?Qu¨¦ pasa en el 'cintur¨®n rojo'?
En el an¨¢lisis de los resultados de las pasadas elecciones al Parlamento de Catalu?a se destac¨® el fuerte descenso de los votos socialistas en Barcelona y, en general, en las ciudades y determinados barrios de la primera y segunda coronas metropolitanas, tradicionalmente identificados como el cintur¨®n rojo: la gran reserva de voto de la izquierda. En estas ciudades y barrios el descenso del voto al PSC ha ido acompa?ado, por una parte, de un menor crecimiento porcentual de ICV-EUiA en relaci¨®n con el incremento medio que ha tenido en Catalu?a y, por otra parte, de unos porcentajes superiores al 4% de voto a Ciutadans-Partido de la Ciudadan¨ªa. Tambi¨¦n hay que llamar la atenci¨®n sobre el hecho de que se reequilibra el abanico de opciones escogidas a la hora de votar: CiU, ERC, ICV-EUiA y PP tienen, en estos barrios, porcentajes significativos.
El nuevo Gobierno debe priorizar proyectos que faciliten la mejora de los servicios p¨²blicos
El hecho de que, esta vez, se entrara r¨¢pidamente en pactos de Gobierno y debates poselectorales ha impedido que se profundizara m¨¢s en el an¨¢lisis de los resultados electorales auton¨®micos. Las interpretaciones precipitadas que se dieron a ese descenso incidieron en la pretendida -y, a mi entender, superada- indiferencia de algunos de los no nacidos en Catalu?a ante las elecciones auton¨®micas, vistas como algo "que no va con ellos", o en el poco ¨¦xito del candidato Montilla para movilizar un electorado con el que, aparentemente, ten¨ªa m¨¢s posibilidades de identificaci¨®n. Pero creo que no estamos ante un fen¨®meno coyuntural o pasajero, sino que se est¨¢n produciendo cambios sociales, culturales y pol¨ªticos en cuyo an¨¢lisis urge profundizar y que la izquierda saque de ¨¦l lecciones urgentes de cara a las prioridades de actuaci¨®n del recien estrenado Gobierno.
En primer lugar, hay que tener en cuenta la demograf¨ªa y la sociolog¨ªa: estas ciudades y barrios han cambiado mucho en los ¨²ltimos a?os. Por un lado, ha habido muchos desplazamientos de poblaci¨®n hacia municipios del ¨¢rea metropolitana; se trata, en general, de profesionales y clases medias, j¨®venes y no tan jovenes, que no se pueden permitir vivir en sus municipios de origen, ya sea Barcelona o municipios del Maresme o del Garraf, por ejemplo, donde m¨¢s han aumentado los precios de las viviendas, y entre ellos hay mucha diversidad de voto. Por otro lado, las familias trabajadoras tradicionales, las vinculadas de toda la vida a las grandes f¨¢bricas y empresas de servicios, con una fuerte conciencia de clase y sindical, han visto jubilarse primero y morir despu¨¦s a los abuelos, los padres y las madres votantes de izquierda por tradici¨®n. Mientras tanto, sus hijos y nietos est¨¢n atrapados en la precariedad laboral, en los sueldos por debajo de los 1.000 euros, en las hipotecas excesivas y en el encarecimiento de la vida por encima de lo que dicen las estad¨ªsticas oficiales. Y estos hijos y nietos, aun estando mejor formados e informados pasan de la pol¨ªtica o expresan su descontento y su decepci¨®n por la falta de perspectivas de estabilidad laboral y mejora social que eran justamente las que hab¨ªan estimulado a sus mayores. Buena parte de esta nueva generaci¨®n puede haber optado esta vez por abstenerse, votar en blanco o votar opciones de protesta, que perciben vagamente como las que ponen m¨¢s nerviosos a los pol¨ªticos tradicionales.
En segundo lugar, no podemos ignorar el malestar latente producido por los problemas de convivencia y, sobre todo, de acceso a los servicios p¨²blicos y a las prestaciones sociales de car¨¢cter no universal, as¨ª como su calidad, que se asocia a la nueva inmigraci¨®n y al crecimiento de las familias recien llegadas. Este clima social ha sido caldeado, antes y durante la ¨²ltima campa?a electoral, por algunas fuerzas pol¨ªticas mayoritarias que o bien han querido hacer de la inmigraci¨®n un factor de atracci¨®n de voto, con propuestas discriminatorias, o bien han planteado un falso dilema en el que los trabajadores inmigrantes y sus familias representar¨ªan un l¨ªmite para acceder a los servicios p¨²blicos y a las prestaciones sociales de calidad.
Empieza a haber evidencias de que en determinados sectores trabajadores est¨¢ calando este enfoque simplista, estereotipado pero consolador de las propias desgracias, que hace responsables a los inmigrantes de la insuficiencia de los recursos destinados a guarder¨ªas, a becas de comedor, a asistencia social, etc¨¦tera, o de la degradaci¨®n urbana, residencial y social de algunos barrios; aspectos a los que se ha a?adido la dificultad de acceder a una vivienda en propiedad sin hipotecarse de por vida. Todo ello ha abonado la crispaci¨®n social y el descontento pol¨ªtico, que pueden apuntar a¨²n m¨¢s en las pr¨®ximas elecciones municipales, m¨¢s sensibles a estos temas.
De las muchas conclusiones que se deber¨¢n extraer, una es urgente: desde el nuevo Gobierno de la Entesa en la Generalitat hay que hacer un plan de actuaci¨®n integral y transversal para abordar los problemas m¨¢s graves de estos sectores sociales antes de que se acaben convirtiendo en focos de tensi¨®n y degradaci¨®n de la convivencia. Por eso habr¨¢ que revisar, priorizar y dotar de m¨¢s recursos los planes y proyectos ya iniciados por el Gobierno saliente, para facilitar el acceso universal a las prestaciones sociales y asistenciales b¨¢sicas y mejorar los servicios p¨²blicos educativos, sanitarios y asistenciales. Hay que hacer realidad el plan de choque para el acceso a la vivienda a precios asequibles en un marco de reforma urbana y dinamizaci¨®n social de los barrios, y dar una nueva dimensi¨®n al concepto de "salario social". Y tambi¨¦n har¨¢ falta valent¨ªa para incidir positivamente en los temas de la estabilidad laboral, la seguridad y la calidad del empleo, y la formaci¨®n profesional.
Salvador Mil¨¤ i Solsona es diputado de ICV-EUiA en el Parlamento de Catalu?a.
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