'Revoluci¨®n isl¨¢mica' en Chafarinas
La justicia militar absuelve al soldado Benaisa tras ser despedido y pasar 43 d¨ªas en prisi¨®n
El 23 de junio de 2005, el capit¨¢n jefe de la Compa?¨ªa de Mando y Apoyo del Tabor de Alhucemas firm¨® el expediente del soldado Benaisa Boulahdaf Abdellaoui, quien hab¨ªa solicitado prorrogar por tres a?os su contrato con el Ej¨¦rcito. "Que hasta la fecha en que ocurrieron los hechos cumpl¨ªa sus obligaciones", anot¨®. "Que hasta esa misma fecha era disciplinado", agreg¨®. "Que durante la permanencia en la unidad ha ejecutado las tareas encomendadas, hasta la fecha anterior", subray¨®. "Que, por tanto, este mando ha perdido la confianza en ¨¦l". concluy¨®.
Los hechos a los que alud¨ªa el capit¨¢n, y que costaron a Benaisa la p¨¦rdida de su empleo y 43 d¨ªas de prisi¨®n, se produjeron en las Chafarinas, un archipi¨¦lago de soberan¨ªa espa?ola a s¨®lo dos millas de la costa marroqu¨ª y a 27 de Melilla.
El teniente les dijo: "Aqu¨ª se hace lo que a m¨ª me da la gana. Yo soy aqu¨ª Dios"
Seg¨²n la sentencia dictada el pasado 13 de octubre por el Tribunal Militar Territorial Segundo, el 14 de mayo de 2005 se celebr¨® una comida en la guarnici¨®n, con familiares de los mandos. Cuando ¨¦stos se marchaban, "se descubri¨® la falta en una de las embarcaciones de un aparato localizador de GPS y un cuchillo de buceo".
El jefe del destacamento, el teniente Carlos Galisteo Mu?oz, "sospechando que alguno de los miembros de la guarnici¨®n pudiera haber sustra¨ªdo aquellos objetos, les dijo a todos que hasta que no aparecieran se hab¨ªa terminado la vidilla, haciendo alusi¨®n al r¨¦gimen de vida c¨®modo y relajado que hasta ese momento hab¨ªa llevado la guarnici¨®n. En concreto, prohibi¨® el acceso de la tropa al puerto, donde hasta entonces los soldados se ba?aban y tomaban el sol, y orden¨® que al d¨ªa siguiente [domingo] se tocase diana a las 08.00 horas para iniciar las actividades del d¨ªa, entre las que program¨® el desbroce de un camino".
En realidad, los t¨¦rminos en los que el teniente habl¨® a los soldados no fueron tan corteses. Seg¨²n el auto del instructor militar, el oficial "se dirigi¨® al personal de tropa dici¨¦ndoles que, entre ellos, hab¨ªa un hijo de puta y un ladr¨®n". El mismo auto asegura que lo primero que dijo el teniente a varios soldados, cuando desembarcaron en la isla, fue lo siguiente: "T¨² te callas que aqu¨ª se hace lo que me da la gana. Yo soy aqu¨ª Dios". Y tambi¨¦n recoge el testimonio de varios soldados, seg¨²n el cual, "algunas noches, de madrugada, escucharon voces del teniente en la cantina del destacamento, con motivo de las partidas de domin¨® que jugaba con el resto de los mandos, en las cuales inger¨ªa diversas cantidades de whisky y le escucharon hacer el comentario de que si hubiera un cocinero isl¨¢mico ir¨ªan todos a comer".
La obsesi¨®n del teniente por los soldados musulmanes se refleja tambi¨¦n en la confidencia que, seg¨²n el coronel jefe del Grupo de Regulares, le hizo antes de los incidentes: "Me dijo que hab¨ªa un grupo paralelo a la jerarqu¨ªa militar liderado por gente musulmana que utilizaba su liderazgo religioso para influenciar en todas las actividades y tamizar sus ¨®rdenes".
Aunque la propia sentencia vincula la desaparici¨®n del GPS y el cuchillo con la orden de dedicar la jornada dominical a arrancar malas hierbas, y reconoce que esta tarea "no figuraba en el programa mensual de trabajos", el tribunal aduce que el teniente pod¨ªa cambiar dicho programa y que el coronel le hab¨ªa ordenado que, "ante una previsible y pr¨®xima visita del ministro de Defensa", se adelantaran "los trabajos de limpieza de instalaciones y alrededores". Seg¨²n fuentes oficiales, el ministro de Defensa nunca plane¨® visitar Chafarinas.
La legitimidad de la orden fue el eje central del juicio celebrado en octubre en Melilla pues, si hubo abuso de poder y castigo colectivo, no hab¨ªa delito en desobedecer.
Como hab¨ªa anunciado, el teniente les orden¨® levantarse a primera hora del 15 de mayo y llam¨® a formaci¨®n a las 9.30. Seg¨²n la sentencia, "cuando el cabo primero P¨¦rez lleg¨® al lugar donde deb¨ªa efectuarse la formaci¨®n, observ¨® que faltaba gente, siendo informado de que algunos soldados no quer¨ªan levantarse de la cama ni formar. Despu¨¦s de preguntar en voz alta 'si aquello era una guerra o revoluci¨®n isl¨¢mica', entr¨® en las camaretas donde estaba acostada la tropa y orden¨® salir a formar, haciendo caso omiso" ocho de ellos. "Tras escuchar el comentario sobre la revoluci¨®n isl¨¢mica", prosigue la sentencia, otros dos soldados, "que en principio hab¨ªan salido de los dormitorios para la formaci¨®n, volvieron con sus compa?eros".
El incidente provoc¨® el relevo de 11 de los 30 soldados de Chafarinas y su procesamiento por presunta sedici¨®n. Diez de ellos -nueve hombres y una mujer, ocho musulmanes y dos cristianos- han sido finalmente condenados a diez meses de c¨¢rcel cada uno por un delito de desobediencia.
La sentencia subraya "la trascendencia del hecho, pues se trata de una desobediencia que afecta a una parte significativa de un destacamento que se produce en un lugar absolutamente aislado".
Seg¨²n el tribunal, el comentario sobre la "guerra o revoluci¨®n isl¨¢mica puede considerarse ciertamente desafortunado y hasta injusto", pero "carece de tintes xen¨®fobos y racistas".
La sentencia ha sido recurrida ante el Supremo, salvo en un extremo: la absoluci¨®n del soldado Benaissa. El tribunal admite que, aunque el teniente lo incluy¨® en su denuncia, ninguno de los cabos recuerda haberlo visto. Es imposible que lo vieran. Entre las 8.00 y las 10.15 horas, cuando se produjo la supuesta insubordinaci¨®n colectiva, Benaisa estaba prestando servicio de centinela. Lo sorprendente es que con una coartada tan f¨¢cil de verificar, fuera encarcelado, juzgado y despedido.
Ahora, con la absoluci¨®n en la mano, Benaisa podr¨ªa pedir su reingreso en el Ej¨¦rcito, donde tiene un hermano menor. "Es lo que m¨¢s me gustaba, pero me han hecho tanto da?o que se me han quitado las ganas de volver", confiesa.
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