Pap¨¢, ?qu¨¦ es Galicia?
"Pap¨¢, ?qu¨¦ es Galicia?", le preguntaba el otro d¨ªa el peque?o Ant¨®n (apenas un par de a?os y medio) a su padre. Tras las respuestas obvias ( "Y bueeenooo, pueees ... Es donde vivimos... Es, er..., lo que nos rodea por todos los lados... Es, en fin, ?ejem!, nuestro pa¨ªs..."), el peque?o Ant¨®n qued¨® satisfecho, pero no as¨ª su padre. Para s¨ª pens¨® que la respuesta era imposible: "?C¨®mo te lo voy a explicar, hijo m¨ªo, si no lo entiendo ni yo?". Algo parecido debi¨® pasar entre Hamlet y su padre: "Pap¨¢, ?qu¨¦ es Dinamarca?". Para el fantasma, en este caso, la soluci¨®n era f¨¢cil: "Un sitio donde algo huele mal, mi peque?o y atormentado pr¨ªncipe, y donde hace un fr¨ªo de cojones".
La identidad nacional, preguntada a bocajarro, es dif¨ªcil de definir: idioma, cultura, gastronom¨ªa, sentido del humor, tal vez so?ar, tal vez dormir, tal vez morir ... Complicado. En Galicia estos d¨ªas hace mucho fr¨ªo, pero no por ello es Dinamarca. En la R¨ªa de Pontevedra huele bastante mal gracias a la celulosa de Mar¨ªn, pero no tenemos una reina casada con su cu?ado mientras el pr¨ªncipe heredero se pasea por Elsinor pateando la calavera de Yorick y largando mon¨®logos para el Club de la Tragedia. ?O s¨ª?
No se sabe si para bien o para mal, las superestructuras pol¨ªticas aspiran a ser una representaci¨®n a escala del cableado cerebral de los pueblos. Al menos, as¨ª era anta?o. Ahora importamos modelos para armar, casas de mu?ecas, parlamentos en kit y ministerios misteriosos para decorar las estanter¨ªas. ?Qu¨¦ misterios ministeriosos! No podemos declarar la independencia de una rep¨²blica sovi¨¦tica porque no vaya a ser el demonio que se nos eche encima una fuerza multinacional furibunda y desconsiderada. Tampoco un reino absolutista en manos de una dinast¨ªa de origen colombiano, por ejemplo. Y, por supuesto, que ni se nos pase por la cabeza un falansterio autogestionado y con los medios de producci¨®n en manos de pistoleros de la Federaci¨®n Anarquista Ib¨¦rica. Es lo que tiene estar en un mundo interdependiente. Cada pa¨ªs, a la manera de los centros comerciales, es un no sitio, un ejemplar m¨¢s de una reproducci¨®n masiva de sistemas democr¨¢ticos que alguien decidi¨® alg¨²n d¨ªa que eran los menos malos y lo que nos conven¨ªa. Qu¨¦ suerte la nuestra.
Nuestros jueces y nuestros sacerdotes son importados. Los pobres druidas tuvieron que cambiar de oficio y las legiones romanas se ocuparon de darnos dos idiomas degenerados de su lat¨ªn. (Es, cuando menos, curioso que la palabra perro sea m¨¢s celta que can y que alal¨¢ suene totalmente ¨¢rabe). Pero nadie puede quitarnos el sentido del humor reconvertido en sistema operativo ni las l¨¢grimas por los hijos perdidos en el mar o entre las entra?as del analfabetismo maligno de nuestras ciudades. Un analfabestialismo (sic) cruel y sin empat¨ªa que pretende institucionalizar el lavado de manos y la impunidad. Los bates de b¨¦isbol en las tiendas de Todo a cien de 24 Horas son todo un s¨ªntoma.
Perder la fe no es bueno. Pero mantenerse en ella como sea, tampoco puede ser muy sano. Galicia es un pa¨ªs m¨¢s ateo de lo que parece y juega al ajedrez con La Muerte sin esperanzas de ganar. El minifundismo moral es la representaci¨®n neuronal de nuestro sistema agropecuario. A¨²n no sabemos si somos unos privilegiados o simplemente unos horteras. Ponemos ventiladores en lo alto de los montes y blanqueamos el dinero escondido entre las tetas de la abuela. Perdimos la peseta y el escudo, pero ganamos en ladrillos colosales. S¨®lo nos puede redimir ponerle un altar a James Brown en alguna esquina de la catedral de Santiago.
Desde tiempos terremotos (sic), siempre hay un roto para un descosido. No conseguimos que Rouco Varela fuera Papa, pero les mandamos a Paco V¨¢zquez al Vaticano. Las federaciones internacionales no reconocen a la Selecci¨®n Galega de F¨²tbol, pero marcamos goles de factura individual impecable. Si 20 a?os no es nada, como dec¨ªa el tango, 25 a¨²n es menos. Los Inocentes, tal d¨ªa como hoy, estar¨¢n a salvo si procedemos al rearme ¨¦tico.
"Pap¨¢, ?qu¨¦ es Galicia?" "?Y t¨² me lo preguntas, hijo m¨ªo? Galicia eres t¨² y soy yo y no somos ninguno de los dos".
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