Que se rinda Zapatero
Con ETA perdida en la humareda y los escombros, el debate parlamentario de ayer por la tarde qued¨® tergiversado tras la esgrima dial¨¦ctica entre el presidente del Gobierno, Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero, y el l¨ªder del PP, Mariano Rajoy. Primero fue la intervenci¨®n de Zapatero, te?ida de tristeza, de apoyo a las v¨ªctimas, y con el reconocimiento de un error: el del pron¨®stico feliz para el a?o 2007 formulado la v¨ªspera del atentado. El presidente ofreci¨® una narraci¨®n de hechos que desde la T-4 de Barajas se remontaba hasta la declaraci¨®n de alto el fuego permanente formulada por la banda. Toda la pol¨ªtica del Gobierno actual se presentaba enmarcada dentro de la continuidad en l¨ªnea con intentos anteriores, acometidos de manera sucesiva por todos y cada uno de los gobiernos de la democracia. Ahora el presidente detectaba una diferencia muy lamentable: la negativa de una fuerza pol¨ªtica relevante a dar su apoyo. Pero en aras de los buenos modos se absten¨ªa de mencionarla expresamente por su nombre.
Zapatero volv¨ªa una y otra vez sobre la legitimidad de su intento, de su proceso de paz. Recordaba el respeto escrupuloso mantenido a la Constituci¨®n y a las leyes. Reclamaba la iniciativa del Pacto por las Libertades y contra el Terrorismo y ofrec¨ªa buscar una f¨®rmula que permitiera a?adir otros firmantes a los dos -PP y PSOE- que lo suscribieron inicialmente hace siete a?os. Reconoc¨ªa tambi¨¦n que ETA hab¨ªa roto el proceso y eleg¨ªa para hacerlo las palabras que pudieran sonar m¨¢s rotundas. En su boca todo eran proclamas a favor de la unidad. En cuanto al grupo socialista, subrayaba algunas afirmaciones con unos aplausos que se circunscrib¨ªan estrictamente a sus integrantes, sin contagio alguno sobre ninguno de los miembros de los grupos parlamentarios adosados que vienen acompa?ando al Gobierno a lo largo de esta legislatura. Toda esa combinaci¨®n de mesura y mano tendida, de incitaci¨®n al consenso de otras veces y llamamiento a la unidad, de pr¨¦dica con el ejemplo, enseguida se demostr¨® por completo in¨²til.
Subi¨® a la tribuna de oradores Mariano Rajoy y desde Confucio a Jenofonte todo fueron descalificaciones en t¨¦rminos inusuales que pudieron despertar incluso las adormecidas maderas del hemiciclo. Zapatero hab¨ªa intentado presentar el consenso como norma obligada en la lucha antiterrorista y aislar la excepcional actitud del PP en t¨¦rminos de anomal¨ªa. Y Rajoy le devolv¨ªa el envite al presidente para intentar atribuir a Zapatero la actitud de ruptura del consenso, en contradicci¨®n con el proceder sostenido por todos los dem¨¢s gobiernos de la democracia en esta materia. Los dos se dijeron lo mismo, "yo soy la normalidad, usted es la anomal¨ªa", pero frente a los modos comedidos de Zapatero el l¨ªder del PP prefiri¨® las maneras abruptas sin una sola concesi¨®n gramatical. Rajoy intentaba presentarse cargado de raz¨®n, como si el atentado de la T-4 hubiera valido para convalidar sus reticencias. En ning¨²n momento tuvo el menor gesto de desprendimiento. Parec¨ªa imbuido de esa actitud mezquina del fraile obsesionado siempre por todo lo que aprovecha para el convento.
Imaginen los lectores c¨®mo habr¨ªa sonado en la C¨¢mara que Rajoy hubiera manifestado su absoluto rechazo a cualquier ventaja para los intereses electorales del PP, que alguien quisiera derivar del atentado de Barajas. Que Mariano hubiera abominado de cualquier voto que pudiera llegarle impregnado de esa ignominia. Pero los asesores de G¨¦nova piensan que ETA ha golpeado a Zapatero, que es el momento de negarse a cualquier tregua que permita su recuperaci¨®n, que ahora es cuando hay que empujar de modo decisivo para tumbarlo, sin atender a esas pamplinas de los plazos que se?alan la duraci¨®n de las legislaturas. A Rajoy todo lo que no sea la rendici¨®n de Zapatero en los t¨¦rminos que en cada momento le sean se?alados le parece inaceptable. No quiere a nadie m¨¢s en el Pacto por las Libertades y contra el Terrorismo. Parte de la base de que la suma de todos representa menos. Desde luego el Pacto ampliado representar¨ªa menos para el PP, porque rebajar¨ªa su protagonismo actual muy reforzado en una situaci¨®n a dos. La primera impresi¨®n es que Rajoy, con r¨¢fagas de aciertos dial¨¦cticos, se pas¨® en la dosis y pagar¨¢ prenda.
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