Los peque?os mares de la región
Recorrido por las zonas abarrotadas de aves en invierno
?nades, patos, porrones, cercetas y gaviotas abarrotan en invierno los 36 humedales catalogados en la región: lagunas naturales, antiguas graveras inundadas, embalses... Para gozar del espectáculo, además de abrigarse como un esquimal, hacen falta unos prismáticos de 8 por 30 ó 10 por 40. Para profundizar más en el asunto, están los cursos e itinerarios ornitológicos que organizan Seo/Birdlife (www.seo.org y 91 434 09 10) y Yucalcari (www.yucalcari.com y 669 685 116). Y, como lectura más recomendable, la guía Con las aves por la Comunidad de Madrid, escrita por Javier Rico y editada por La Librería.
- Laguna del Campillo. En los a?os setenta del pasado siglo, cuando Madrid vivía el boom de la construcción, las orillas del bajo Jarama se llenaron de graveras que, al alcanzar el manto freático, se inundaron y fueron abandonadas a su suerte. Y su suerte fue el milagro que hoy vemos: 120 lagunas orladas de carrizos y ca?averales, donde en invierno se reúnen cientos de cormoranes, 3.000 anátidas y 30.000 gaviotas reidoras. Es un paraíso por accidente. Es el Do?ana madrile?o. Junto al pueblo de Rivas -a 21 kilómetros de Madrid por la A-3- se encuentra la laguna del Campillo, de 35 hectáreas y 30 metros de profundidad, que es frecuentada por aves como el águila pescadora. Cuenta con una senda perimetral de cuatro kilómetros, varios observatorios y un centro de educación ambiental instalado en un edificio bioclimático que abre de 10.00 a 18.00 (teléfono 600 508 638).
- Lagunas de Velilla. Otras viejas graveras hirvientes de avifauna son las lagunas del Raso, del Picón de los Conejos y del Soto, que pueden bordearse caminando desde Velilla de San Antonio (a 26 kilómetros al sureste de Madrid). Tras hora y media de paseo, se llega frente al cantil del que cuelga la colosal ermita del Cristo de Rivas, antiguo convento de Mercedarios. (www.elsoto.org).
- Las Madres. Estas dos lagunas del término de Arganda, explotadas como graveras desde 1965 hasta 1984, ofrecen hoy entretenimiento para grandes y chicos: alquiler de barcas, puestos de pesca, restaurante, paseos a caballo y una senda botánica de 22 estaciones y una hora larga de duración. Están en el kilómetro 1,8 de la carretera Arganda-Chinchón (M-311) y pueden visitarse, en invierno, de 10.00 a 17.00 (91 871 92 66, www.comupa.com).
- Mar de Ontígola. A un kilómetro de Aranjuez -por la carretera de Ontígola, que arranca junto a la plaza de toros-, se encuentra este embalse que Felipe II mandó construir para abastecer de agua al jardín de la Isla y sus muchas fuentes; que en 1635 fue ascendido (o degradado, según se mire) a lago de recreo real, con isleta para montar fiestas y cacerías, atarazana para falúas, jardín y coso taurino; y que desde junio de 1994, cuando fue declarado reserva natural para evitar su alarmante deterioro, es lugar de obligada visita para los aficionados a la ornitología, con senda ecológica y torre de observación habilitados en sus dos kilómetros de orilla.
En sus inmediaciones, concebido para escolares, está el centro de educación ambiental Paisaje de Aranjuez (paseo del Regajal, s/n; 91 801 14 90; www.aranjuez.es), que abre de lunes a viernes, entre las 8.00 y las 15.00.
- Laguna de San Juan. Es una de pocas lagunas naturales de la región y de las más fecundas, pues a su arrimo se reproducen 43 especies de vertebrados. Yendo por la carretera de Titulcia a Chinchón (M-404), tras cruzar el Taju?a, aparece se?alizada a la derecha una pista de tierra que lleva en dos kilómetros hasta este humedal en el que hay instalado un observatorio para admirar la muchedumbre de somormujos, porrones europeos, cercetas comunes, ánades azulones, cucharas comunes, garzas reales, fochas, pollas de agua y patos colorados que bullen entre los carrizos y las espada?as. El mejor mirador, sin embargo, es el cortado yesífero que se alza justo detrás: si subimos allí, abarcaremos estas 40 hectáreas de agua de un solo vistazo, como aguiluchos laguneros (www.ciudad-chinchon.com).
- Embalse de Santillana. Inaugurado en 1908 por Alfonso XIII, este embalse serrano no es sólo rico en aves acuáticas, sino en paisajes. Al norte, se yerguen el castillo de Manzanares y la Pedriza; al sur, tapizada de encinas, lo hace Cabeza Illescas; y, al este, recortando contra el sol naciente su silueta como de volcán, el cerro de San Pedro.
Desde el cuartel de la Guardia Civil de Manzanares, una pista de tierra permite acercarse paseando por la orilla norte hasta un observatorio situado a un kilómetro. El paseo puede prolongarse otro par de kilómetros, hasta la depuradora de Santillana, para ver las cigüe?as que pululan en las fresnedas aleda?as. Más información, en el centro de educación ambiental a la entrada de la Pedriza (91 853 99 78) y en www.manzanareselreal.org.
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