El Himalaya de Marte
La comparaci¨®n geol¨®gica de Marte y la Tierra aporta pistas sobre el origen de las cordilleras
Probablemente el mayor beneficio de la exploraci¨®n del Sistema Solar ser¨¢ permitirnos comprender mejor nuestro planeta. En el caso de Marte, este objetivo coexiste con una consigna particular: "Sigamos la pista del agua, que nos llevar¨¢ hasta la vida". Sin embargo, este lema olvida lo dif¨ªcil que es resolver un problema complicado si antes no se desentra?a el marco general. As¨ª pues, comprendamos la historia de Marte, y entonces sabremos si, en alg¨²n momento, las condiciones fueron adecuadas...
Una de las ideas m¨¢s sugerentes que circulan entre los cient¨ªficos planetarios es la posible conexi¨®n entre vida compleja y tect¨®nica de placas. Por este nombre, los ge¨®logos designan la din¨¢mica terrestre, que a caballo de un interior agitado por poderosas corrientes t¨¦rmicas, transporta los continentes como si fuesen hojas en un remolino, los separa y los junta de nuevo en configuraciones caprichosas. en la tierra, por ejemplo, el or¨®geno del Himalaya surgi¨® tras la colisi¨®n, desde hace unos 50 millones de a?os, de la India contra la actual China... ?Han sido estos cambios una espoleta para la evoluci¨®n biol¨®gica?
Quiz¨¢, sin buscarlo, hayamos llegado a un posible marco para la vida marciana
Los partidarios de una tect¨®nica de placas en Marte han sido una minor¨ªa
La vida responde eficazmente a los retos ambientales, adecu¨¢ndose a cualquier nicho ecol¨®gico que el planeta pueda producir. As¨ª, nos preguntamos si ser¨¢ casual que la ¨²nica biosfera conocida est¨¦ asentada en el ¨²nico planeta en el que reina la tect¨®nica de placas. O el ¨²nico en el que reinaba, hasta ahora.
En el ecuador de Marte se encuentra Tharsis , una enorme meseta circular de hasta 10 kil¨®metros de altura. Su l¨ªmite Sur (la regi¨®n denominada Thaumasia) est¨¢ bordeado por unas elevaciones que, como el Himalaya sobre el Tibet, se yerguen unos cinco kil¨®metros sobre Tharsis. Pero hasta ahora Thaumasia nunca se hab¨ªa interpretado como una cadena de monta?as. Han sido nuevos datos sobre el campo de gravedad en la zona, junto con la revisi¨®n de viejas im¨¢genes de las sondas Viking, los que han permitido afirmar que estamos ante las ra¨ªces de un or¨®geno semejante a los terrestres. Sus pliegues y fallas (rocas deformadas y rotas) llevan la huella de haberse formado a gran profundidad, lo que s¨®lo es posible si despu¨¦s hubo abundantes lluvias que provocasen una intens¨ªsima erosi¨®n.
Los c¨¢lculos estructurales indican que en algunas zonas se han erosionado hasta 8.000 metros de roca. O bien las monta?as fueron desmanteladas durante un largo periodo de tiempo, a medida que se levantaban, o bien esta cadena super¨® los 12.000 metros, un probable r¨¦cord en el Sistema Solar, para ser luego arrasadas en un periodo corto de inusitada actividad erosiva.
Que Thaumasia superase al Himalaya no es sorprendente: las monta?as crecen luchando contra la gravedad. En un planeta como Marte, cuya masa es s¨®lo la d¨¦cima parte de la terrestre, las monta?as pueden alcanzar cotas m¨¢s altas. Sin embargo, el problema es m¨¢s profundo: en la Tierra hizo falta un choque de placas colosal para formar el Himalaya. ?Sucedi¨® en Marte algo semejante? Antes de intentar contestar, debemos escrutar en detalle este or¨®geno para confirmar que merece un lugar junto a las grandes cadenas de monta?as de la Tierra.
En nuestro planeta, el choque de dos continentes produce una gran cantidad de calor: el impulso se ha transformado en energ¨ªa t¨¦rmica. A mayor temperatura, la corteza se vuelve pl¨¢stica, y la fuerza de la colisi¨®n la deforma, acort¨¢ndola y engros¨¢ndola. Por eso la corteza bajo el Himalaya es m¨¢s gruesa (70 kil¨®metros) que en ning¨²n otro lugar de la Tierra. Como la corteza es menos densa que la capa inferior, este exceso de corteza hace que la gravedad sea menor en todas las cadenas de monta?as terrestres. Datos obtenidos en 2004 han revelado que en Marte, bajo Thaumasia, la gravedad marca m¨ªnimos . Y la corteza tiene, precisamente, ?70 kil¨®metros de espesor!
Otro rasgo b¨¢sico de las monta?as terrestres es que sus rocas, faltas de espacio, se amontonan unas sobre otras: decimos que forman cabalgamientos, estructuras f¨¢ciles de reconocer en im¨¢genes de sat¨¦lite. Junto a ellos se generan fallas de centenares de kil¨®metros de longitud o pliegues gigantes. En el or¨®geno marciano hay ejemplos de libro de todas estas formas. Las caracter¨ªsticas de estos rasgos var¨ªan a medida que bajamos hacia el coraz¨®n de la cadena, lo que ha permitido estimar la profundidad a la que se formaron las rocas hoy en superficie, y as¨ª calcular la masa monta?osa que fue arrastrada por la erosi¨®n.
?Qu¨¦ fuerzas elevaron el Himalaya marciano? Hasta ahora, los partidarios de una tect¨®nica de placas en Marte han sido una minor¨ªa. ?Es el or¨®geno de Thaumasia la prueba definitiva de que hubo, en el Marte antiguo, una etapa de tect¨®nica de placas, terminada cuando el interior se enfri¨®? S¨®lo podemos decir que en aquella ¨¦poca actu¨® en el planeta vecino un fen¨®meno capaz de producir cadenas de monta?as tan grandes como las mayores terrestres. Fuese tect¨®nica de placas u otro proceso desconocido, su potencia fue suficiente para desgarrar la corteza y elevarla hasta la estratosfera.
Una ¨¦poca interesante, sin duda, pero no s¨®lo por la formaci¨®n de esta cadena gigantesca, sino tambi¨¦n por su destrucci¨®n, que indica que despu¨¦s el clima sigui¨® siendo h¨²medo durante largo tiempo. Un clima aceptable, grandes cambios geogr¨¢ficos... ?Por qu¨¦ no? Quiz¨¢, sin buscarlo, hayamos llegado a un posible marco para la vida marciana.
Pero lo m¨¢s interesante est¨¢ por desentra?ar: como si fuese un palimpsesto, Thaumasia deja leer entre l¨ªneas las huellas de otro or¨®geno a¨²n mayor y m¨¢s antiguo. As¨ª, las rocas de Marte nos permiten remontar el r¨ªo hacia la edad m¨¢gica del Sistema Solar: hace 4.000 millones de a?os, cuando la vida surgi¨® sobre la Tierra bajo una lluvia de asteroides, una ¨¦poca de la que nuestro planeta apenas guarda memoria, pero que est¨¢ bien conservada en Marte. Es el camino para que los exploradores planetarios intenten comprobar si los dos planetas, hoy tan diferentes, fueron alumbrados como gemelos.
Carlos Fern¨¢ndez es profesor de Geolog¨ªa Estructural en la Universidad de Huelva y Francisco Anguita es profesor de Geolog¨ªa Planetaria en la Universidad Complutense de Madrid
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