Hubo una vez algo llamado a?os sesenta
En junio de 1968 uno de los pol¨ªticos norteamericanos m¨¢s atractivos de todos los tiempos, Bobby Kennedy, mor¨ªa asesinado a tiros en el hotel Ambassador de Los ?ngeles, cuando iba a anunciar su victoria en las primarias de California, lo que virtualmente le convert¨ªa en candidato dem¨®crata a la presidencia. Ese a?o, la ofensiva del Tet destru¨ªa cualquier atisbo de victoria sobre el comunismo vietnamita, y la opini¨®n clamaba por la retirada de las tropas, como ya empiezan a hacerlo con la paralela obscenidad de Irak; los primeros j¨®venes del mantra que hab¨ªan hecho el trek del Himalaya estaban de vuelta en casa; en el aire flotaba un aroma de para¨ªsos lis¨¦rgicos; y aunque la palabra Berkely no se pronuncie ni una sola vez en la pel¨ªcula de Emilio Est¨¦vez, la universidad que se conoc¨ªa por ese nombre era ya mundialmente famosa como alma m¨¢ter de los flower children, y de su evangelio de paz, amor y la m¨¢s completa inutilidad social. S¨®lo un a?o m¨¢s tarde se estrenaba Easy rider, de Dennis Hopper, el himno de la alegr¨ªa para toda una generaci¨®n, que en la literatura se llam¨® beat.
BOBBY
Direcci¨®n: Emilio Est¨¦vez. Int¨¦rpretes: Anthony Hopkins, Demi Moore, Emilio Est¨¦vez, Elijah Wood, Sharon Stone, etc¨¦tera. G¨¦nero: Estados Unidos, 2006. Duraci¨®n: 120 minutos.
Y la excelente pel¨ªcula del hijo de Martin Sheen, nieto de gallego e irlandesa, con el pretexto de recrear las ¨²ltimas horas en torno a la vida de Robert Francis Kennedy, hermano de John Fitzgerald, el presidente asesinado en Dallas, es el biopic de un momento en el que cab¨ªa creer que las cosas pod¨ªan ser diferentes con s¨®lo elegir a un hombre en las urnas; de una transformaci¨®n demogr¨¢fica y social, la de California, que recib¨ªa la primera gran marea de inmigrantes de m¨¢s all¨¢ de R¨ªo Bravo, los espaldas mojadas, como los llama Christian Slater, el racista oficial de la pel¨ªcula; de un mundo que entonces parec¨ªa epifan¨ªa pero que hoy es m¨¢s bien responso, a juzgar por tanto cristiano renacido, evang¨¦lico y pentecostal, que ilustra el gran revival religioso norteamericano contempor¨¢neo, y que llegaba entonces, a lo que parece no sin traumas, a la pubertad.
Una serie de personajes, presentes y en algunos casos v¨ªctimas del atentado, animan con ambici¨®n coral un tanto berlanguiana el escenario en esas ¨²ltimas horas antes del magnicidio. Del candidato apenas o¨ªmos unas palabras de apertura, y un discurso de cierre que es casi una eleg¨ªa por s¨ª mismo; una apreciaci¨®n en porcentajes de voto de la primaria californiana en la que los tres mejor colocados, Kennedy, McCarthy y Lynch, eran cat¨®licos irlandeses; y alusiones de pasada de la pr¨®xima llegada del senador por el ex portero del hotel que no cree en la jubilaci¨®n -Anthony Hopkins, como siempre, profesional-; del corredor de Bolsa, a todas luces dem¨®crata -Martin Sheen, pasado de peso, sobrado de actor-; de los dos muchachos del equipo de campa?a de Bobby, que, buscando un canuto, se empinan a su primera pastilla de LSD; y, con mayor raz¨®n que nadie, por el joven llamado a filas -Elijah Wood, aqu¨ª sin anillos- que espera que la victoria del candidato le libre de ir a Vietnam.
La pel¨ªcula es sincopada, narrada a sorbos, pero tan directa como sencilla -no aspira a contarnos ning¨²n momento excepcional de la vida de nadie-, maneja extraordinariamente bien -como el mejor telefilme- el entrecruzamiento de las historias, pero, sobre todo, captura una sensaci¨®n de entusiasmo generalizado y contagioso en torno al segundo Kennedy. Una revoluci¨®n sentimental protagonizada por una generaci¨®n que, probablemente, se extingui¨® con el propio senador, son los puntos suspensivos de lo no dicho pero que est¨¢ ah¨ª. Y tres presencias medio espectrales, con ojeras y arrugas deliberadamente exageradas, Demi Moore, Sharon Stone, y Helen Hunt, son las parcas de la historia. Un retrato al bies de una ilusi¨®n en la que crey¨® media Am¨¦rica, en algo que se llam¨® una vez a?os sesenta.
Babelia
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