Elogio de Darwin
La enorme aportaci¨®n del naturalista brit¨¢nico a la ciencia sigue alumbrando ensayos a prop¨®sito de su obra y de su teor¨ªa de la evoluci¨®n, que ahora cuestionan los conservadores religiosos. Incluso su singular figura inspira novelas hist¨®ricas como El secreto de Darwin. Entre los t¨ªtulos aparecidos en los ¨²ltimos meses destacan Por qu¨¦ es ¨²nica la biolog¨ªa, del ilustre cient¨ªfico Ernst Mayr, o El legado de Darwin, del fil¨®sofo John Dupr¨¦.
Soy darwiniano; esto es, veo el mundo, la vida, con unos ojos (los de la mente) que dise?¨® Charles Darwin (1809-1882). Contemplarlo de semejante forma no resulta siempre agradable (pero s¨ª digno). ?C¨®mo iba a serlo entender, por ejemplo, el amor que profesamos por nuestros hijos como un producto evolutivo, como una t¨¢ctica de supervivencia de nuestra especie? O concluir, como hizo el propio Darwin, despoj¨¢ndose y despoj¨¢ndonos de la esperanza en mundos divinos con los que aliviar nuestro temor a la muerte: "Tampoco podemos pasar por alto la probabilidad de que la inculcaci¨®n constante de una creencia en Dios en la mente de los ni?os produzca un efecto tan fuerte, y quiz¨¢s heredado, en sus cerebros no totalmente desarrollados, que les resulte tan dif¨ªcil librarse de su creencia en Dios, como a un mono de su miedo y aversi¨®n instintivos a una serpiente".
El anterior pasaje procede de una de las obras m¨¢s conmovedoras de Darwin: su autobiograf¨ªa, publicada en 1887, tras su muerte. Sin embargo, en aquella edici¨®n ese pasaje no aparec¨ªa (no es la ¨²nica censura), vetado por su esposa. Hubo que esperar hasta 1958 para que una nieta suya, Nora Barlow, preparase una edici¨®n completa. Hay traducciones al espa?ol, pero la mayor¨ªa siguen la primera inglesa, siendo, por consiguiente, incompletas. Y si se habla de las obras de Darwin vertidas al espa?ol, hay que recordar El origen de las especies (1859), su obra capital; Viaje de un naturalista alrededor del mundo (1839), seguramente su libro m¨¢s le¨ªdo y el que le hizo un autor popular mucho antes de la "explosi¨®n" de 1859; El origen del hombre (1871), en la que se atrevi¨® a relacionar la evoluci¨®n con los humanos, y La expresi¨®n de las emociones en el hombre y los animales (1872). En cuanto a libros, ¨¦stos son, que yo sepa, los ¨²nicos que hasta ahora exist¨ªan en castellano, reeditados, eso s¨ª, numerosas veces. Y digo "que hasta ahora exist¨ªan", porque acaba de aparecer otro, excelentemente traducido e introducido por Armando Garc¨ªa Gonz¨¢lez: La estructura y distribuci¨®n de los arrecifes de coral (1842), dedicada, utilizando palabras de Darwin, a "describir... las principales clases de arrecifes de coral, sobre todo las que se encuentran en el oc¨¦ano abierto, y explicar el origen de estas peculiares formas".
Dise?o inteligente
Un nuevo Darwin siempre es una buena noticia, m¨¢s a¨²n en tiempos en que vuelven a surgir debates que uno cre¨ªa abandonados en el m¨¢s oscuro y tenebroso ba¨²l de la historia: la pol¨¦mica creacionismo-evolucionismo, ahora camuflada con el pomposo nombre de "dise?o inteligente". Entre los argumentos que sus defensores esgrimen figura el siguiente: "La evoluci¨®n darwiniana es s¨®lo una teor¨ªa, y como tal hay que ense?arla a los j¨®venes en igual condiciones (y tiempo) que otras teor¨ªas, como la de que los organismos vivos son demasiado complejos para haberse originado mediante procesos naturales, y que su existencia pone de manifiesto la labor de alg¨²n Dise?ador Inteligente".
Ya quisiera quien escribe estas l¨ªneas haber recibido una educaci¨®n en la que religi¨®n y evolucionismo, el Dios cat¨®lico (en mi caso) y Darwin, hubiesen recibido una atenci¨®n parecida en los programas de bachillerato (de hecho, no recuerdo que me ense?asen nada sobre Darwin). As¨ª que estar¨ªa tentado a aceptar esa oferta "coeducacional", si no fuera porque hay que respetar la raz¨®n y no fomentar mitos. La evoluci¨®n biol¨®gica, en la versi¨®n de Darwin o en otras (como la teor¨ªa del equilibrio puntuado de Gould y Eldredge) no es perfecta, ni carente de problemas, pero explica m¨¢s de lo que jam¨¢s explicaron las ideas creacionistas (que no explican nada; son cuesti¨®n, como se dice, de fe). El creacionismo ?vaya timo!, de Ernesto Carmena, constituye una buena, breve y racional, ayuda para valorar las razones de los enemigos del evolucionismo. Personalmente, me hubiera gustado que el autor hubiese utilizado un lenguaje menos "cheli" (creatas llama, por ejemplo, a los creacionistas), pero en cualquier caso lo importante es la informaci¨®n y los argumentos, y los de Carmena son s¨®lidos.
