El gran 'tour' italiano con los ni?os

Es ya una tradici¨®n en la familia aprovechar la semana de Todos los Santos, ya en pleno oto?o, en la que los ni?os tienen vacaciones, para efectuar una escapadita al extranjero, fuera de los agobios de la temporada alta. Despu¨¦s de Egipto y Grecia (periplos que ya fueron recogidos en El Viajero), le tocaba el turno a Italia, con acuerdo pleno de Adriana (ya de 14 a?os) y Jorge (de 12). El plan supon¨ªa salir de Madrid un s¨¢bado y regresar el domingo de la semana siguiente, justo a tiempo para volver al colegio. Nueve d¨ªas y ocho noches. ?Para Italia? ?Es una broma? Eso no da ni para empezar. ?O s¨ª?

Apostamos por lo esencial: Venecia, Florencia y Roma, el gran tour italiano. Un aperitivo para los ni?os. Que sacien su apetito cuando tengan edad para echarse una mochila a la espalda y volver con los amigos. El programa inclu¨ªa dos d¨ªas en la ciudad de las islas y canales, dos en la de los M¨¦dicis y cuatro en Roma; en este ¨²ltimo caso, con excursiones a las ruinas de Pompeya (casi un d¨ªa entero) y a Villa Adriana y Villa de Este, en T¨ªvoli.

Italia es, con toda justicia, el pa¨ªs m¨¢s tur¨ªstico del mundo, un fest¨ªn para los sentidos, un regalo para el esp¨ªritu, una g¨¦nesis de lecturas

En toda Italia hay redes de apartamentos en alquiler (a veces, el m¨ªnimo es de cuatro d¨ªas). ?sa fue nuestra opci¨®n en Roma: un piso de 120 metros cuadrados, con tres habitaciones dobles, en la zona del Trastevere, a 10 minutos en tranv¨ªa del centro de la ciudad. Precio: 180 euros al d¨ªa

Una paliza. De tal magnitud que provoc¨® cierta quiebra familiar: dos grupos diferenciados (y no por la edad): el de los que quer¨ªan verlo, fotografiarlo y grabarlo todo, y el de quienes exig¨ªan un ritmo m¨¢s lento, menos turismo cultural y m¨¢s relajo, aunque eso supusiera dejar al margen lugares supuestamente esenciales.

Aunque en el recuerdo el cansancio no existe, sobre el terreno se deja sentir cada d¨ªa. Una de las conclusiones de este viaje es que es mejor tom¨¢rselo con calma. Sobre todo cuando es inevitable irse de Italia, por muchos viajes que se le dediquen, con la sensaci¨®n de que s¨®lo se ha podido raspar en su superficie, y de que toda una vida no dar¨ªa para conocerla de verdad.

Como Italia es punto y aparte, no parece necesario entrar en el detalle de lo que hay que ver, y menos en sus tres ciudades m¨¢s emblem¨¢ticas. Para eso est¨¢n las gu¨ªas (y un recuadro que acompa?a a este texto). Ser¨¢ m¨¢s ¨²til dar respuesta a algunas dudas que pueden asaltar a quien se decida por una escapada similar.

Italia es, con toda justicia, el pa¨ªs m¨¢s tur¨ªstico del mundo, un fest¨ªn para los sentidos, un regalo para el esp¨ªritu, una g¨¦nesis de lecturas... Pero tambi¨¦n es inc¨®modo y agobiante, e incluso en temporada baja puede obligar a guardar largas colas, ya sea para visitar el palacio Ducal de Venecia, la galer¨ªa de los Uffizi de Florencia o los inmensos Museos Vaticanos.

Aun as¨ª, el marat¨®n resulta tolerable cuando se corre fuera de temporada. En pleno verano, el calor y las aglomeraciones convierten a veces la ya de por s¨ª dura vida del turista en una tortura. Por no hablar de las dificultades para encontrar alojamiento a un precio razonable, algo siempre dif¨ªcil en Italia. No ser¨¦ yo quien recomiende viajar a la bota italiana en esa ¨¦poca..., excepto que sea imposible hacerlo en otra ocasi¨®n.

