Las inc¨®gnitas de Oriente Pr¨®ximo
1. Nadie puede dudar ya a estas alturas del resultado catastr¨®fico de la guerra ilegal emprendida por la Casa Blanca para acabar con Sadam Husein y democratizar Irak. Lo de "muerto el perro, se acab¨® la rabia" no se adapta al caso: ahorcaron al "perro" de forma ignominiosa, pero la rabia no se extingue, se propaga y veros¨ªmilmente se propagar¨¢. Quienes cre¨ªan en las virtudes de una democratizaci¨®n impuesta a ca?onazos en una zona en donde democracia es una palabra huera, advierten ahora la inanidad de sus sue?os. El nuevo Plan Marshall y la remodelaci¨®n pol¨ªtica de Oriente Pr¨®ximo -de la que se exclu¨ªa, claro est¨¢, a la muy poca ejemplar teocracia saud¨ª y a los s¨¢trapas supuestamente moderados de esta ¨¢rea geogr¨¢fica- se han desvanecido para dar paso a una realidad sombr¨ªa: guerra civil entre sun¨ªes y chi¨ªes, atentados cada vez m¨¢s mort¨ªferos, limpiezas ¨¦tnicas, caos generalizado. Polic¨ªas paralelas, milicias y escuadrones de la muerte act¨²an a la luz del d¨ªa con absoluta impunidad. Las provincias de mayor¨ªa sun¨ª son una alm¨¢ciga de terroristas, vinculados o no a Al Qaeda. Todos los logros del nacionalismo del Baaz anterior a Sadam Husein se han venido abajo. La tiran¨ªa del miedo sofoca los t¨ªmidos aires de libertad. El antiguo Estado iraqu¨ª es ya una entelequia. La actual confederaci¨®n de facto, basada en criterios religiosos y ¨¦tnicos, reproduce el modelo otomano de antes de la ocupaci¨®n inglesa y de la sangrienta imposici¨®n de una monarqu¨ªa hachem¨ª: un vilayato sun¨ª; otro ch¨ªi, unido por estrechos lazos a Ir¨¢n; y un tercero, kurdo. Este ¨²ltimo es por ahora el ¨²nico beneficiario de la invasi¨®n, pero su voluntad independentista choca frontalmente con Turqu¨ªa e Ir¨¢n, temerosos de su influjo en sus propias minor¨ªas kurdas. El rompecabezas iraqu¨ª es de dif¨ªcil ajuste, pues los Estados vecinos apuestan por soluciones distintas en funci¨®n de sus intereses. El temor de las monarqu¨ªas jordana y saud¨ª al llamado arco chi¨ª, que se extiende de L¨ªbano a las minor¨ªas de esta rama del islam en el Golfo, introduce nuevos elementos de discordia en el enrevesado equilibrio regional. Riad ha manifestado ya su voluntad de ayudar a la comunidad sun¨ª de Irak en caso de una retirada del Ej¨¦rcito norteamericano: no es un secreto para nadie que la amenaza mayor para el reino wahab¨ª no procede de Israel sino de Ir¨¢n. Para rematar este balance tan calamitoso, la percepci¨®n exterior de la democracia norteamericana nunca hab¨ªa sido tan negativa como bajo la presidencia de George Bush: el impacto de las im¨¢genes de Guant¨¢namo, Ab¨² Ghraib y del ahorcamiento del tirano, convertido en virtud de ellas en m¨¢rtir, no se circunscribe al ¨¢mbito arabomusulm¨¢n. Para una mayor¨ªa de dem¨®cratas del mundo entero, el unilateralismo estadounidense desemboca en un conjunto de actuaciones cuyo com¨²n denominador es una flagrante ilegalidad.
