Miedo y cambio clim¨¢tico
El tremendismo, esa se?a caracter¨ªstica de nuestro car¨¢cter, nos esta impidiendo realizar una aproximaci¨®n serena a la cuesti¨®n del cambio clim¨¢tico, un problema que, aunque perfectamente serio, no tiene por qu¨¦ anunciar ni mucho menos el fin del mundo.
Es curioso pero, a la hora de afrontar el dilema del calentamiento global, el ciudadano est¨¢ pasando de la ignorancia al miedo sin adquirir ning¨²n conocimiento intermedio. No tenemos muy claro d¨®nde est¨¢ el origen del conflicto, tampoco conocemos la manera de ponerle remedio y adaptarnos, pero lo que percibimos cada vez con mayor nitidez es que se nos est¨¢ echando encima y que la cosa ahora s¨ª va en serio, y eso da miedo. Pero el cambio clim¨¢tico s¨®lo ser¨¢ catastr¨®fico si nos mantenemos de brazos cruzados. Esa es la primera ense?anza que debemos adquirir a la hora de afrontar este serio problema ambiental. La segunda es que usted, yo y el conjunto de la sociedad tenemos las herramientas m¨¢s eficaces para debilitarlo.
Es cierto que algunas alertas de los cient¨ªficos pueden generar alarmismo, pero tambi¨¦n nos informan de que est¨¢ en nuestras manos que sus consecuencias resulten leves o severas y sin embargo no atendemos a ese requerimiento. Todas las previsiones de los expertos, desde las hip¨®tesis m¨¢s optimistas hasta los modelos m¨¢s apocal¨ªpticos, incluyen una variable que modifica los pron¨®sticos. Esa x imposible de despejar es la reacci¨®n ciudadana.
El profesor Josep Enric Llebot, catedr¨¢tico de f¨ªsica de la Universidad Aut¨®noma de Barcelona (UAB), me explica la importancia de desenmascarar ese dato para definir un escenario clim¨¢tico veraz, por lo menos a medio plazo.
Analicemos el comportamiento del CO2 -me dice-, principal responsable del efecto invernadero. Conocemos por un lado el volumen de emisiones actual y por otro los valores industriales que sustentan el ¨ªndice de PIB. Atendamos a las previsiones de crecimiento en los pr¨®ximos a?os. Pongamos un punto de PIB, por ejemplo. Bien, es f¨¢cil calcular el volumen de emisiones que nos costar¨ªa crecer ese punto. Pero ?y si resulta que conseguimos hacerlo sin incrementarlas? ?Qu¨¦ pasa si los gobiernos, los ciudadanos y las industrias hacemos los deberes y propiciamos un desarrollo m¨¢s sostenible? Pues que los modelos que intentan establecer los efectos del cambio clim¨¢tico se ver¨ªan alterados para mejor.
Eso puede pasar. Es m¨¢s, algunos indicadores se?alan que se trata de una tendencia de crecimiento que estar¨ªa empezando a darse, lo que har¨ªa injustificada esa sensaci¨®n de p¨¢nico.
Estamos hablando de realizar un uso m¨¢s eficiente de la energ¨ªa y de impulsar las fuentes renovables. De manejarnos de modo m¨¢s responsable con el agua, bas¨¢ndonos en el ahorro. De reducir el volumen de residuos que generamos cada d¨ªa y, en todo caso, recogerlos aparte para propiciar su valorizaci¨®n. De plantearnos seriamente las alternativas de movilidad al coche. De practicar al fin un consumo m¨¢s responsable. Todo ello supone una respuesta m¨¢s sensata que el miedo, y por supuesto m¨¢s provechosa para el conjunto de la sociedad.
El miedo es paralizante, y lo que nos puede llevar a la cat¨¢strofe no es tanto el fen¨®meno del cambio clim¨¢tico en s¨ª como esa reacci¨®n at¨¢vica de pavor que da lugar a una actitud pasiva, a un esto no me est¨¢ pasando a m¨ª. Lo que toca ahora es asumir que nos va a pasar, que nos est¨¢ pasando, y plantar cara a la situaci¨®n, atender al consejo de los cient¨ªficos y ejercer una ciudadan¨ªa ambientalmente m¨¢s responsable. ?La empresa?, desde luego tambi¨¦n, por supuesto. ?Los gobiernos?, imprescindibles. Pero nosotros somos tambi¨¦n, y en buena parte, los protagonistas de la reacci¨®n. Un dato: el 40% de las emisiones que pretende regular el Protocolo de Kioto tienen su origen en el transporte urbano y nuestras actividades dom¨¦sticas (calefacci¨®n, iluminaci¨®n y equipamiento del hogar, entre otras). Si no atajamos ese cap¨ªtulo, de nada servir¨¢n otros esfuerzos. Otra circunstancia que est¨¢ propiciando el miedo al cambio clim¨¢tico es la constataci¨®n de sus efectos en nuestro entorno. Las consecuencias se hacen cada vez m¨¢s evidentes en Catalu?a, donde las primaveras son un 20% m¨¢s cortas y el oto?o se muestra tan ef¨ªmero que este a?o, por ejemplo, vamos a pasar del polo de manga corta al abrigo invernal en un plis plas. Las im¨¢genes recogidas semanas atr¨¢s por los peri¨®dicos, con la gente celebrando la casta?ada en la playa o recogiendo bolets en bermudas, dar¨ªan muestra de ello. Pero hay m¨¢s.
Est¨¢n llegando especies invasoras a nuestro entorno que crean graves alteraciones en el equilibrio de los ecosistemas y no pocas molestias a la poblaci¨®n. El ciclo biol¨®gico de las plantas da claros s¨ªntomas de perturbaci¨®n: germinan, florecen y se deshojan a destiempo. Como consecuencia, cada vez hay menos abejas. La producci¨®n de miel en Catalu?a se ha hundido por debajo de la mitad. Las cig¨¹e?as no se van y los patos tardan en llegar.
Los pescadores tambi¨¦n dicen que el cambio clim¨¢tico les est¨¢ afectando, pues las pesquer¨ªas tradicionales empiezan a dar claros s¨ªntomas de agotamiento. Adem¨¢s, nos informan de que algo raro est¨¢ pasando ah¨ª abajo, pues cada vez son m¨¢s comunes las capturas de peces tropicales, como la alaja, una especie de sardina dorada propia del Pac¨ªfico. Seg¨²n los cient¨ªficos, ello se debe a que la temperatura del Mediterr¨¢neo en nuestras costas ha aumentado un grado en tan s¨®lo 30 a?os y eso est¨¢ originando la arribada de especies ex¨®ticas para las que nuestras aguas resultaban antes demasiado fr¨ªas.
Todo eso es cierto, es la respuesta de la naturaleza a las alteraciones que venimos generando con el aumento de las emisiones de gases invernadero. Cada vez que subimos la calefacci¨®n para poder ir en manga corta por casa, que apagamos la tele desde el mando y nos vamos a dormir o que cogemos el coche para ir a la esquina estamos propiciando que eso ocurra. ?Miedo? ?A qui¨¦n? Es el resto del planeta el que nos tiene miedo a nosotros y aguarda a que hagamos honor a nuestra condici¨®n de animales racionales. Este es un buen momento para demostrarles que la evoluci¨®n no se equivoc¨® al elegirnos a nosotros.
Jos¨¦ Luis Gallego es escritor y periodista ambiental
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