Misterio en las paredes de barro
Trujillo y Chan Chan, pir¨¢mides y ciudades de adobe en el Pac¨ªfico peruano
Le cabe a Chan Chan el dudoso honor de figurar en el gotha de lugares m¨¢gicos, uno de esos filones donde esoteristas y sacamuelas se buscan la vida (sirva, como bot¨®n de muestra, el libro de Marcel Homet Chan Chan, la misteriosa, publicado en una popular colecci¨®n de ciencias ocultas). Desde luego, el aspecto de aquellas ruinas, declaradas por la Unesco Patrimonio de la Humanidad, presta alas a la fantas¨ªa. La ciudad de barro m¨¢s grande de la Am¨¦rica precolombina. Muros y tapiales pajizos que se extienden hasta ser enjugados por el horizonte, frisos de p¨¢jaros y peces estilizados, grecas y relieves geom¨¦tricos, balaustres y rejillas que logran con el adobe friable la finura de un encaje: todo hace pensar que uno se encuentra en el coraz¨®n de la Mesopotamia b¨ªblica, y no en un enclave precolombino a orillas del oc¨¦ano Pac¨ªfico.
Parece aquello un paraje asolado, castigado por alguna plaga divina. Y en cierto modo es as¨ª: primero fueron los saqueadores y buscadores de tesoros; durante la ¨¦poca del virreinato, el sitio fue destripado en la creencia de que bajo sus escombros se escond¨ªa un gran tesoro, plata y oro en abundancia, como cumpl¨ªa con una capital que lleg¨® a ser rival de Cuzco. Mucho m¨¢s eficaz es el peri¨®dico saqueo de los aguaceros y el fen¨®meno meteorol¨®gico conocido como El Ni?o, que diluye los esfuerzos de arque¨®logos y cient¨ªficos.
?stos no buscan arcanos ni tesoros, sino sacar a la luz algunas certezas sobre la cultura chim¨², una de las m¨¢s brillantes civilizaciones preincaicas. Un imperio (sensu lato) que se asent¨® en el valle del Moche, y lleg¨® a controlar buena parte de la costa peruana, entre los siglos IX y XV. Un pueblo de expertos constructores que dominaban, adem¨¢s, t¨¦cnicas agr¨ªcolas y de riego (con canales soterrados, para no perder agua) y sab¨ªan enfrentarse a las mareas y olas formidables del oc¨¦ano para obtener pesca. Una sociedad r¨ªgidamente estructurada cuyos artesanos dominaban la orfebrer¨ªa y las artes textiles, como queda patente en el Museo de Sitio inaugurado hace ya m¨¢s de una d¨¦cada, donde puede verse el utillaje agr¨ªcola, as¨ª como cer¨¢micas, textiles y tallas de madera.
La capital de ese imperio, Chan Chan (en lengua chim¨² significa sol, sol), lleg¨® a albergar a unos 60.000 habitantes, dispersos por un ¨¢rea de m¨¢s de veinte kil¨®metros cuadrados. Lo que han sacado a la luz las excavaciones es una m¨ªnima parte. Lo m¨¢s castigado por el tiempo y la erosi¨®n es precisamente la carnadura cotidiana, los barrios populares, talleres, almacenes, acequias y caminos. Lo que ha captado m¨¢s la atenci¨®n de los arque¨®logos es, sin embargo, la parte noble o administrativa, algo peculiar de este asentamiento. Y es que cada rey o gobernante edificaba su propio recinto o palacio, unas ciudadelas que son ahora tantas como fueron los soberanos.
Los primeros planos
Seg¨²n una historia an¨®nima escrita en 1604 por alg¨²n cronista espa?ol sobre el origen del "reino de Chimor", fueron 10 los reyes de la dinast¨ªa fundada por el m¨ªtico Tacaynamo, que habr¨ªa llegado al litoral con sus guerreros sobre balsas de totora. Y son 10, en efecto, las ciudadelas detectadas en Chan Chan. Su tama?o medio es de unas catorce hect¨¢reas, y han sido bautizadas con nombres de exploradores y estudiosos relacionados con el yacimiento. El suizo Johan von Tschudi, que public¨® los primeros planos del lugar a mediados del siglo XIX, da nombre al palacio mejor restaurado, el ¨²nico abierto a las visitas.
Es deslumbrante. Muros imponentes de tapial (canchones) cierran herm¨¦ticamente el recinto, al que se accede por una ¨²nica puerta. Una inmensa plaza ceremonial sirve de eje para un despliegue laber¨ªntico de salas, pasadizos y otras plazuelas menores. Recientemente, se ha instalado una torre met¨¢lica que sirve de mirador para abarcar el conjunto. En un borde del reducto puede verse el huanchaque o reservorio de agua, cuyo uso no est¨¢ claro: puede que fuera vivero de totora, lugar de culto o simple jard¨ªn; en todo el ¨¢rea urbana se han inventariado m¨¢s de cien albercas como ¨¦sta.