2. El primer aprovechado de la disparatada decisi¨®n de Bush de invadir Irak ha sido, parad¨®jicamente, su m¨¢s encarnizado enemigo: el Ir¨¢n de los ayatol¨¢s. V¨ªctima en 1980 de una cruent¨ªsima guerra de agresi¨®n por parte del dictador iraqu¨ª, controla ahora a la mayor¨ªa chi¨ª perseguida por ¨¦ste y asiste complacido al creciente desgaste f¨ªsico y moral del Ej¨¦rcito norteamericano, inmovilizado en una trampa de la que no puede salir y en la que no puede quedarse sin agravar en ambos casos la magnitud del descalabro. La eficacia militar de Hezbol¨¢, instruido y armado por ¨¦l, frente al hasta hoy invicto Ej¨¦rcito israel¨ª, le ha situado en un puesto crucial en el que convergen las diferentes y opuestas estrategias de confrontaci¨®n de Oriente Pr¨®ximo: el de un interlocutor ineludible con quien Occidente debe contar y negociar. La ret¨®rica mesianista y negacionista del Holocausto de Ahmadineyad y su desaf¨ªo nuclear fortalecen a¨²n su imagen de h¨¦roe vengador entre las poblaciones deprimidas y desamparadas, no s¨®lo del arco chi¨ª sino tambi¨¦n de los campos de refugiados palestinos y de los territorios ocupados por Israel. Las bazas pol¨ªticas de que dispone en su apuesta por el liderazgo regional ponen de manifiesto el doble fracaso del unilateralismo de la Casa Blanca y del Gobierno de Tel Aviv.
3. La militarizaci¨®n mental de una gran parte de la sociedad israel¨ª, se?alada por intelectuales y escritores tan solventes como Shlomo Ben Ami, Amos Oz o David Grossman, se funda en unas premisas caducas y fomenta una pol¨ªtica de huida adelante de consecuencias nefastas a medio plazo. Nacido por
la fuerza de las armas y afianzado con ellas, el peque?o Estado -en t¨¦rminos geogr¨¢ficos- estar¨ªa condenado, se nos dice, a "ganar las guerras" con unos vecinos ¨¢rabes que poco a poco se resignan a reconocerlo. La aplastante superioridad de Tsahal sobre los ej¨¦rcitos convencionales de Egipto, Jordania, L¨ªbano y Siria aliment¨® durante medio siglo la ilusi¨®n de su invulnerabilidad. Los acontecimientos de los ¨²ltimos meses marcan el fin de esta quimera. Por primera vez en su historia, Israel no gan¨® la guerra: la lucha contra una organizaci¨®n del tipo de Hezbol¨¢ obedece a reglas distintas y los extremistas chi¨ªes lo saben. Alentar como el actual Gobierno de Olmert la lucha entre facciones palestinas en los territorios ocupados; proseguir la colonizaci¨®n brutal de Cisjordania; negarse a negociar con Siria; intervenir en el laberinto ¨¦tnico-religioso liban¨¦s, son otras tantas muestras de una miop¨ªa alarmante; el tiempo no juega en su favor. Oriente Pr¨®ximo es un polvor¨ªn y cualquier decisi¨®n unilateral puede hacerlo estallar para mal de todos.
4. La ¨²ltima visita de Olmert a Washington y su tajante disyuntiva respecto a la fuerza nuclear iran¨ª -o resuelven ustedes el problema en el plazo de un a?o o lo haremos nosotros- nos enfrenta a una probable escalada de efectos devastadores. El "desliz" del primer ministro tocante al arma at¨®mica de Israel -pa¨ªs que no ha suscrito el Tratado de No Proliferaci¨®n- no fue en modo alguno inocente, como no lo es su declaraci¨®n expl¨ªcita -"no descarto un ataque militar a Ir¨¢n"- en la entrevista concedida a Der Spiegel. Ante las escasas probabilidades de Bush de lanzarse a una nueva y m¨¢s dif¨ªcil aventura guerrera con la flor de su Ej¨¦rcito empantanado en Irak, ?asumir¨¢ Olmert el relevo a costa de un incendio general en la regi¨®n del que Israel no quedar¨ªa a salvo? Kofi Annan, en su despedida del secretariado general de la ONU, no puede ser m¨¢s claro: una intervenci¨®n militar en Ir¨¢n "tendr¨ªa consecuencias desastrosas". Si la capacidad de respuesta b¨¦lica del r¨¦gimen de los ayatol¨¢s a la destrucci¨®n por Israel de las centrales en donde se procesa uranio enriquecido con miras al arma nuclear no es nada desde?able, su poder de disuasi¨®n econ¨®mica es infinitamente m¨¢s eficaz. Le basta cerrar el Estrecho de Ormuz para poner de rodillas a Occidente con el corte del suministro petrol¨ªfero de todos los pa¨ªses del Golfo.
