Algo pasa con Britney Spears
La antigua reina del pop juvenil es ahora carnaza para la industria del esc¨¢ndalo
No falla. Cada semana, las agencias distribuyen noticias, fotos, filmaciones de Britney Spears. El eco de sus ocurrencias llega incluso a Espa?a, donde contamos con un frondoso bestiario de personajes aut¨®ctonos que viven cara a la galer¨ªa. Pero ni siquiera nuestros impresentables se atrever¨ªan a proclamar que dejan el sexo durante los pr¨®ximos seis meses, como aseguran que ha dicho ella. Esa promesa de celibato tiene sentido en EE UU, donde podr¨ªan quitarla la custodia de sus hijos: cualquier juez quisquilloso dictaminar¨ªa que ejercer de madre es incompatible con integrarse en esa pandilla basura que encabeza Paris Hilton.
Hilton y la mayor¨ªa de sus amigas pertenecen a la categor¨ªa de celebridades de la era Internet: aunque ocasionalmente hagan el esfuerzo de lanzar un disco o animar un reality show, son famosas por encajar en la insaciable demanda medi¨¢tica. Pero Britney es una estrella -ha vendido casi 80 millones de discos- que parece atrapada por el alegre estilo de vida de hijas-de-pap¨¢ como las Hilton, Nicole Richie o Kimberley Stewart.
Es un tren a punto de descarrilar ante la mirada morbosa de todo el planeta
Una chica 'white trash' siente atracci¨®n por los hombres equivocados
Como ellas, Britney (Misisipi, 1981) est¨¢ encuadrada en la generaci¨®n Madonna: desde que tiene uso de raz¨®n, est¨¢ pendiente de la material girl, a la que admira por el control que ejerce sobre su imagen y su carrera. Sin desarrollar las antenas de Madonna, Britney cree que la longevidad comercial consiste en cambiar regularmente de onda est¨¦tica y mantener a los medios en estado de ansiedad. Cuando se dej¨® besar por Madonna ante las c¨¢maras de MTV, cre¨ªa estar recibiendo el testigo y puso cara de sorprendido deleite; su maestra inform¨® fr¨ªamente de que aquello estaba ensayado y que deseaba poner en evidencia la alta sexualidad de Spears.
Para los estadounidenses, ninguna sorpresa: la mayor¨ªa sospechan que Britney finalmente es white trash. Lo de basura blanca tiene su origen en el siglo XIX: los esclavos mejor educados de las plantaciones denominaban as¨ª a los blancos que, aunque legalmente libres, ten¨ªan unas vidas m¨¢s miserables que las suyas. Se trata de un t¨¦rmino pol¨ªticamente incorrecto -no se pronuncia en voz alta- que abarca al lumpen blanco y sure?o.
Econ¨®micamente, Britney naci¨® en un pelda?o superior: es hija de un contratista de obras y una maestra. Pero su comportamiento se ajusta a los estereotipos de white trash: ignora las buenas maneras, no esconde sus deficiencias culturales, arma follones en p¨²blico, bebe y se droga, tiende a la promiscuidad mientras alardea de religiosidad. Es puro white trash el casarse en Las Vegas con un amiguete por "saber lo que se siente al estar casada" (siguiendo el manual del control de da?os, su manager logr¨® la anulaci¨®n tres d¨ªas despu¨¦s). En verdad, est¨¢ siendo m¨¢s sincera que en sus inicios, cuando intentaba compatibilizar un discurso de adolescente casta con un repertorio picante y un show calenturiento.
Una chica white trash siente atracci¨®n por los hombres equivocados. Britney se acerc¨® a Fred Durst, el machista cantante de Linkin' Park; al bocazas le falt¨® tiempo para presumir de haberla seducido. Mientras aseguraba que seguir¨ªa virgen hasta su noche de bodas, manten¨ªa una relaci¨®n intensa con Justin Timberlake; tras la ruptura, el ¨ªdolo teen lanz¨® un v¨ªdeo musical donde sugiere que Britney le fue infiel. M¨¢s que verdadera hipocres¨ªa, su especialidad consiste en meter la pata. No falt¨® la pol¨¦mica en su matrimonio con el bailar¨ªn Kevin Federline: debieron celebrar dos ceremonias ya que la primera carec¨ªa de valor legal.
T¨ªpicamente, Britney pidi¨® el divorcio de Federline sin avisarle, justo cuando ¨¦ste preparaba su lanzamiento como rapero. Antes, protagonizaron un reality titulado Chaotic. En una de las secuencias, Kevin ri?e a una deprimida Britney por su inclinaci¨®n a irse de marcha; ella amenaza con usar la m¨¢quina del tiempo de Regreso al futuro, aparentemente convencida de que tal artilugio realmente existe.
Los periodistas que han intentado entrevistar a Britney comprueban que el proceso equivale a pretender sacar agua de una piedra. Sus respuestas pueden resumirse en "s¨ª", "no", "tal vez" y "no s¨¦". Consciente de sus carencias, miente con ojos c¨¢ndidos y evita terreno desconocido; si olvida el gui¨®n, se le escapa alguna perla. En 2004, se declar¨® fan de George W. Bush: "Amo a mi presidente, creo que debemos confiar en ¨¦l y apoyar cada decisi¨®n que tome". El equipo electoral de Bush necesitaba apoyo de famosos pero prescindi¨® de enrolar a Britney: su perfil no complac¨ªa al votante republicano.
En cuanto a su profesi¨®n, Britney vive de las rentas. Hace m¨¢s de tres a?os que no p¨²blica m¨²sica nueva: en 2004 sac¨® un grandes ¨¦xitos; en 2005, una colecci¨®n de remezclas. Pero ser¨ªa prematuro enterrarla: tambi¨¦n a Mariah Carey se le fundieron los plomos y sufri¨® la indignidad de ser despedida por su discogr¨¢fica; sin embargo, se recuper¨® gracias a productores que conoc¨ªan sus puntos fuertes.
De momento, Britney es un tren a punto de descarrilar ante la mirada morbosa de todo el planeta. Cuenta con pocos defensores; es reivindicada por Richard Thompson, el genio brit¨¢nico del folk-rock, que incluy¨® su Oops!...I did it again, en un espect¨¢culo -y CD- titulado Mil a?os de m¨²sica popular. Britney ni se enter¨®: su radar no capta a rockeros maduros con barba.
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