La huella de una diva
Montserrat Caball¨¦ debuta en el Auditori de Barcelona con un meritorio ¨¦xito cantando con el coraz¨®n
Los divos de la ¨®pera ya no son lo que fueron. Hoy salen m¨¢s en la prensa por sus reacciones temperamentales que por m¨¦ritos art¨ªsticos, y si no ah¨ª est¨¢ el caso del tenor Roberto Alagna, m¨¢s famoso por abandonar la escena en plena funci¨®n de Aida en la Scala de Mil¨¢n, por un simple abucheo, que por todos sus ¨¦xitos juntos. O a la soprano Angela Gheorghiu, que es, miren por d¨®nde, la mujer de Alagna, y tambi¨¦n suele montar unos pollos tremendos: a¨²n se recuerda su sonada espantada en el Teatro Real de Madrid de hace dos a?os, cuando se larg¨® antes del estreno de un nuevo montaje de La traviata.
Lejos quedan, pues, los tiempos gloriosos de Maria Callas y Renata Tebaldi, rivales en la escena, temperamentales como son todas las divas, pero capaces de dejar una huella imborrable por su carisma vocal. A esa estirpe, hoy practicamente en extinci¨®n, pertenece Montserrat Caball¨¦. Anteayer debut¨® en el Auditori de Barcelona y demostr¨®, a sus 73 a?os, que quien tuvo retuvo. Su voz ya no es lo que fue, y eso lo sabe ella mejor que nadie. Pero sigue cantando con el coraz¨®n; por eso su debut en la temporada de la Orquestra Simf¨°nica de Barcelona i Nacional de Catalunya se sald¨® con un meritorio ¨¦xito. Quedaron bastantes butacas libres y la presencia institucional fue escasa, aunque cabe rese?arse la asistencia del alcalde de Barcelona, Jordi Hereu. Definitivamente, la vocaci¨®n mel¨®mana de los pol¨ªticos cotiza m¨¢s bien a la baja en estos tiempos.
La soprano practic¨® su m¨¢xima para pervivir: cantar con los intereses sin exponer el capital
Caball¨¦, que hoy repite su actuaci¨®n, a las 11.00 horas, con las localidades agotadas, suele decir que la ¨²nica forma de durar en el mundo de la l¨ªrica es cantando con los intereses sin exponer seriamente el capital. Lo que, en cuestiones de longevidad vocal, significa escoger con acierto el repertorio adecuado en cada momento de la vida art¨ªstica.
La diva catalana lleva m¨¢s de 50 a?os en los escenarios y sabe que su mayor enemigo es su propia leyenda. Para evitar comparaciones con un pasado irrepetible, la soprano escogi¨® m¨²sica francesa adecuada al repertorio que suele ofrecer una formaci¨®n sinf¨®nica en sus temporadas y que, no nos enga?emos, no levanta las pasiones que son moneda corriente en el mundo de la ¨®pera, que es el ¨²nico mundo donde reinan las divas.
No logr¨® caldear el ambiente en su primera intervenci¨®n, el exquisito Poema del amor y del mar, de Ernest Chausson, de atm¨®sfera impresionista, intensamente acentuada por el director, Jos¨¦ Collado. Pero lleg¨® el m¨¢gico melodismo de Charles Gounod, ya en la segunda parte, y Caball¨¦ destap¨® sus m¨¢s emocionantes armas expresivas, incluidos sus legendarios pianissimi -en una interpretaci¨®n de Arrepentimiento, una escena en forma de plegaria que cal¨® hondo en el coraz¨®n del p¨²blico por su honda expresividad.
Cantar con el coraz¨®n, ¨¦sa y no otra es la fuerza que mantiene viva la voz de Caball¨¦, que termin¨® el concierto con otra sublime escena de aliento lirico, el '?xtasis de la Virgen', del oratorio La vierge, de Jules Massenet. Intensa versi¨®n, de desbordante expresividad, arropada por una orquesta que, a lo largo del concierto, luci¨® un sonido c¨¢lido y brillante bajo la convincente y apasionada direcci¨®n de Collado. Fue, al final, el emocionante testimonio de una diva que se resiste a dejar de serlo mientras la voz aguante.
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