ETA tiene la culpa
ETA reanud¨® ayer el ¨²nico e intolerante discurso que ha exhibido en sus cuatro d¨¦cadas de existencia: el terror. La furgoneta bomba que estall¨® en una de las plantas de la nueva terminal del aeropuerto madrile?o de Barajas caus¨®, por la informaci¨®n disponible al cierre de esta edici¨®n, dos desaparecidos, varios heridos leves y serios destrozos en las instalaciones, as¨ª como el caos m¨¢s absoluto durante las horas que estuvo suspendido el tr¨¢fico a¨¦reo. Con este atentado, la banda rompe el alto el fuego que anunci¨® hace nueve meses, lo que oblig¨® al Gobierno de Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero a suspender cualquier iniciativa de di¨¢logo con ella, en cumplimiento de la resoluci¨®n aprobada en el Congreso el pasado mes de junio.
As¨ª lo anunci¨® el propio presidente en una comparecencia p¨²blica en la que, adem¨¢s, consider¨® que la acci¨®n de ETA era "el paso m¨¢s equivocado e in¨²til que han podido dar los terroristas". La resoluci¨®n del Congreso establec¨ªa como condici¨®n para cualquier di¨¢logo la voluntad inequ¨ªvoca de abandonar la violencia. La organizaci¨®n dej¨® ayer bien claro, con un atentado grav¨ªsimo -se emplearon unos 200 kilos de material explosivo- en uno de los lugares m¨¢s emblem¨¢ticos de Madrid, que su camino es el del terror y el miedo. Se trata, una vez m¨¢s, del reconocimiento de su impotencia.
Lo sucedido ayer s¨®lo tiene un culpable: ETA. Frente al anacronismo de un grupo de terroristas convencidos de que es posible fraguar su proyecto pol¨ªtico sobre el dolor y la sangre, la democracia debe contraponer la unidad de todas las fuerzas democr¨¢ticas, el apoyo de todas ellas al Gobierno en los momentos de mayor dificultad, la fortaleza de las instituciones y la firmeza del Estado frente a los violentos. Zapatero anunci¨® ayer la busca y captura, para su entrega a la justicia, de los autores del atentado. No pod¨ªa ser de otra manera.
La direcci¨®n de la lucha antiterrorista es responsabilidad del Gobierno. A ¨¦l, en particular a su presidente, corresponde decidir el camino a seguir. Para ello cuenta con el mandato del Parlamento. Lo peor que podr¨ªa suceder en este momento es que las rencillas partidistas y el ego¨ªsmo de vuelo corto hicieran a¨²n m¨¢s f¨¢cil el objetivo de la banda de desgastar y debilitar el Ejecutivo.
La acci¨®n de Barajas pill¨® desprevenido al Gobierno, seg¨²n reconoci¨® el ministro del Interior, Alfredo P¨¦rez Rubalcaba, y se produjo un d¨ªa despu¨¦s de que el presidente Zapatero manifestara su optimismo por la marcha del proceso para el fin de ETA. No es descartable que algunos utilicen esta circunstancia como munici¨®n para el navajeo pol¨ªtico, pero, pese a que la cr¨ªtica a la labor de cualquier Gobierno es necesaria en los sistemas democr¨¢ticos, no parece ¨¦ste el momento m¨¢s adecuado para reproches est¨¦riles.
ETA ha modificado con este atentado su tradicional ritual de anunciar mediante un comunicado la ruptura de una tregua, como ya sucedi¨® con las de 1989 y 1998. En esta ocasi¨®n, con la bomba de Barajas, la banda parece querer forzar al Gobierno hacia una ruptura del proceso para la paz que le permita librarse de culpas y justificar posteriores acciones violentas. De nuevo es una estrategia suicida e insensata. No s¨®lo porque camina por encima del dolor de las v¨ªctimas y el terror de los ciudadanos, sino tambi¨¦n por la frustraci¨®n que provoca en la gente, incluida la izquierda abertzale, parte de la cual hab¨ªa depositado en este alto el fuego permanente fundadas esperanzas de alcanzar, en el plazo que fuera necesario, la paz que ans¨ªa este pa¨ªs.
Desgraciadamente, Batasuna volvi¨® ayer a decepcionar con un discurso alejado de la realidad. Su m¨¢ximo dirigente, Arnaldo Otegi, se refugi¨® en la solidaridad con las v¨ªctimas del atentado de Madrid y en una llamada al sosiego y a la responsabilidad para evitar la condena de lo sucedido. La falta de liderazgo en la formaci¨®n abertzale, justo lo que m¨¢s se necesita en estos momentos dif¨ªciles, ha convertido en papel mojado el famoso discurso de Anoeta, en noviembre de 2004, en el que abogaba por las v¨ªas pol¨ªticas en lugar de las pistolas. Poco queda de aquello.
No basta con anunciar nuevas iniciativas para mantener vivo un proceso que, seg¨²n dijo el propio Otegi, no est¨¢ roto, o con afirmar que lo sucedido en Barajas no devuelve la situaci¨®n en el Pa¨ªs Vasco a los momentos previos al anuncio del alto el fuego permanente. El argumento utilizado por el l¨ªder de Batasuna de que la izquierda abertzale lleva meses advirtiendo de los obst¨¢culos que sufre el di¨¢logo para el fin de la violencia resulta un sarcasmo tr¨¢gico cuando la consecuencia de ello son 200 kilos de explosivos en una zona tan concurrida como la nueva terminal de Barajas. Otegi debe responderse a s¨ª mismo, y a todos aquellos que se lo reclaman, si tiene el coraje y apoyos suficientes para desmarcarse de la violencia. Es la hora de la valent¨ªa. Los cobardes viajan con dinamita.
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