Avatares
Julia canturrea mientras pasa el aspirador. En la pantalla de mi port¨¢til, veo el quiosco que Ciberpa¨ªs ha abierto en Second Life (SL). Julia ya ha puesto dos lavadoras, ha llenado el lavavajillas y ha terminado con la plancha. Habla bajito cuando la llaman al m¨®vil. Espero con curiosidad el primer comunicado de Siap, una especie de corresponsal de EL PA?S en ese mundo virtual.
Julia es guapa (morena, proporcionada, saludable), transmite alegr¨ªa y est¨¢ contenta con su segunda vida. Vino hace seis a?os de Ecuador, primero sola, cuando se separ¨® de su marido, luego consigui¨® traer a las ni?as.
Siap tambi¨¦n es guapa, aunque tiene una belleza previsible (melena rubia, nariz respingona, labios perfilados) y parece contenta de su nueva andadura virtual. Viene de Ultima Online, donde perdi¨® a su "pr¨ªncipe", de quien espera un hijo, "futuro pr¨ªncipe sin reino" (ya empezamos...).
Despu¨¦s de compartir habitaci¨®n con sus hijas y otros ecuatorianos, Julia consigui¨® una casa
Despu¨¦s de una larga temporada compartiendo habitaci¨®n con sus hijas en un piso que, a su vez, compart¨ªan con otros ecuatorianos, Julia consigui¨® una casa para su familia. Las tres estaban exultantes. Luego vinieron el ordenador, alg¨²n pasaje de avi¨®n para que las ni?as visitaran a su padre y sus abuelos en Ecuador, y hasta unas vacaciones en Eurodisney con un sobrinito al que sus padres trajeron por fin a Espa?a despu¨¦s de dos a?os sin verlo.
Volaron a Par¨ªs con Air Madrid (doscientos y pico euros cada uno, ida y vuelta), que los dej¨® tirados en el aeropuerto de Orly. Tuvieron que sacar nuevos billetes de regreso con otra compa?¨ªa (doscientos y pico euros cada uno, s¨®lo vuelta). Air Madrid no le ha devuelto el dinero ni le ha dado explicaciones.
Julia lo cuenta sin dramatismo, como un avatar m¨¢s de su existencia, vicisitudes de la vida. Trabaja por las ma?anas de casa en casa. Por las tardes, cuida a un ni?o (mi ni?o, dice). Los fines de semana juega al voleibol, se re¨²ne con otros ecuatorianos, a veces sale a bailar a una discoteca latina. Una vida limpia. Su segunda vida.
Sigo esperando noticias desde la isla de Quantum Fields, donde se encuentra Siap. Se supone que est¨¢ conectada para charlar con los cibernautas, pero no aparece un solo comentario. As¨ª que pienso que estoy haciendo algo mal, como en la primera vida.
Han encontrado el cuerpo de Carlos Alonso Palate, aplastado en el estacionamiento de la T-4 a causa del atentado de ETA. Tambi¨¦n era ecuatoriano, como Julia, como Diego Estacio, el otro joven desaparecido en la explosi¨®n, que a¨²n no ha sido encontrado. Palate llevaba cuatro a?os en Espa?a, pero esta segunda vida era s¨®lo un par¨¦ntesis: trabajar, como alba?il y en una f¨¢brica de pl¨¢sticos, para enviar dinero a su madre ciega, devolver los pr¨¦stamos que recibi¨® para emigrar y reunir lo suficiente para regresar a su pa¨ªs. Mandaba 300 d¨®lares cada mes.
El otro d¨ªa se produjo el primer sabotaje en SL. Estaban entrevistando a Anshe Chung, la primera millonaria real de ese universo virtual (se ha forrado en el negocio inmobiliario: ?a qu¨¦ nos suena?), cuando empezaron a llover decenas de penes de color rosa que obligaron a interrumpir el acto. Dicen que fue un ataque por envidia.
Pero, ?qui¨¦n envidiaba a Palate?, ?qu¨¦ sienten sus asesinos? Oigo los besos que Julia le da a mi perra: la achucha, le dice mimos, la quiere. En la pantalla de mi port¨¢til aparece la segunda comunicaci¨®n de Siap, aunque sigue sin haber comentarios. Cuenta que en SL puedes casarte, divorciarte, ir a la peluquer¨ªa, a una discoteca o a esquiar, visitar una galer¨ªa de arte o el parque de atracciones. No parece nada del otro mundo. Tambi¨¦n puedes viajar ("sin correr el riesgo de volar con una low-cost", dice la corresponsal) o contratar en el aeropuerto un vuelo a vista de p¨¢jaro para conocer SL. A Palate le quitaron su segunda vida en el aeropuerto. Cuando unos intrusos se infiltraron en SL y espiaron los datos de los usuarios registrados, un avatar coment¨® que tambi¨¦n en la vida virtual te pueden joder, aunque lo que te joden es la vida real. Entonces hay que cambiar de contrase?a. En su segunda vida, Palate no pudo hacerlo.
Oigo correr el agua del ba?o, donde Julia trajina. Mientras escribo, he creado mi avatar en SL. Provisional, s¨®lo para llegar al quiosco del Ciberpa¨ªs, as¨ª que he escogido un estereotipo b¨¢sico que proporciona el sistema (modelo "la vecina de al lado"). El caso es que se parece a m¨ª. Pero, despu¨¦s de aparecer en un paisaje id¨ªlico, lo ¨²nico que he conseguido es hundirme en el mar, y no s¨¦ salir de ah¨ª.
Julia se despide. A Palate lo repatriar¨¢n a Ecuador en un avi¨®n militar. Pasar¨¦ la tarde intentando salir a flote.
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