Pap¨¢ y mam¨¢ fueron emigrantes sin papeles
Un tratado con B¨¦lgica desencaden¨® la salida masiva de espa?oles a pa¨ªses europeos hace 50 a?os
Ahora que la inmigraci¨®n nos duele en Espa?a conviene mirarnos en el espejo de la memoria. El pasado 28 de noviembre se cumplieron 50 a?os de la firma del Acuerdo Hispano-belga de Emigraci¨®n de 1956. Aquel tratado constituy¨® el primer paso de lo que fue la exportaci¨®n a Europa de algo m¨¢s de dos millones de trabajadores espa?oles. Tiempo despu¨¦s se firmaron acuerdos similares con Alemania, Suiza, Holanda y Francia. Pues bien, el primer intento de regular un flujo migratorio dio paso a una realidad que ahora nos es muy conocida en Espa?a: se impusieron las oleadas de trabajadores en condiciones irregulares.
Aquel primer acuerdo trataba de permitir que las empresas belgas pudieran difundir ofertas de empleo en Espa?a, as¨ª como asegurar el reclutamiento de trabajadores y su traslado en unas condiciones aceptables. Un libro titulado Mineros, sirvientas y militantes, editado por la Fundaci¨®n Primero de Mayo y escrito por la historiadora Ana Fern¨¢ndez Asperilla, ha investigado las consecuencias de aquella primera oleada de emigrantes espa?oles a B¨¦lgica. Este pa¨ªs necesitaba mineros para sus explotaciones de carb¨®n, y ¨¦se fue el objetivo fundamental del acuerdo con Espa?a. Sin embargo, el objetivo no se cumpli¨® en su totalidad.
El sector mayoritario fue el servicio dom¨¦stico, ocupado en un 80% por espa?olas
La emigraci¨®n irregular se generaliz¨®. Los espa?oles viajaban a ese pa¨ªs como turistas
B¨¦lgica necesitaba mineros con urgencia. ?se fue el objetivo del acuerdo que firm¨® con Espa?a
B¨¦lgica precisaba mineros con cierta urgencia y, adem¨¢s, mano de obra que aceptara unas condiciones de trabajo especialmente duras. Hab¨ªa firmado un acuerdo con Italia en los a?os 1947 y 1951 para importar trabajadores a sus minas de carb¨®n. Sin embargo, las condiciones de trabajo y la alta siniestralidad (llegaron a perecer 800 italianos en el fondo de las minas en apenas 10 a?os) provocaron que Italia suspendiera el convenio. "Lo que no quiso el Gobierno de Italia para sus trabajadores, lo acept¨® el Gobierno de Franco para los espa?oles", sostiene Ana Fern¨¢ndez.
Aquel acuerdo fue generando otras pr¨¢cticas que dieron curso a la emigraci¨®n que lleg¨® tiempo despu¨¦s. El Gobierno espa?ol no estaba demasiado interesado en exportar mineros, y mucho menos que la v¨ªa belga fuera una v¨¢lvula de escape para los trabajadores m¨¢s reivindicativos de las minas asturianas. Tampoco deseaba exportar especialistas en la construcci¨®n y s¨ª mano de obra poco cualificada. De tal manera que se impuso otra realidad. Seg¨²n relata Ana Fern¨¢ndez, el agregado laboral de Espa?a en Bruselas se?alaba en un informe de 1 de enero de 1964: "La emigraci¨®n clandestina espa?ola en B¨¦lgica sigue aumentando de un modo alarmante, ya que un 60% al menos de nuestros compatriotas que llegan a este pa¨ªs viene al margen del Convenio".
La emigraci¨®n irregular de espa?oles se generaliz¨®. Los trabajadores viajaban a B¨¦lgica como turistas, momento a partir del cual buscaban empleo, expuestos en muchos casos a gente sin escr¨²pulos. Ana Fern¨¢ndez explica c¨®mo "el Instituto Espa?ol de Emigraci¨®n, a trav¨¦s de su revista Carta de Espa?a, avisaba en 1966 a los que viajaban con pasaporte de turista del peligro de caer en B¨¦lgica en las garras de los traficantes de seres humanos".
La colonia espa?ola en B¨¦lgica lleg¨® a sumar casi 70.000 espa?oles (cifra que actualmente se acerca a los 50.000). Ya en 1964 se repart¨ªa primordialmente en sectores como servicio dom¨¦stico, industria metal¨²rgica, miner¨ªa y construcci¨®n.
El sector mayoritario fue el servicio dom¨¦stico, ocupado en casi un 80% por mujeres. La mayor¨ªa carec¨ªa de cualificaci¨®n, apenas hab¨ªa finalizado la ense?anza primaria, y tampoco las instituciones espa?olas en el extranjero se preocuparon mucho por mejorar su formaci¨®n. Adem¨¢s, las espa?olas estaban pr¨¢cticamente condenadas a desarrollar su labor en la econom¨ªa sumergida. "El empleo sumergido significaba el ahorro de algunas cotizaciones e impuestos", apunta Ana Fern¨¢ndez. "Sin embargo, esa estrategia ha resultado nefasta para las propias mujeres". Ello se tradujo en una merma importante de sus pensiones y en una vulnerabilidad social mayor, especialmente cuando enviudaron.
Todos estos avatares los vivimos ahora en piel ajena. Han pasado 50 a?os, s¨ª. Pero una parte de nuestros padres tambi¨¦n fueron emigrantes irregulares.
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