Tarifas reducidas

Italia es un pa¨ªs caro, incluso muy caro, sobre todo en Venecia, aunque a¨²n no haya cuajado la amenaza de que se cobre la entrada. En las tres ciudades de este circuito, el billete de acceso a museos y monumentos raramente baja de seis euros y llega a veces hasta los 12, aunque, con frecuencia, los ni?os de pa¨ªses de la UE no pagan o tienen tarifa reducida.

Los restaurantes pueden llegar a tener precios disparatados (que a veces se incrementan espectacularmente con el servicio y el pan y cubierto), y no siempre los m¨¢s caros son los mejores. Pero se come bien, sobre todo si se adora la pasta (y todos los ni?os la adoran), la oferta es infinita, y un poco de informaci¨®n, algo m¨¢s de paciencia y un mucho de intuici¨®n pueden evitar sorpresas desagradables. Imposible dar un consejo claro, excepto el de evitar los restaurantes de los puntos repletos de turistas.

En las terrazas de la plaza de la Signoria florentina, la Navona romana y la veneciana de San Marcos, la cuenta puede rascar, pero ?c¨®mo privarse, por ejemplo, del placer de tomar un cappuccino en plena plaza de San Marcos, con el fondo de una orquestina, digamos en Flori¨¢n? Aunque te claven 15 euros. ?O c¨®mo eludir un paseo en g¨®ndola? Aunque se te ponga cara de imb¨¦cil por pagar 80 euros por un recorrido de 20 minutos (la mitad de lo acordado).

En general, moverse por las ciudades italianas es sencillo. Venecia y Florencia tienen tama?os asequibles y casi todo lo esencial puede hacerse a pie. Ni siquiera Roma es complicada; su red de tranv¨ªas, autobuses y metro es muy extensa (aunque con frecuencia est¨¢n atestados), y no escasean los taxis, m¨¢s caros que en Espa?a pero no prohibitivos. Los vaporettos venecianos son punto y aparte: el billete cuesta cinco euros, si bien da la impresi¨®n de que s¨®lo pagan los extranjeros, y no siempre.

Para viajes m¨¢s largos, el tren es c¨®modo y de precio razonable: unos 30 euros por el trayecto Venecia-Florencia y otros tantos por la continuaci¨®n hasta Roma.

Siempre se puede recurrir a alquilar un veh¨ªculo (sobre todo para recorridos que incluyen muchas paradas), pero conviene eludirlo en el interior de las ciudades, especialmente en Roma, donde el tr¨¢fico es muy complicado y est¨¢ sujeto a severas restricciones en el centro. ?Y para excursiones desde Roma? Un ejemplo, si no se quiere recurrir a las organizadas: el alquiler de un minib¨²s de ocho plazas con ch¨®fer a Pompeya (a 200 kil¨®metros de la capital italiana) cuesta unos 400 euros. En cuanto a los pasajes a¨¦reos, es posible volar a un destino (Madrid-Venecia) y regresar desde otro (Roma-Madrid), sin recurrir a compa?¨ªas de bajo coste, por menos de 200 euros. En nuestro caso, con Iberia.

Pero es el alojamiento el cap¨ªtulo que m¨¢s puede desequilibrar el presupuesto. Ah¨ª van algunas ideas para cuadrarlo que se pueden buscar en Internet:

1. En toda Italia hay redes de apartamentos en alquiler (a veces, el m¨ªnimo es de cuatro d¨ªas). ?sa fue nuestra opci¨®n en Roma, junto a una pareja de amigos: un piso de 120 metros cuadrados, con tres habitaciones dobles, en la zona del Trastevere, a 10 minutos en tranv¨ªa del centro de la ciudad. Precio: 180 euros al d¨ªa.

2. Hay numerosas locandas o pensiones en pleno centro de las ciudades. ?sa fue la f¨®rmula elegida en Florencia. Un profesor universitario retirado abre su casa en un edificio de m¨¢s de tres siglos. Precio de las amplias habitaciones dobles, con desayuno: 100 euros.

