"Mi arte es un ejercicio de catarsis hist¨®rica"
Titula su muestra antol¨®gica en el Musac Abajo la inteligencia, en alusi¨®n al tristemente c¨¦lebre episodio entre Unamuno y Mill¨¢n Astray. V¨ªdeos, esculturas, fotos y pinturas que dan fe de una trayectoria preocupada por la historia de Espa?a, sobre la que hace una reflexi¨®n est¨¦tica y moral.
"Yo me planteo preguntas a situaciones que todav¨ªa no han sido resueltas por la generaci¨®n anterior, que es la que deber¨ªa haberlas hecho"
Fernando S¨¢nchez Castillo (Madrid, 1970) hace muchas preguntas. Para algunos, demasiadas. Y adem¨¢s se mete en terrenos espinosos, los derivados de las dictaduras, en particular la de Franco, a trav¨¦s de las estatuas, monumentos oficiales y otros objetos cargados de significado con los que viene trabajando desde hace casi una d¨¦cada. Es uno de los artistas espa?oles m¨¢s valorados internacionalmente y hoy se abre en el Musac la exposici¨®n titulada Abajo la inteligencia, frase que pronunci¨® el general Mill¨¢n Astray contra Miguel de Unamuno en 1936, seguido de: "?Viva la muerte! Intelectuales, hab¨¦is perdido a Espa?a". Seg¨²n S¨¢nchez Castillo, Abajo la inteligencia se refiere a "esa censura impuesta por el poder pero que luego, lamentablemente, los artistas y los intelectuales asimilamos en la forma de la autocensura. Es la tradici¨®n de los espa?oles de no viajar, de no hablar otro idioma. Y as¨ª nos va. El eco de Abajo la inteligencia llega hasta nuestros d¨ªas".
PREGUNTA. En la muestra del Musac incluye usted el m¨¢stil y otras partes del Azor, la embarcaci¨®n de recreo de Francisco Franco, en una de las obras. ?C¨®mo obtiene esas piezas?
RESPUESTA. La Administraci¨®n decidi¨® deshacerse del Azor en 1985 y pas¨® a manos de un empresario de la hosteler¨ªa, con la condici¨®n de que no volviera a navegar. ?l ten¨ªa la idea de convertirlo en una discoteca o un restaurante flotante, pero le negaron sistem¨¢ticamente los permisos. Este se?or decidi¨® entonces desguazarlo, vendi¨® piezas sueltas a coleccionistas, con su certificado, y el resto lo llev¨® desde Santander a la localidad de Cogollos, en Burgos. Ah¨ª lo coloc¨® entre su restaurante y un motel tambi¨¦n suyo. Pero al final tuvo que venderlo todo, el Azor y el restaurante. Va pasando por distintos due?os y est¨¢ totalmente abandonado, arrumbado. Ya no es ni siquiera un barco, es un escenario en mitad del aparcamiento, con base de hormig¨®n sobre lo que han colocado los paneles de los espacios. Ahora lo tiene un empresario joven que no ha tenido ning¨²n problema en prest¨¢rnoslo para la exposici¨®n.
P. Lo de las trabas de la Administraci¨®n para realizar sus proyectos ha sucedido en otras ocasiones.
R. Me ha ocurrido con muchas instituciones que no tienen la valent¨ªa de afrontar estos temas. Cuando al Museo del Ej¨¦rcito se le pide algo para arte contempor¨¢neo, muestra una gran desconfianza y ha sometido todas mis peticiones al Alto Estado Mayor del Ej¨¦rcito y de ah¨ª al ministerio. Ponen tales trabas burocr¨¢ticas, tal cantidad de papeles y excusas para no utilizar estos objetos que el tiempo pasa y pasa. Mi trabajo es totalmente art¨ªstico, eso quiero recalcarlo, no tiene que ver con ning¨²n tipo de propaganda. Mi trayectoria es de artista, no de agitador pol¨ªtico. Un cuadro o una acuarela pueden ser provocadores, no necesitan apoyarse en objetos para provocar.
P. Usted trabaja con objetos cargados de simbolismo, y supongo que se teme que puedan ser manipulados o malinterpretados.
R. Curiosamente, el uso que yo quer¨ªa hacer de las piezas que solicit¨¦ al Museo del Ej¨¦rcito es de absoluta normalidad. Cuando solicit¨¦ la m¨¢scara funeraria de Franco y su mano, de la que tambi¨¦n se sac¨® molde, fue despu¨¦s de haber estado expuestas durante a?os al p¨²blico en el museo. Les ped¨ª que un ciego pudiera tocar la m¨¢scara de Franco para que pudiera palpar su rostro y me lo negaron. Adem¨¢s, nunca nos dan una respuesta escrita, nos ha sucedido con otro proyecto, con la estatua ecuestre en Santander. La Administraci¨®n no tiene obligaci¨®n de contestar de forma escrita y parece que ya no tiene ni la gentileza.
