La sospechosa espiritualidad de Las Doce Tribus
As¨ª vive este grupo que emula a los primeros creyentes y no escolariza a sus hijos para "mantener la pureza"
En San Sebasti¨¢n hay una tribu misteriosa que vive en una granja en lo alto del monte Ul¨ªa. Es el santuario de Las Doce Tribus en Espa?a, una organizaci¨®n espiritual cuyos miembros tratan de vivir al estilo de los primeros disc¨ªpulos del Mes¨ªas. Dicen practicar la hospitalidad y hacen gala de ser acogedores y tener siempre los brazos abiertos para recibir visitas. Sin embargo, cierran las puertas a los periodistas.
"No queremos hablar con la prensa. No nos importa lo que se diga de nosotros. Si alguien quiere conocernos, puede consultar nuestras publicaciones". Ah¨ª termina el testimonio de un miembro de la comunidad de San Sebasti¨¢n que ni siquiera se presta a facilitar su nombre. Tiene la barba poblada, una melena recogida que le cae por la espalda y lleva una cinta de cuero encajada en la frente.
Los ni?os trabajan en el campo, las ni?as cosen; todos conservan la "virginidad moral"
Es mediod¨ªa en este paradis¨ªaco lugar de San Sebasti¨¢n. La mansi¨®n-granja de Las Doce Tribus se alza en la cima del monte Ul¨ªa, un enclave muy apartado de la urbe -apenas hay vecinos en su entorno, s¨®lo una sidrer¨ªa y una ikastola- y desde el que se puede divisar el Cant¨¢brico. "Es un tesoro escondido en el campo donde podemos vivir en paz", dicen sus ocupantes. El joven barbudo se dispone en ese momento a abandonar la casa en una furgoneta Mercedes. Un compa?ero suyo corta troncos con una sierra el¨¦ctrica y varios ni?os corretean por el campo mientras en el interior comienzan los preparativos para celebrar, como hacen todos los viernes por la noche, la fiesta del shabbat.
Viven despegados de la realidad y aparentemente al margen de la investigaci¨®n que se ha iniciado en Francia contra este grupo que se niega a escolarizar a sus hijos y que algunos califican como una secta. "Somos gente sencilla, solteros y familias con ni?os, grandes y peque?os que convivimos en armon¨ªa y unidad, en un ambiente de orden, respeto y calor humano", aseguran sus integrantes.
"Yo ca¨ª atrapado por Las Doce Tribus. Les conoc¨ª cuando vend¨ªan sus productos en una feria en un pueblo de Guip¨²zcoa. Fueron tan amables, tan generosos... Parec¨ªan gente muy buena. Nos regalaron unas galletas y un folleto suyo. A los pocos d¨ªas ya est¨¢bamos viviendo en la casa de Ul¨ªa. Fuimos aceptados por la comunidad y nos bautizamos por inmersi¨®n, como antiguamente". As¨ª comenz¨® la nueva vida de Nejmad, un ex miembro de la tribu. Es una identidad ficticia, porque no quiere ser descubierto por la organizaci¨®n, y est¨¢ en hebreo, porque dentro del grupo todos toman un nombre en esta lengua.
El relato de sus m¨¢s de cinco a?os dentro de esta comunidad es un rosario de arrepentimientos que siempre terminan con la misma exclamaci¨®n: "?C¨®mo pude caer yo ah¨ª!".
"Es una secta en toda regla porque se aliena a las personas. All¨ª no tienes libertad de expresi¨®n, est¨¢s sometido las 24 horas del d¨ªa y no puedes cuestionar nada. Se vive una especie de hipnosis colectiva que te lleva a perder la capacidad de tomar decisiones", asegura Nejmad.
La comunidad de Las Doce Tribus est¨¢ repartida por todo el mundo. Tiene sedes en Estados Unidos, Canad¨¢, Argentina, Brasil, Alemania, Reino Unido, Francia y Australia. Su presencia en Espa?a se reduce a las casas rurales que poseen en San Sebasti¨¢n e Ir¨²n (Guip¨²zcoa), donde conviven 25 y 60 personas, respectivamente, seg¨²n el testimonio de dos personas que estuvieron dentro.