3. Si se sacrifica la comodidad de estar en pleno centro, hay cadenas hoteleras con tarifas muy razonables fuera de temporada. ?sa fue la elecci¨®n en Venecia. El Novotel de Mestre, de cuatro estrellas (con un autob¨²s para Venecia a s¨®lo 200 metros), ofrece habitaciones cu¨¢druples, para dos adultos y dos ni?os de hasta 16 a?os, con desayuno, por 120 euros al d¨ªa.

Este viaje de nueve d¨ªas y ocho noches, con todos los gastos, incluidas peque?as compras, para los cuatro miembros de la familia, con al menos una comida diaria en restaurante, y con alg¨²n que otro capricho de precio desorbitado, sali¨® por unos 4.400 euros. Si no se traduce a pesetas, parece una cantidad razonable.

Atenci¨®n al clima. No en Roma, donde es casi seguro que la temperatura ser¨¢ m¨¢s agradable que, por ejemplo, en Madrid, pero s¨ª en Venecia o Florencia, donde la lluvia puede ser un problema. No ocurri¨® as¨ª en nuestro caso: pese a ser noviembre, en ambas ciudades se pod¨ªa pasear de d¨ªa en mangas de camisa. El paraguas no abandon¨® la maleta. Pero era imposible olvidarse de que, justo 40 a?os antes, unas terribles inundaciones se llevaron por delante miles de obras de arte en la ciudad de los M¨¦dicis. Por cierto que, en el filme La mejor juventud, que casi lleg¨® a convertirse en objeto de culto cuando se estren¨® hace unos a?os en Espa?a, se ilustra magn¨ªficamente la labor de miles de voluntarios de todo el mundo para salvar del fango esos tesoros.

Tambi¨¦n por esas fechas de 1966, el agua de la laguna veneciana lleg¨® a subir m¨¢s de un metro en la plaza de San Marcos. El acqua alta es una amenaza constante y constituye un aliciente para muchos visitantes. Yo mismo no puedo entender Venecia sin lluvia, tal vez porque mi primera visita qued¨® marcada por ella, y porque en un sombr¨ªo callej¨®n vi de espaldas a una ni?a con impermeable rojo y capucha que me pareci¨® un calco de una escena de la siniestra pel¨ªcula de Nicholas Roeg Amenaza en la sombra. Romanticismos aparte, est¨¢ en marcha un fara¨®nico e ingenioso proyecto -a base de diques flotantes que cerrar¨ªan la puerta al agua en situaciones extremas- destinado a evitar nuevos desastres.

Miguel ?ngel y Julio II

Otro filme imprescindible es El tormento y el ¨¦xtasis, de Carol Reed. Los frescos de la Capilla Sixtina y la figura de Miguel ?ngel (cuyo rastro es continuo en Florencia y Roma) se ven m¨¢s cercanos con esta recreaci¨®n de las disputas del artista con el papa Julio II.

Para leer en el avi¨®n y en el tren, y para buscar el sue?o tras las jornadas agotadoras, merece la pena echar alg¨²n libro a la maleta. Sugerencias: las memorias de Casanova; Muerte en Venecia, de Thomas Mann; El pr¨ªncipe, de Maquiavelo; alguno de los libros sobre los Borgia publicados al calor del ¨¦xito del reciente filme de Antonio Hern¨¢ndez, y Memorias de Adriano, de Marguerite Yourcenar (imprescindible si se visita Villa Adriana, en T¨ªvoli).

Me encantar¨ªa decir que mi hijo Jorge, de 12 a?os (tan ¨¢vido de lecturas en viajes anteriores), engull¨® esta vez alguno de ellos, pero estuvo todo el viaje al borde del ¨¦xtasis con la omnipresente pasta y, sobre todo, con las helader¨ªas. El Palacio del Helado florentino, con 80 variedades expuestas, le impresion¨® tanto o m¨¢s que el David de Miguel ?ngel. Porque no todo es arte e historia en Italia. No hay que enga?arse: ni siquiera tiene por qu¨¦ ser eso lo m¨¢s importante, si se tienen 12 o 14 a?os.Tendencias