Palazuelo
En esa saludable coincidencia de buenas exposiciones en Barcelona, se mezclan propuestas y objetivos muy diversos. Hace dos semanas comentaba en estas p¨¢ginas la oportunidad cr¨ªtica y pedag¨®gica de la antolog¨ªa de Pablo Gargallo, incluso en la demostraci¨®n m¨¢s o menos rec¨®ndita de las trampas y los desv¨ªos decorativos de algunas vanguardias locales. En una l¨ªnea muy distinta hay que referirse hoy a la magn¨ªfica exposici¨®n de Pablo Palazuelo en el Macba, con la que se recupera un artista no demasiado presente en las aventuras publicitarias -y mercantiles- del arte contempor¨¢neo, quiz¨¢s por haberse situado en una compleja charnela en la que se superponen ideas que a menudo han sido manipuladas como dogmas diferenciadores.
"Esta antol¨®gica es un paso significativo dentro de la interesant¨ªsima serie de exposiciones del Macba, en las que hasta ahora estaban casi ausentes los temas y las t¨¦cnicas esencialmente pict¨®ricos o art¨ªsticos"
Tal como explica el cat¨¢logo editado con este motivo -excelente en los textos art¨ªsticos y discutible en algunos apriorismos filos¨®ficos y sociol¨®gicos-, la muestra no es un simple resumen antol¨®gico, sino un intento de explicar, con 350 obras muy significativas, una posici¨®n peculiar en la historia del arte contempor¨¢neo, concretamente en la l¨ªnea evolutiva de la abstracci¨®n. Se cita en ¨¦l a Michael Fried y su conocido ensayo Art and objecthood, en el que se refiere a los peligros de la teatralidad como un factor opuesto a la abstracci¨®n, a la autonom¨ªa de la obra de arte, a su visualidad pura y descorporizada seg¨²n las l¨ªneas que hab¨ªan vertebrado la cr¨ªtica del arte contempor¨¢neo hasta que -con el minimalismo y dem¨¢s literalidades postmodernas- aparecieron los intentos de priorizar al espectador, los procesos, la performance. Pues bien, la exposici¨®n quiere ofrecer como tesis la trascendental paradoja de la obra de Palazuelo, su peculiar modernidad, en la que "se produce una confluencia de formas de visualidad propias de la abstracci¨®n moderna con m¨¦todos de car¨¢cter preformativo y teatral". Esta paradoja viene, pues, a dialogar con la l¨ªnea cr¨ªtica preferente de las ¨²ltimas actuaciones del Macba -m¨¢s perform¨¢tica que objetual- en unos t¨¦rminos que se subrayan, adem¨¢s, en el mismo t¨ªtulo de la exposici¨®n: Proceso de trabajo. Es decir, una cierta performance, tan cara a la modernidad m¨¢s reciente, se anticipa en el marco de una consolidada abstracci¨®n aut¨®noma.
No s¨¦ si los espectadores menos ilustrados que los gestores de la exposici¨®n entender¨¢n -o simplemente vislumbrar¨¢n- una paradoja tan conceptual. Pero, sin duda, pueden aproximarse a ella, simplemente reflexionando sobre sus experiencias visuales directas, sin prejuicios te¨®ricos, mezclando objetualidad y teatralidad, composici¨®n y textura, forma y representaci¨®n, exigencia metodol¨®gica y gustos personales. Porque la paradoja global es, incluso, m¨¢s comprensible como una suma de percepciones directas que como una propuesta sistem¨¢tica, a partir de algunos principios filos¨®ficos, soteriol¨®gicos y cient¨ªficos que a menudo el propio artista reclama. Por ejemplo, es ins¨®lito el logro de profundidades espaciales con un lenguaje de planos seg¨²n las reglas de la propia planimetr¨ªa, unos escenarios que la pintura abstracta no suele abarcar, sobre todo aquella en la que predomina un entramado lineal muy exigente, como es el caso de toda la obra de Palazuelo. Por ejemplo, es sorprendente encontrar en un mismo cuadro el paso de la geometr¨ªa abstracta a una morfolog¨ªa biol¨®gica, o paisajista. Por ejemplo, es admirable -y representa una agresi¨®n parad¨®jica alucinante de gran valor pl¨¢stico, como lo fue en muchas obras de Mondrian o de Klee- la contradicci¨®n entre la referencia compositiva de tintes planos y uniformes y la textura espec¨ªficamente pict¨®rica de cada fragmento dentro de sus marcos geom¨¦tricos, con lo que una cierta artesan¨ªa tradicional logra teatralizar la pura abstracci¨®n sin anularla. Por ejemplo, es profundamente esclarecedor comprobar que, a pesar de la aparente arbitrariedad de las formas, ¨¦stas son consecuencia de la creaci¨®n de unas "familias" -como dice el propio Palazuelo- que son, en s¨ª mismas, m¨¢s que objetos geom¨¦tricos en serie, conceptos integrales que evitan radicalmente cualquier manierismo, unidades globales que se identifican m¨¢s en el concepto que en las formas. Por ejemplo, es magistral el valor expresivo y espacial atribuido a la l¨ªnea en los contornos y en la autonom¨ªa del dibujo. Por ejemplo, finalmente, son evidentes dos valores esenciales: la terca insistencia y la originalidad soltera, incluso en el sentido duchampiano.
No s¨¦ si exagero, pero creo que esta antol¨®gica es un paso significativo dentro de la interesant¨ªsima serie de exposiciones que ofrece el Macba, en las que hasta ahora estaban casi ausentes los temas y las t¨¦cnicas esencialmente pict¨®ricos o, incluso, simplemente art¨ªsticos. Aunque sea con el subrayado de lo procesual, lo preformativo e incluso lo conceptual, espero que la obra de Palazuelo haya abierto con discreci¨®n la puerta a la pintura-pintura.
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