Sus adeptos no ven la televisi¨®n, tampoco escuchan la radio, ni leen los peri¨®dicos. Su contacto con el exterior es m¨ªnimo. La exquisitez en el trato es su se?a de identidad. Su modelo de vida est¨¢ inspirado en el Lev¨ªtico, uno de los libros del Antiguo Testamento. Son afectos a la tradici¨®n jud¨ªa y tratan de seguir el estilo de vida tribal de los primeros creyentes, incluso en el tipo de vestimenta que emplean. Trabajan de sol a sol, practican ellos mismos la circuncisi¨®n y no llevan a sus hijos a la escuela. Son educados en casa.
Sus miembros tienen una explicaci¨®n al respecto: "Sacamos a los ni?os de la escuela para ense?arles en casa, porque nos dimos cuenta de que todo lo que est¨¢bamos haciendo iba a resultar en vano si dej¨¢bamos que nuestros ni?os fueran influenciados por la falta de respeto y la inmoralidad del mundo". En sus comunidades "no entra nada extra?o o sucio que pueda contaminarla; se mantiene pura".
Los ni?os trabajan con sus padres en el campo y las ni?as se afanan en la costura. Aprenden en familia a escribir y a leer, las reglas b¨¢sicas de las matem¨¢ticas, tratando siempre de conservar intacta la "virginidad moral" de los menores. Estos, seg¨²n el testimonio de las personas que han convivido en la tribu, son azotados con una varita de madera en la mano o en las nalgas por desobedecer o faltarle el respeto a sus padres. El Departamento de Educaci¨®n del Gobierno vasco asegura que no es su cometido "controlar a esta gente", puesto que se trata de un "n¨²mero reducido de personas que hoy est¨¢ aqu¨ª y ma?ana en otro punto de Espa?a o del mundo". Las autoridades educativas consideran "imposible" introducir a este grupo en el sistema educativo por "su nula disposici¨®n a integrarse en la sociedad". Un portavoz de la consejer¨ªa lo expresa as¨ª: "?Se podr¨ªan tomar cartas en el asunto? S¨ª, pero..."
Yadid tampoco es el nombre verdadero de otro antiguo integrante de Las Doce Tribus que huy¨® de San Sebasti¨¢n hace casi dos a?os: "Cuando pasas a ser miembro, abandonas lo que ellos denominan el hombre viejo. En ese momento, renuncias a todas tus propiedades y a cualquier contacto con tu familia y tus amistades. Poco a poco te sumergen en su ideolog¨ªa hasta que consiguen reprogramar tu mente. Te vas impregnando de su forma de vida y desarrollas una pseudopersonalidad que te lleva incluso a pensar y actuar sin libertad. El funcionamiento interno responde perfectamente al arquetipo de una secta. Ellos insisten en que son una hermandad, pero hay una jerarqu¨ªa perfectamente establecida".
Bajo la apariencia de una vida id¨ªlica, en la que predomina el gusto por la ecolog¨ªa, los alimentos biol¨®gicos, el autoabastecimiento y la espiritualidad, se esconde "un entramado sutilmente dise?ado para anular a la persona", asegura Yadid.
"La malicia, la envidia y las revanchas son ajenas a nuestra forma de vida", dicen en los textos que manejan en Las Doce Tribus. En su id¨ªlico paraje de San Sebasti¨¢n han creado una industria casera a base de cultivar productos de la huerta y realizar piezas de artesan¨ªa que luego comercializan en un establecimiento, denominado Sentido Com¨²n, que regentan en la Parte Vieja de la ciudad.
Ocultan el n¨²mero de personas que viven en esta comunidad. Tienen poco trato con los vecinos: "Son pac¨ªficos y nunca nos han creado ning¨²n problema", dice una mujer que vive en una casa pr¨®xima. La Guardia Municipal no tiene constancia de que hayan causado ning¨²n incidente. La Fiscal¨ªa de San Sebasti¨¢n no ha recibido ninguna denuncia, ni hay actuaci¨®n alguna contra sus miembros por negarse a escolarizar a los ni?os o por practicar la circuncisi¨®n, informa el fiscal jefe de la Audiencia provincial, Jaime Goyena.
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