Cuando el imperio chim¨² fue sometido por el inca Tupac Yupanqui, hacia 1470, Chan Chan fue saqueada y destruida. Al llegar los espa?oles, la poblaci¨®n era una ruina pr¨¢cticamente abandonada. As¨ª que Diego de Almagro fundo en 1534, a una legua escasa de all¨ª, una nueva poblaci¨®n que llam¨® Trujillo, en honor a la patria chica del extreme?o Francisco Pizarro.
Trujillo es actualmente una de las ciudades coloniales mejor preservadas de Am¨¦rica. No s¨®lo conserva la cuadr¨ªcula apenas intacta de edificios virreinales, en torno a la gran plaza de Armas; guarda sobre todo el aroma ingenuo y ¨¦pico a la vez de aquellos d¨ªas fundacionales. Aparte del inter¨¦s colonial, est¨¢n a un paso de Trujillo los restos de otra sociedad anterior a la chim¨², la cultura moche o mochica; concretamente, las llamadas Pir¨¢mide del Sol (tan grande como la mayor de Egipto, s¨®lo que en adobe) y Pir¨¢mide de la Luna, con relieves policromados y abierta a las visitas. A esa misma cultura moche pertenecen otras huacas o yacimientos, como la del Arco Iris o la del Brujo, en la que unas cordadas de prisioneros desnudos, formando un friso, hacen de nuevo pensar en la remota Mesopotamia.
Los caballitos de totora
Tanto en cer¨¢micas moche como en algunos relieves de la ciudadela Velarde -otro de los 10 recintos de Chan Chan- aparecen representadas unas curiosas embarcaciones en forma de babucha. Son los famosos caballitos de totora, que siguen fabric¨¢ndose en Huanchaco, la zona playera de Trujillo, a unos quince kil¨®metros del centro. Estas embarcaciones apenas han cambiado en varios miles de a?os. Se utilizaban para pescar, y est¨¢n hechas con haces de juncos que llaman totora, un material ef¨ªmero que obliga a desechar la barca despu¨¦s de cierto tiempo. El famoso explorador Thor Heyerdal pretendi¨® demostrar que con balsas similares a ¨¦stas habr¨ªan llegado desde Per¨² a la isla de Pascua sus primeros colonos, tesis descartada por la comunidad cient¨ªfica.
Pero es cierto que tanto los chim¨² como los incas cifraban su origen en una leyenda, seg¨²n la cual el fundador de su pueblo habr¨ªa llegado misteriosamente en una balsa de totora desde las brumas del mar. Los caballitos de Huanchaco son la principal atracci¨®n de esta villa, donde el turismo no ha perdido los dientes de leche. Ning¨²n mamotreto de hormig¨®n a la vista, s¨®lo surfistas algo chalados, pescadores, veraneantes en familia, devoradores de marisco, vendedores de chucher¨ªas y gente por el estilo. El tipo de lugar donde a cualquier afligido no le importar¨ªa perderse, al menos por un tiempo.
GU?A PR?CTICA
Datos b¨¢sicos- Prefijo telef¨®nico: 00 51.- Poblaci¨®n: Per¨² tiene unos28 millones de habitantes.- Moneda: un euro equivale aproximadamente a 4,40 nuevos soles.C¨®mo llegar- La mayorista Transrutas (www.transrutas.com) ofrece un paquete para recorrer Per¨² durante 13 d¨ªas (10 noches) visitando las ruinas de Chan Chan y Trujillo, donde se pernocta dos noches. A partir de 2.247 euros por persona en habitaci¨®n doble, m¨¢s tasas y recargos (precios del cat¨¢logo 2006; consultar precios de 2007). El importe incluye vuelos, traslados y alojamiento en hotelesde tres y cuatro estrellas.- La mayorista Nobeltours (www.nobeltours.com) ofrece un paquete de 14 d¨ªas (12 noches) con visita a Chan Chan y Trujillo, dondese pernocta dos noches. A partir de 2.820 euros por persona (en habitaci¨®n doble), m¨¢s tasas y suplementos. Incluye vuelos, alojamiento en hoteles de tres y cuatro estrellas, con desayuno, traslados y gu¨ªas locales.Comer- El Mochica. Jir¨®n Bol¨ªvar, 462. Trujillo (44 29 34 41). Cocinatradicional peruana a precios razonables y m¨²sica folcl¨®ricalas noches del fin de semana.- Huanchaco Beach Restaurant (44 46 14 84; www.huanchacobeach.com). Larco, 602. Huanchaco. Juntoa la playa, con una agradable terraza.- Pizzas Tere (44 46 11 97). Larco, 280. Huanchaco. Caf¨¦ informal y agradable.Informaci¨®n- Turismo de Per¨².www.peru.info.- Embajada de Per¨² en Madrid.Pr¨ªncipe de Vergara, 36. 914 31 42 42; www.embajadaperu.es.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.