Hay que escoger al enemigo
Hay un momento decisivo en el que no queda m¨¢s remedio que escoger al enemigo. En los primeros arrebatos de soberbia se aspira a la superioridad absoluta que permita barrer con todo. Luego la realidad pone en su lugar a cada uno: designar a quien debe concentrar todos los esfuerzos para su liquidaci¨®n se convierte en elemental para la propia supervivencia. ?Ay de qui¨¦n se equivoca de enemigo! Pero tambi¨¦n hay que saber escoger y atraerse a los aliados, en vez de dejarse arrebatar por la ira y la prepotencia de despreciar a uno, denunciar al otro y eliminar al de m¨¢s all¨¢. Son cosas elementales que est¨¢n en los manuales de autoayuda y en las ediciones de Sun Tzu para empresarios, pero que algunos de los l¨ªderes de este mundo parecen haber olvidado.
Ahora mismo hay por lo bajo cinco conflictos en marcha, tres de ellos guerras abiertas, en una culebra de tensi¨®n que conecta casi con continuidad territorial el coraz¨®n de ?frica con el coraz¨®n de Asia. El ¨²ltimo chispazo ha saltado en Somalia, en una regi¨®n separada de la pen¨ªnsula ar¨¢biga por el golfo de Ad¨¦n y las escasas millas marinas del estrecho de Bab el Mandeb. Conecta indirectamente con otra guerra, ya en la regi¨®n central africana, que se libra en Darfur, en la frontera con Chad. Cuenta en ambas, entre otras cosas, la rivalidad regional entre Eritrea y Etiop¨ªa, dos pa¨ªses anta?o unidos que todav¨ªa no han resuelto sus l¨ªmites fronterizos y sue?an en despedazarse mutuamente.
M¨¢s al norte, esboza sus primeros pasos la guerra civil palestina, derivada de una guerra mayor y perenne que se remonta a la primera mitad del siglo XX entre israel¨ªes y ¨¢rabes. Luego est¨¢ la guerra m¨²ltiple de Irak, un aut¨¦ntico cat¨¢logo b¨¦lico: la civil, la de independencia, la terrorista y su opuesto la antiterrorista, la civil dentro de la civil... Y m¨¢s all¨¢, Asia adentro, la de Afganist¨¢n, cada vez m¨¢s turbia y enmara?ada, donde se juega su prestigio nada menos que la OTAN, que es como decir el sistema de defensa que ha asegurado la paz europea durante los ¨²ltimos 50 a?os.
No hay guerra ahora, pero s¨ª todos sus ingredientes, en la Cachemira india, donde culmina el arco violento por donde circula el islam yihadista de Al Qaeda, con vocaci¨®n de unir todos los conflictos contra Estados Unidos e Israel. Circunscrita primero al Afganist¨¢n de los talibanes, cinco a?os despu¨¦s de ser desalojada de Kabul, esta organizaci¨®n terrorista ha extendido su marca como franquicia del terrorismo antioccidental y abre un frente en la costa africana. El n¨²mero dos de Bin Laden, Ayman al-Zawahiri, se ha permitido la pasada semana llamar a las negociaciones directas entre sus guerrilleros afganos e iraqu¨ªes y Washington. Todo lo que no sea Al Qaeda fue demolido por Al Zawahiri en su intervenci¨®n retransmitida por Al Yazira: Al Fatah, por supuesto, como brazo americano en Palestina; Ham¨¢s, porque cree en las elecciones y en las constituciones civiles; Ir¨¢n, por su apoyo a los Gobiernos legales de Afganist¨¢n e Irak. La marca de Bin Laden quiere tomar las riendas en este rosario de conflictos y juega a extender la yihad al Cuerno de ?frica, en otra guerra por procuraci¨®n contra el enemigo americano. Cuenta con una baza parad¨®jica: Egipto y Arabia Saud¨ª temen m¨¢s a un Ir¨¢n con el arma nuclear que al propio Israel, entre otras razones porque arrebata la bandera del combate palestino de las manos sunitas de forma ya definitiva. Pero todo sopla a favor de Ir¨¢n, que recoge la cosecha de los errores norteamericanos a dos manos, incluyendo la destructiva actitud de Washington ante el Tratado de No Proliferaci¨®n Nuclear.
Elegir a Teher¨¢n como enemigo principal es una decisi¨®n de consecuencias dif¨ªciles de medir. No es casualidad que el Informe Baker-Hamilton, tan mal acogido por Bush, proponga negociaciones con todos, excepto con Al Qaeda. Tras el desastre de Irak, la actual crisis del Cuerno de ?frica y la creciente amenaza de Ir¨¢n, tropezamos dram¨¢ticamente con un vac¨ªo estrat¨¦gico como el que llen¨® Georges Kennan al empezar la guerra fr¨ªa. Este diplom¨¢tico norteamericano escribi¨® desde Mosc¨² el llamado Telegrama largo, que propon¨ªa una nueva pol¨ªtica de containment (contenci¨®n) frente a la Uni¨®n Sovi¨¦tica, en la que se combinaba la diplomacia con la amenaza. Sus buenos resultados a la vista est¨¢n: no hubo guerra nuclear y no hay Uni¨®n Sovi¨¦tica.
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