P. Sin embargo, usted contin¨²a trabajando en torno a estas l¨ªneas, las de la estatuaria hist¨®rica.
R. Por desgracia son unas l¨ªneas frustradas. Por ejemplo, cuando hicimos una maqueta del coche de Carrero Blanco yo ten¨ªa la intenci¨®n de copiar cada abolladura, hacer una maqueta lo m¨¢s precisa posible a escala 1:4, ni siquiera a escala real, y en un metal que fuera bronce y plata, lo m¨¢s cl¨¢sico en escultura. Solicitamos acceso a hacer fotos de ello pero nos dijeron que era un problema sacarlo porque estaba embalado por el traslado del museo. Claro, hay meses de papeleo detr¨¢s de esa petici¨®n.
P. ?Por qu¨¦ cree que en Espa?a existe ese temor al uso de los objetos del pasado?
R. Quiz¨¢ es un temor ancestral hacia el inmovilismo el que tenemos en este pa¨ªs. Es un deseo de ocultar, de proteger, de guardar y a no discutir. Nosotros discutimos los problemas de generaciones anteriores, no los de nuestra generaci¨®n. Parece que estamos viviendo una sociedad en diferido. Todo lo que concierne a la situaci¨®n de una sociedad multicultural y global la vamos a discutir cuando sea muy tarde, no ahora cuando todav¨ªa podemos arreglarla. Parece que no aprendemos.
P. Entonces, ?por qu¨¦ revisa el pasado y no el presente?
R. Yo me planteo preguntas a situaciones que todav¨ªa no han sido resueltas por la generaci¨®n anterior, que es la que deber¨ªa haberlas hecho. O quiz¨¢ no. Tal vez la generaci¨®n anterior estaba tan deseosa de salir de esos traumas que se invent¨® algo como la movida. Yo creo que tengo ahora la responsabilidad intelectual de formularlas.
P. Como nieto.
R. Como nieto y como hijo, en mi caso. Yo soy hijo de padres mayores y ellos nunca han hablado de estos temas. Siempre me dijeron en la familia, "no te metas en estos temas". T¨² pinta, haz decoraci¨®n, pero no te metas en estos temas.
P. ?Cu¨¢les son las preguntas o cuestiones que m¨¢s le interesan?
R. En el fondo son preguntas muy cl¨¢sicas. Si uno piensa en la relaci¨®n de Goya con la Monarqu¨ªa, la manera en que los retrata es tremendamente brutal. Y sin embargo, es un pintor de corte. ?l se hac¨ªa las preguntas y retrataba el poder desde su propio centro. Yo creo que mi manera de actuar es, en ese sentido, muy cl¨¢sica.
P. ?Su arte es un rescate de la memoria hist¨®rica?
R. Es una especie de catarsis. Lo que pasa es que no se han hecho las cosas en su orden y hay gente que hoy no sabe d¨®nde dejar flores a sus seres queridos fallecidos o desaparecidos. Son sentimientos muy fuertes. Nunca es tarde para buscar a tus muertos. Es significativo que tuvieran que ser otra vez los de la Brigada Lincoln, ya ancianos, quienes pusieran una denuncia para que esta b¨²squeda se produjera. Hay pol¨ªticos que ya dicen eso de "aquellos vientos traen estas tempestades", pero no hay tempestades, s¨®lo gente llorando ante una cuneta.
P. Habla de cierto compromiso con la memoria hist¨®rica, pero tambi¨¦n de su papel simplemente como un artista.
R. A veces act¨²o como una especie de turista intelectual, porque me meto en asuntos que no son los m¨ªos, como en el v¨ªdeo Gato rico muere de ataque el coraz¨®n en Chicago, que es sobre la censura en distintas dictaduras. Cuando se habla de los artistas relacionados con la memoria hist¨®rica hay que recordar que la gran quiebra se produce en el mundo del arte con el Dad¨¢, despu¨¦s de la Primera Guerra Mundial. No estoy de acuerdo con la idea de que el arte contempor¨¢neo sea totalmente formalista y neutro. Eso es falso. Aunque las obras no hagan alusiones pol¨ªticas directas y muestran algo diametralmente opuesto a la propaganda o el panfleto, tiene un nexo muy fuerte con la realidad, sea por escapismo o por necesidad intelectual.
Abajo la inteligencia. Fernando S¨¢nchez Castillo. Musac. Avenida de los Reyes Leoneses, 24. Le¨®n. Comisaria: Tania Pardo. Hasta el 2 de mayo.
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