Y si, ?horror!, est¨¢n cansados de libros (al fin y al cabo nos insisten en que la "Galaxia Gutenberg" se acab¨®, y que "la Marconi" -?o habr¨ªa ya que decir "la Bill Gates"?- es la imperante), vean o vuelvan a ver aquella magn¨ªfica pel¨ªcula de Stanley Kramer, con Spencer Tracy y Fredric March de protagonistas, Inherit the Wind (Herencia del viento, 1960), dedicada a un c¨¦lebre juicio antidarwinista que se celebr¨® en 1925 en Dayton (Tennessee). No es f¨¢cil, pero se puede encontrar (en DVD). Merece la pena.
Evaluando el darwinismo
Si, de todas maneras, se sienten todav¨ªa apegados al papel, al antiguo y noble ejercicio del razonamiento l¨®gico a trav¨¦s de la lectura, dos libros recientemente publicados constituyen una excelente ayuda para adentrarse en las entra?as del darwinismo. Especialmente valioso es Por qu¨¦ es ¨²nica la biolog¨ªa, del recientemente desaparecido Ernst Mayr (19042005), uno de los gigantes de la biolog¨ªa evolucionista. Con la diestra mano del maestro que fue, Mayr present¨® aqu¨ª una escueta y profunda visi¨®n de la biolog¨ªa que tiene que ver con la evoluci¨®n, una visi¨®n en la que filosof¨ªa, historia y ciencia se al¨ªan con un prop¨®sito com¨²n: el de comprender mejor. Menos ambicioso, aunque tambi¨¦n ¨²til para moverse en el mundo del evolucionismo y en particular de la controversia "creacionistas-evolucionistas", es el texto del fil¨®sofo John Dupr¨¦: El legado de Darwin, significativamente subtitulado Qu¨¦ significa la evoluci¨®n.
Ciencia y literatura
Un indicador de la penetraci¨®n en la sociedad de un cient¨ªfico o teor¨ªa cient¨ªfica es su aparici¨®n como protagonista en obras literarias. El secreto de Darwin, de John Darnton, es un ejemplo de cu¨¢n profunda es la presencia de Darwin en nuestra cultura, al mismo tiempo que una manifestaci¨®n m¨¢s del vigor de la denominada "novela hist¨®rica". Mostrando un m¨¢s que buen conocimiento de la bibliograf¨ªa darwiniana, Darnton ha construido una amena y muy entretenida historia centrada en la personalidad de Darwin y en el proceso que condujo al descubrimiento de la teor¨ªa de la evoluci¨®n mediante la selecci¨®n natural. Su c¨¦lebre viaje alrededor del mundo en El Beagle, las relaciones que mantuvo con el capit¨¢n de este barco, Robert FitzRoy, su vida familiar, y en particular una de sus hijas, la segunda, Elizabeth, Lizzie, destacan en una trama en la que lo que realmente sucedi¨® se mezcla con lo inventado. Para evitar conclusiones err¨®neas, me siento obligado a insistir, a los posibles lectores, que se trata de una obra de ficci¨®n. No se crean, por consiguiente, todo lo que en ella se dice.
Si desean entrar en algunos de los vericuetos del descubrimiento de Darwin de la teor¨ªa de la evoluci¨®n, en la que tambi¨¦n desempe?¨® un papel importante Alfred Russel Wallace (que tambi¨¦n aparece en esta obra), mi recomendaci¨®n ser¨ªa que leyesen la reciente edici¨®n en espa?ol (Cr¨ªtica) de los art¨ªculos en los que ambos presentaron (al mismo tiempo) sus coincidentes ideas. Pero sobre esta edici¨®n no debo hablar, al figurar dentro de una colecci¨®n que dirijo yo mismo. Perdonen, pues, la menci¨®n, que, de todas maneras, creo inexcusable en una rese?a como la presente.
La estructura y distribuci¨®n de los arrecifes de coral. Charles Darwin. Traducci¨®n e introducci¨®n de Armando Garc¨ªa Gonz¨¢lez. Los Libros de La Catarata-Consejo Superior de Investigaciones Cient¨ªficas. Madrid, 2006. 270 p¨¢ginas m¨¢s 3 l¨¢minas. 17 euros.
Por qu¨¦ es ¨²nica la biolog¨ªa. Ernst Mayr. Traducci¨®n de Jos¨¦ Mar¨ªa Lebr¨®n. Katz Editores. Buenos Aires, 2006. 280 p¨¢ginas. 35 euros.
El legado de Darwin. John Dupr¨¦. Traducci¨®n de Mirta Rosenberg. Katz Editores. Buenos Aires, 2006. 202 p¨¢ginas. 16,90 euros.
El creacionismo ?vaya timo! Ernesto Carmena. Laetoli. Pamplona, 2006. 155 p¨¢ginas. 10 euros.
El secreto de Darwin. John Darnton. Traducci¨®n de Alberto Coscarelli. Planeta. Barcelona, 2006. 301 p¨¢ginas. 21,50 euros.
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