John, Robert, Edward
'Bobby' recrea uno de los cap¨ªtulos de la historia de un apellido maldito
Esa noche del 6 de junio de 1968, Robert Kennedy hab¨ªa llegado a su entourage pol¨ªtico y familiar en el hotel Ambassador de Los ?ngeles. Las primarias de California estaban ganadas y el camino hacia la nominaci¨®n presidencial dem¨®crata parec¨ªa disipado porque su margen sobre Eugene McCarthy ya era insalvable. Hab¨ªa que celebrarlo. Despu¨¦s de enfervorizar a sus seguidores, al salir del sal¨®n, Bobby se march¨® por la puerta de servicio para salir a trav¨¦s de la cocina. Posiblemente habr¨ªa llegado a presidente si una bala no le hubiera atravesado la cabeza en ese momento de entusiasmo y esperanza.
En la mente de la generaci¨®n que vivi¨® apasionadamente aquella d¨¦cada de sorpresas y desencantos, la muerte de Robert Kennedy cerraba un tri¨¢ngulo fat¨ªdico que ya se hab¨ªa llevado a su hermano y a otro actor en la escena de las libertades, Martin Luther King.
Robert Kennedy era el candidato antiguerra cuando Vietnam era un fantasma que crec¨ªa. Era el candidato de la ilusi¨®n para un pa¨ªs afectado por los magnicidios y enfrentado a un conflicto b¨¦lico que acab¨® en desastre. Su discurso y su doctrina no ten¨ªan nada en com¨²n con la oferta pol¨ªtica de quien finalmente acab¨® en la Casa Blanca, Richard Nixon. Aquel asesinato rob¨® a la historia la posibilidad de saber si Nixon habr¨ªa sido capaz de perder dos veces contra un mismo apellido: en el 60 contra JFK y en el 68 contra Bobby.
Ante su cuerpo inerte en la catedral de Saint Patrick en Nueva York, fue su hermano Edward Ted Kennedy el que cit¨® un pasaje de George Bernard Shaw que Bobby sol¨ªa mencionar en p¨²blico: "Algunos hombres ven las cosas como son y se preguntan '?Por qu¨¦?'. Yo sue?o las cosas como nunca han sido y me pregunto '?Por qu¨¦ no?".
Ted estaba llamado a heredar la antorcha presidencial de la familia. Convertido en patriarca del clan y animado por un partido pol¨ªtico que no lograba superar el luto, Ted Kennedy siempre era la gran esperanza, incluso despu¨¦s de la muerte de una amiga en un accidente de tr¨¢fico en el que ¨¦l estaba al volante cargado de alcohol. No quiso presentarse en 1972 ni en 1976, y cuando se decidi¨® a hacerlo en 1980 cay¨® en las primarias contra un presidente de su propio partido, Jimmy Carter, tan deslucido como para haber hecho inevitable la victoria republicana de Ronald Reagan.
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