Desaparecer
Con el mismo desprecio por la l¨®gica que por la vida de las personas, ETA nos ha dicho que mantiene vigente el alto al fuego pero que se siente autorizada a seguir atentando. O sea que ha roto la tregua por los hechos -el bombazo de la T-4- y por la expl¨ªcita voluntad de seguir practicando el terrorismo. Es decir, de seguir matando indiscriminadamente a ciudadanos con el objeto de atemorizar y sembrar el p¨¢nico en la poblaci¨®n. ETA, por tanto, sigue creyendo que la violencia es el mejor instrumento del que dispone para alcanzar sus fines. Con lo cual ya no hay que dar m¨¢s vueltas a sus comunicados. ETA no est¨¢ dispuesta a asumir las condiciones exigibles para un final negociado.
Al mismo tiempo, al estar esclavizada por su propia violencia -en una confusi¨®n de medios y fines muy caracter¨ªstica de estas organizaciones- ETA rebaja muy sensiblemente sus objetivos. En realidad, tiene un ¨²nico fin: sobrevivir como organizaci¨®n terrorista. Si mantienen la violencia, a¨²n sabiendo perfectamente que no conseguir¨¢n ninguno de sus objetivos pol¨ªticos, es porque tienen miedo a perder relevancia r¨¢pidamente si los defienden por medios pac¨ªficos. Hay mucha gente en Espa?a, especialmente en la derecha, que piensa que es mejor una ETA de baja intensidad, como dicen los m¨¢s c¨ªnicos, que el fin de la violencia, porque sin ¨¦sta nadie puede garantizar que Euskadi no se vaya alg¨²n d¨ªa. El miedo que ETA tiene a la libertad deber¨ªa tranquilizarles.
Dejemos por tanto a ETA con sus comunicados que s¨®lo sirvan para contaminar un poco m¨¢s el ambiente y pensemos en el futuro. El futuro significa optimizar los aspectos positivos -que como en toda crisis tambi¨¦n los hay- de este frustrante episodio, para dise?ar el camino a seguir. El primero de ellos es que la propia ETA ha puesto el list¨®n a la m¨¢xima altura. A partir de ahora ning¨²n Gobierno, sea del signo que sea, se meter¨¢ en la aventura de la soluci¨®n negociada si ETA no anuncia previamente el abandono definitivo de las armas. Tres experiencias fracasadas con Gobiernos distintos son demasiadas para poder volver a confiar. ETA ten¨ªa una ¨²ltima oportunidad y no lo ha sabido entender. La pr¨®xima vez ya sabe cu¨¢les son las reglas: ella misma, quiz¨¢s sin darse cuenta, las ha definido.
La segunda novedad es la aparici¨®n de contraposiciones sensibles de intereses entre ETA y Batasuna. Para decirlo con un ejemplo claro, Otegi sabe que si ETA sigue haciendo de las suyas a ¨¦l s¨®lo le queda el exilio o la c¨¢rcel. Es proverbial la cobard¨ªa de los dirigentes de Batasuna y, como siempre, todos se han plegado a los designios del comando. Pero cuando la contradicci¨®n es tan fuerte -ETA una vez m¨¢s ha demostrado que Batasuna le tiene sin cuidado- puede acabar aflorando. Y ETA lo sabe. No en vano circulan rumores que indican que ETA tiene ya su lista de potenciales desertores. El Gobierno har¨ªa bien en incentivar la deserci¨®n. Y hay medios para hacerlo sin necesidad de caer en el siempre peligroso juego a la italiana de los delatores y de los arrepentidos.
En fin, el tercer dato relevante es el giro estrat¨¦gico del PNV bajo el liderazgo de Josu Jon Imaz. El PNV esta vez ha estado del lado bueno durante todo el proceso. En ning¨²n momento ha jugado a enredar con la otra parte. Precisamente por esto al romperse la tregua lo que est¨¢ sobre la mesa no es la reproducci¨®n del frentismo que sigui¨® a la tregua anterior -por mucho que el PP e Ibarretxe parezcan empe?ados en repetirlo- sino la ampliaci¨®n del Pacto Antiterrorista. Es de sentido com¨²n que el Gobierno ha de hacer lo necesario para buscar un pacto incluyente que integre al PNV.
Mucha gente sigue insistiendo en que, a pesar de todo, habr¨¢ que volver a dialogar. Se entiende las ganas de que todo esto acabe, y de que acabe con palabras y no a tiros. Pero dialogar requiere un m¨ªnimo lenguaje com¨²n que haga posible el entendimiento y una disposici¨®n de las partes a escuchar al adversario y sus razones. Con ETA no cabe. A lo sumo, por tanto, cabr¨ªa negociar en t¨¦rminos estrictos de intercambio de intereses. Pero desde el momento en que ETA nos dice que su ¨²nica raz¨®n de ser es la violencia, la negociaci¨®n es imposible. Salvo que acepte desaparecer.
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