5. La supeditaci¨®n de la pol¨ªtica exterior de Estados Unidos a los intereses de los halcones israel¨ªes y la apuesta exclusiva del Estado jud¨ªo por el unilateralismo del Departamento de Estado, agravadas desde los atentados del 11-S, fueron objeto de un amplio y significativo debate entre varios especialistas en el tema publicado por la London Review of Books del pasado mes de marzo. El minucioso informe de los dos ponentes, John Mearsheimer y Stephen Walt, plantea de entrada la pregunta: "?Por qu¨¦ Estados Unidos ha dejado de lado su propia seguridad y la de sus aliados para promover los intereses de otro Estado?". La ponencia enumera a continuaci¨®n las divergencias de intereses entre ambos asociados para concluir que la invasi¨®n de Irak, promovida en gran parte por el grupo de presi¨®n proisrael¨ª en Washington, no ha redundado en beneficio de uno ni de otro. La aspiraci¨®n de los fundadores del movimiento sionista a crear un Estado como los dem¨¢s, en el que la excepcionalidad jud¨ªa provocada por el feroz antisemitismo europeo -desde el muy poco Santo Oficio de la Inquisici¨®n a los monstruosos campos de exterminio nazis- desaparecer¨ªa para siempre, ha plasmado al rev¨¦s, como apunta Jean Daniel en La prisi¨®n jud¨ªa, en un Estado excepcional en la medida en que no se atiene a la legalidad internacional ni respeta ninguna de las cuarenta y pico resoluciones de la ONU tocante a los territorios ocupados desde 1967. Eso no habr¨ªa sido posible sin el apoyo incondicional norteamericano, pero el objetivo final de los estadistas israel¨ªes m¨¢s l¨²cidos -el de alcanzar una paz negociada con los palestinos que sufren a¨²n de la implantaci¨®n terrenal de un sue?o ajeno- parece hoy m¨¢s lejano que nunca. El odio y el terror son malos consejeros, y ello reza tanto para los israel¨ªes como para los ¨¢rabes. ?nicamente el establecimiento de un Estado palestino dentro de las fronteras internacionalmente reconocidas, incluida Jerusal¨¦n Este, podr¨ªa asegurar la deseable convivencia entre unos y otros en condiciones de igualdad, seguridad y dignidad.
6. La deseable normalizaci¨®n del Estado jud¨ªo en el marco de un Oriente Pr¨®ximo sometido a la acci¨®n disgregadora de fuerzas centr¨ªfugas y a mesianismos delirantes no podr¨¢ conseguirse mediante la humillaci¨®n constante del pueblo palestino ni el recurso a la fuerza bruta empleados hasta hoy. La situaci¨®n explosiva de la regi¨®n exige el abandono de los m¨¦todos expeditivos y decisiones unilaterales llevados a cabo bajo la sombrilla protectora de Washington.
Las voces m¨¢s serenas y razonables de la sociedad israel¨ª estiman ya que el ¨²nico instrumento capaz de garantizar un futuro durable a su Estado estriba en una mediaci¨®n de la Uni¨®n Europea. ?sta y s¨®lo ¨¦sta dispone de los medios pol¨ªticos, econ¨®micos y diplom¨¢ticos necesarios a la creaci¨®n de un almohadillado amortiguador de las tensiones entre Israel y sus vecinos como el existente ya en la frontera con L¨ªbano. La propuesta de Rodr¨ªguez Zapatero, avalada por Prodi y Chirac, de una fuerza de interposici¨®n europea en torno a la franja de Gaza para impedir el lanzamiento de cohetes artesanales al territorio israel¨ª y permitir de una vez por todas una existencia digna al mill¨®n y pico de palestinos hacinados en ella, ser¨ªa un primer paso en la buena direcci¨®n, y en lugar de rechazarla con el desd¨¦n de quien err¨®neamente se cree invulnerable, Olmert mostrar¨ªa sus dotes de estadista acept¨¢ndola. El tiempo, repito, no corre en su favor. 2007 puede pasar a la historia como el a?o del inicio real de un proceso de paz o el de la gran cat¨¢strofe no s¨®lo temida, sino anunciada.
Juan Goytisolo es escritor.
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