la violencia contin¨²a. El viernes, una decena de pistoleros con pasamonta?as y uniformes negros con las siglas de la Agencia Federal de Investigaci¨®n (AFI) asesinaron en Uruapan, segunda ciudad del Estado, a un polic¨ªa que trabajaba como escolta de un empresario local. Los territorios donde se libra la batalla contra el narcotr¨¢fico coinciden con las rutas de distribuci¨®n. Informes de la Marina mexicana se?alan que gran cantidad de droga ingresa en el pa¨ªs por la costa del Pac¨ªfico, a trav¨¦s de puertos como L¨¢zaro C¨¢rdenas (Michoac¨¢n) y Acapulco (Guerrero). B¨¢sicamente es coca¨ªna procedente de Colombia. De cobrar un derecho de paso, las bandas rivales quieren controlar toda la ruta. Un porcentaje significativo de las v¨ªctimas de la guerra de la droga incluye a polic¨ªas municipales y jefes policiales. "Hay mucha corrupci¨®n", reconoce Jos¨¦ Luis Santiago Vasconcelos, jefe de la Subprocurador¨ªa de Investigaci¨®n Especializada en Delincuencia Organizada (SIEDO). "No me atrevo a decir que todos est¨¢n involucrados, pero la gran mayor¨ªa s¨ª", a?ade el fiscal antidrogas. Las cifras de lo que cobran funcionarios de las organizaciones criminales son inquietantes: "Trat¨¢ndose de AFI o jefes del Ministerio P¨²blico Federal se paga de 25.000 a 50.000 d¨®lares cada quincena o cada mes. A los polic¨ªas se les paga de 5.000 a 25.000 d¨®lares a la quincena o al mes". La incorporaci¨®n del Ej¨¦rcito en la lucha contra el narcotr¨¢fico es el ¨²ltimo recurso. De hecho, ya estaba seriamente comprometido en la batalla. Antes de la operaci¨®n en Michoac¨¢n 25.000 soldados participaban en la destrucci¨®n de plant¨ªos ilegales.
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