'Efecto Pigmali¨®n'
El conocido como efecto Pigmali¨®n (rey de Chipre en la mitolog¨ªa griega y personaje recreado posteriormente por Ovidio en su Metamorfosis) representa la idea de la profec¨ªa autocumplida, de la imagen que, a fuerza de ser invocada y repetida una y otra vez, acaba por formar parte de la realidad, o al menos de una determinada percepci¨®n de la misma. Con su machacona presencia, sea a base de bombazos y asesinatos, de violencia callejera o de usurpar el espacio p¨²blico y festivo con pancartas y fotos de presos, ETA y su mundo parecen tratar de provocar en la sociedad vasca una especie de efecto Pigmalion.
?Existe un conflicto pol¨ªtico en Euskadi entre diferentes maneras de percibir el pa¨ªs y su futuro? S¨ª, claro. ?Preocupa mucho al personal? Pues depende. Cuando la violencia se hace muy presente, la preocupaci¨®n por ese conflicto tiende a incrementarse. En cambio, cuando aqu¨¦lla se difumina, suelen ser otros los conflictos (laborales, familiares, etc,...), y otras las inquietudes, que acaparan la atenci¨®n de la gente. Esto no gusta en el mundo de ETA, pues la ausencia de tensi¨®n rebaja sus expectativas pol¨ªticas y/o negociadoras. Es como si El Conflicto demostrara su importancia por el n¨²mero de v¨ªctimas, de presos, o por el grado de angustia social generada.
A los violentos no les agrada que la gente les de la espalda, que se olvide -aunque sea moment¨¢neamente- de ellos, o que trate de resolver sus problemas sin tenerles en cuenta. Y eso es precisamente lo que suele pasar cuando ETA declara una "tregua" o un "alto el fuego". Durante los meses siguientes al hoy remoto 22 de marzo, las preocupaciones de buena parte del personal parecieron ir traslad¨¢ndose hacia temas diversos como la ola de calor, la guerra empresarial entre Orange y Euskaltel o, m¨¢s recientemente, las tribulaciones oto?ales de la Real y el Athletic. Da la impresi¨®n adem¨¢s de que, no s¨®lo en ETA, sino tambi¨¦n en algunos sectores de Batasuna, produce desasosiego la calma chicha que parece instalarse en la vida social cuando la presi¨®n disminuye. Incapaces de hacer pol¨ªtica, de elaborar estrategias al margen de la violencia, de negociar y pactar alternativas sobre los m¨¢s diversos problemas en funci¨®n de la relaci¨®n de fuerzas existente, necesitan que ETA siga existiendo y dando muestras de su presencia para poder subsistir. Acostumbrados a defender siempre un programa de m¨¢ximos, a plantear el debate pol¨ªtico en t¨¦rminos ag¨®nicos, a hacer creer a la gente que en cada minuto de cada d¨ªa se juega el futuro del pa¨ªs, se sienten incompetentes para compartir muchas otras preocupaciones de la mayor¨ªa de los mortales.
La propuesta de Anoeta parec¨ªa abrir la puerta a un tratamiento de los problemas pol¨ªticos al margen de la presi¨®n y de la violencia, como -con mayor o menor fortuna- hacen en Catalu?a o en otros lugares con conflictos identitarios. Pero dicha propuesta, en su literalidad, no cuadraba muy bien con la peculiar idea de la pol¨ªtica que ha tenido hist¨®ricamente el mundo de ETA. Por ello, llegado el momento de la verdad, los violentos debieron sentir v¨¦rtigo y decidieron meter de nuevo presi¨®n en la caldera. Primero, reactivando la kale borroka; luego, retomando el camino de la amenaza y la extorsi¨®n; m¨¢s tarde, robando las pistolas, y finalmente, reventando la terminal de Barajas y asesinando a dos personas.
Es posible que, adem¨¢s de otros objetivos, los violentos pretendan lograr, a modo de efecto Pigmali¨®n, que volvamos a ver la realidad tal como ellos nos la quieren presentar, despu¨¦s de tantos meses ocupados en cosas menores, como el cambio clim¨¢tico, la violencia de g¨¦nero o la llegada de emigrantes en cayucos. Porque, con su terror¨ªfica persistencia, ETA se presenta a s¨ª misma como la prueba irrefutable de la gravedad del Conflicto con may¨²sculas, el ¨²nico que, al parecer, puede merecer nuestra atenci¨®n. Probablemente, piensan que, de esa manera, el desistimiento de la sociedad ser¨¢ m¨¢s f¨¢cil de lograr, y su posici¨®n negociadora mejorar¨¢.
Sin embargo, no deber¨ªan menospreciar tanto a la sociedad vasca, esa misma la que dicen querer salvar.
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