Franco se plante¨® suprimir la financiaci¨®n por la rebeld¨ªa del clero
En las memorias del cardenal Taranc¨®n hay un relato sobre la negociaci¨®n de la Conferencia Episcopal con la dictadura franquista, en los a?os setenta del siglo pasado, para ajustar el Concordato de 1953 a los mandatos del Concilio Vaticano II. El general Franco deb¨ªa, entre otras renuncias, dejar de intervenir en el nombramiento de obispos. "Seamos claros", dijo Carrero Blanco, segundo del dictador, al cardenal. "Nosotros estamos dispuestos a darles todo lo que quieran econ¨®micamente, y a¨²n m¨¢s de lo que pidan. Tan s¨®lo exigimos una cosa: que la Iglesia sea el apoyo m¨¢s firme del r¨¦gimen".
Escribe Taranc¨®n: "Yo me alegr¨¦ de que se planteara la cuesti¨®n tan descaradamente. Ya no cabr¨ªan dudas en los obispos afectos al r¨¦gimen ni en alg¨²n sector de la Santa Sede". El cardenal se refer¨ªa a la necesidad de distanciarse de una dictadura que la jerarqu¨ªa hab¨ªa calificado de cruzada cuando se impuso mediante un sangriento golpe de Estado. Tambi¨¦n bendijo la posterior guerra incivil como contienda de "los hijos de Dios contra los hijos de Ca¨ªn", y particip¨® siempre como poder f¨¢ctico de aquel Estado nacionalcat¨®lico.
Miembros de la jerarqu¨ªa cat¨®lica segu¨ªan sentados en 1970 en las Cortes y otros altos organismos, pero no pudieron evitar la rebeld¨ªa del clero, que se tom¨® en serio los aires de libertad del Vaticano II. Franco tuvo que abrir una c¨¢rcel especial para curas en Zamora. Tambi¨¦n quiso expulsar de Espa?a al obispo de Bilbao, Antonio A?overos. Hab¨ªa sido voluntario capell¨¢n de requet¨¦s en la Guerra Civil, pero en febrero de 1974 la polic¨ªa someti¨® al prelado a "arresto domiciliario" por una pol¨¦mica pastoral. Otros prelados pusieron tierra por medio para evitar males mayores (Alberto Iniesta, auxiliar de Taranc¨®n en Madrid).
Franco pidi¨® entonces al Ministerio de Gobernaci¨®n un dossier sobre el alcance de la revuelta eclesi¨¢stica. Fue demoledor. La polic¨ªa secreta sosten¨ªa que el 70% de los curas era hostil al r¨¦gimen, y tambi¨¦n el 19% de los obispos. Propon¨ªa que la mejor manera de combatir la rebeli¨®n era quitar a la Iglesia cat¨®lica la generos¨ªsima financiaci¨®n del Estado.
Taranc¨®n cuenta c¨®mo se enfrent¨® a Carrero, entonces presidente del Gobierno, cuando ¨¦ste le ech¨® en cara las cuentas de la generosidad del r¨¦gimen: 300.000 millones de pesetas del a?o 1972. Seg¨²n el muy cat¨®lico almirante era intolerable que la Iglesia cat¨®lica permitiese que "miles de curas se rebelasen contra quien les trataba a cuerpo de rey".
Este "pasar factura" de Carrero irrit¨® tanto a Taranc¨®n que el cardenal le respondi¨® por carta a Presidencia del Gobierno. "Lo que m¨¢s le doli¨® es que enviase copia a Franco, que, impresionado, algo le dijo a Carrero. Y ¨¦ste me escribi¨® una carta humild¨ªsima en la que dec¨ªa que le hab¨ªa dado el mayor disgusto de su vida, porque para ¨¦l ser hijo de la Iglesia era mucho m¨¢s importante que ser presidente", cont¨® m¨¢s tarde el cardenal al sacerdote Mart¨ªn Descalzo.
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